La valentía de Thomas Hitzlsperger nos alentó a conformar esta selección de jugadores salidos del closet. La homofobia imperante en el mundillo futbolero complicó la faena, pero conseguimos reunir once.

Hinchas del St. Pauli manifestándose contra la homofobia

Mientras la homosexualidad (y otras prácticas minoritarias) resulta progresivamente aceptada en diversas esferas de algunas sociedades occidentales (no es ocioso circunscribir así el límite, muchas veces exagerado), en el fútbol sigue ocupando un lugar secreto, cercano al tabú. La revelación efectuada la semana pasada por Thomas Hitzlsperger supuso una verdadera novedad: por primera vez, un jugador de cierto renombre internacional confirmaba que es gay. Aún así, no deja de ser sugerente que la salida del closet la realizara después de su retiro, una modalidad que se repite en buena parte de los casos que engalanarán esta lista. El fútbol no parece estar preparado aún para soportar la existencia de un jugador abiertamente homosexual en plena actividad competitiva.

No es difícil imaginar por qué. Aún si se diera un clima general de tolerancia y aceptación, el jugador en cuestión se vería expuesto a arranques de odio que podrían afectarlo seriamente. Más aún, aunque su presencia de ánimo pudiera resguardarlo psicológicamente de insultos y prejuicios, la confesión podría acaso comprometer su valor de mercado, frenar transferencias, etcétera. Como en tantos otros casos de nuestra sociedad, el vil metal podría funcionar como coartada de neutralidad para prolongar subrepticiamente la discriminación. Algo similar explicaba ese paladín contemporáneo que es el Secret Footballer (un jugador inglés que, sin revelar su identidad, cuenta intimidades del fútbol grande en un par de libros; algún día le dedicaremos un post por derecho propio): un futbolista gay podría ser bancado por sus compañeros (de hecho, cuenta el Secret Footballer, en la Premier League hay varios futbolistas homosexuales que lo han contado a sus colegas cercanos); podría ser aceptado por su hinchada; pero se expondría al abuso recurrente de las respectivas parcialidades de cada uno de los rivales que enfrente. Y agrego yo un detalle que el columnista oculto omite: también de los fans de su propio equipo ante el primer gol errado o pase mal dado. No está de más subrayar que en nuestro país se puede llegar a suspender un partido si en las gradas se oyen cánticos contra los judíos o los bolivianos, pero que alusiones despreciativas a los “putos” resultan redondamente ignoradas por la misma normativa. Como muestra de que esta doble moral no se verifica solamente en Argentina, hace poco la Federación de Fútbol Inglesa tuvo que pedir disculpas por incluir como imagen corporativa de sus campañas antidiscriminatorias a Michael Johnson (ex Birmingham y Derby County), ávido defensor de los derechos de los negros, pero con una equivalente militancia mataputo, anclada en sus convicciones cristianas.

Acaso en la aludida vista gorda ante los cánticos homófobos, influya ese peculiar código futbolero según el cual sólo es gay el que pone el culo. Un análisis semiótico (?) de la mayoría de los cantos discriminatorios nos lleva a la conclusión de que cada parcialidad sustenta su condición “macha” con una ristra de relaciones homosexuales, siempre y cuando se esté del lado correcto del viejo mete-saca (?). Es cierto que en la cuna de nuestra cultura occidental, en la sociedad helénica clásica, ilustres pensadores coligieron que la inclinación al emparejamiento sexual entre hombres era demostración de un grado superior de masculinidad, mientras que la preferencia por las mujeres denunciaba una constitución débil, afín a la fragilidad del objeto de deseo elegido. Y es sabido que las barras argentinas son fervorosas lectoras de los clásicos (?).

Una interpretación menos rebuscada arroja que toda homofobia esconde una homosexualidad no asumida. Creemos que esos temores operan efectivamente en algunos casos, pero no coincidimos en que expliquen el fenómeno. Algunos encendidos homófobos pueden ser completamente heterosexuales, pero como los elefantes (?), simplemente son unos cretinos. Otro dato nada menor es que los dos mundiales siguientes al de 2014, se disputarán en países en los que, con matices de grado entre uno y otro, la homosexualidad es aún penalizada legalmente.

La misma normatividad machista suele aparecer en la profusa serie de rumores que circulan acerca de la homosexualidad de tal o cual futbolista, director técnico o periodista especializado. Nosotros omitiremos esos casos de nuestra lista, no tanto para respetar la privacidad de los involucrados, ya que ninguno representaría una novedad a esta altura, sino para no ser partícipes de ese jueguito hipócrita. Además, si nos hiciéramos ecos de todos esos trascendidos, el seleccionado heteroflexible-bicurioso sería absolutamente imbatible, porque incluiría a varios de los mejores jugadores de la historia del fútbol. Si hay algún desprevenido que no pesca de qué estamos hablando, que sé yo, siganlá a Natacha Jaitt en Twitter, que seguro los manda a todos al frente en algún momento de tedio.

Así que no vamos a hablar demasiado de Newell’s (?), club que apareciera como escenario de varias de esas anécdotas, además de ser fuente de algunos arranques discriminatorios. Quizás sean paradojas propias de un club que trata de darle entidad a la oximorónica condición de los “viejos muchachos” (?). Uno de sus exponentes como el “Indio” Jorge Solari denunció alguna vez que los entrenadores de inferiores solían aprovecharse de su situación de poder para propasarse con los juveniles, aunque tal vez no estaba acusándolos de pederastía sino de obligar a los desprevenidos adolescentes a defender con línea de tres (?). Otro emblema del rojinegro, el “Toto” Berizzo, declaró sentirse intimidado por las miradas fisgonas en el vestuario de algunos colegas gays durante su paso por Francia. Lo cual reforzaba el estereotipo de que la homosexualidad prolifera entre duchas y vestidores pero desterraba el estereotipo de que los homosexuales tienen buen gusto (?). Hasta Cristian Sancho, que representó a un jugador gay en una ficción televisiva, es fanático leproso. Suficiente con Newell’s, te hicimos precio (?).

Otro momento digno de recordar antes de pasar a nuestra lista rosa (?) se dio en 1995, cuando el entonces entrenador de la selección nacional Daniel Passarella, argumentó que no aceptaría la presencia de homosexuales en sus equipos, como parte de un paquete de medidas progresistas (?), que incluían cortes de pelo, extracción de aritos y rinoscopías compulsivas. En ese momento, el renombrado activista gay Carlos Jáuregui le salió al cruce con la resonante revelación de que había dos futbolistas homosexuales en el ámbito de las selecciones nacionales, uno en la mayor y el otro en la sub-20. La lógica discreción que el militante mantuvo respecto de la identidad de los implicados suscitó memorables reacciones como la del entonces transgresor (?) Mario Pergolini, que durante un envío de CQC estalló escandalizado al grito de “¿Quién es el bufarra?”.

La celebración de estos 11 años de LR!, siempre fieles a nuestra reivindicación del Todos Putos (?) motiva la cantidad de valores que serán homenajeados en este recuento. Renunciamos a la intención de armar un equipo presentable en cancha porque no nos daban los números. De hecho, ni siquiera hay arqueros (aunque en los rumores antemencionados abundan). Meditamos la inclusión de Carlos Gay, pero: 1) en la época en que atajaba su apellido no revestía connotaciones homosexuales (fuera de los círculos de iniciados); 2) el chiste se gastó más o menos en 1992, doce minutos después de que palabra “gay” pasara al uso colectivo.

1. Thomas Hitzlsperger

La más reciente adición a la lista. Si bien hubo algunos casos previos, a los que pronto nos referiremos, se trata del primer futbolista de cierto renombre internacional que sale del clóset. Hitzlsperger repartió la mayor parte de su carrera profesional entre la Premier League y la Bundesliga, más allá de un paso fugaz por la Lazio. Aston Villa y Stuttgart fueron los clubes en los que tuvo mayor continuidad. En la selección alemana tuvo bastante presencia entre 2004 y 2010. Integró el plantel del mundial 2006, aunque casi no jugó; pero en la Euro 2008 tuvo mayor protagonismo, ganándose el puesto de titular desde cuartos de final hasta el cotejo decisivo, en el que su equipo cayó ante España.

Pocos meses después de retirarse del fútbol por una seguidilla de lesiones, el mediocampista decidió hacer pública su condición sexual, que lo había llevado a cancelar un casamiento inminente con su novia en 2007. En las declaraciones brindadas al diario Die Zeit, Hitzlsperger expresó que recién en los últimos años se dio cuenta de que prefería vivir con un hombre (“Y quién no”, diría Homero). Más allá de que el jugador expresó su interés de inspirar a otros futbolistas homosexuales a seguir su ejemplo, no deja de ser de llamativo que, como en varios otros casos, el volante haya decidido aguardar a su retiro para hacer pública su condición.

2. Johnny Saelua

El territorio de Samoa Americana, conjunto de pequeñas islas oceánicas bajo soberanía estadounidense, hasta hace un par de años apenas había garroneado espacios en la prensa futbolística del orbe por haber estado del lado menos halagüeño de descomunales goleadas. La peor de ellas, un 0-31 ante Australia en 2001, que hasta la fecha sigue siendo el resultado más abultado de la historia del fútbol de selecciones. Sin embargo, en 2011, los samoanos yanquis (?) sumaron una nueva particularidad, que motiva la mención en esta lista. En las eliminatorias para el mundial 2014, en la zaga central alinearon a Johnny Saelua, primer jugador transgénero en participar de una competencia FIFA. Es decir, que Saelua vive cotidianamente como mujer y no usa su nombre de nacimiento, sino uno femenino, Jaiyah. En realidad, Jaiyah encarna una institución tradicional de la cultura polinesia, los “Fa’afafine”, una especie de tercer sexo, ampliamente aceptado en aquellas latitudes, en las que son criados como mujeres desde edades muy tempranos. Valga este ejemplo para relativizar el preconcepto de que las sociedades occidentales son las más inclusivas: ¿podría haber un jugador transgénero en alguna selección de las supuestos países más democráticos y avanzados?

Más allá de esta pintoresca historia de vida, con Saelua en cancha Samoa Americana obtuvo los mejores resultados deportivos de su historia. Un 2-1 ante Tonga significó el primer triunfo oficial desde que se sumó a la FIFA; la igualdad obtenida dos días después ante Islas Cook fue el primer empate de su historia (!); hasta entonces habían perdido todos sus cotejos por los puntos. Estuvieron a punto de lograr la hazaña de pasar a la siguiente fase, pero un gol agónico de sus vecinos de la Samoa independiente (la vieja Western Samoa) los dejó afuera de la competencia. Desde aquel momentos no tuvimos más noticias, de la Johnny/Jaiyah, lo más reciente que encontramos es una actualización del perfil de Linkedin (?).

3. Justin Fashanu

Una historia tan célebre como triste. Fashanu fue un futbolista inglés, de ascendencia nigeriana y guyanesa (aunque se crío sin sus padres biológicos), cuya confesión de homosexualidad, tan temprano como en 1990, terminó con su carrera, primero, y con su vida, después. Fashanu demostró tan precozmente sus tendencias homosexuales como su facilidad para los deportes: además de sus probadas condiciones futbolísticas, Justin era un promisorio boxeador amateur, y hasta llegó a meditar la posibilidad de hacer carrera en el deporte de los puños. El fútbol, sin embargo, ganó la partida. Hacia 1979, Justin Fashanu debutó en la primera del Norwich City. Rápidamente se consolidó como un delantero talentoso y con buen poder de gol. Un extraordinario zurdazo que le encajó al Liverpool fue elegido como el mejor del año en 1980, al tiempo que comenzó a ser convocado a la selección juvenil inglesa.

A mediados de 1981, llegó una oportunidad que parecía magnífica y terminó siendo su perdición: reemplazar al ídolo Trevor Francis en el Nottingham Forest multicampeón de Brian Clough. El entrenador, inicialmente muy entusiasmado con las condiciones del moreno, terminó mortificándolo recurrentemente una vez que los rumores crecientes de homosexualidad llegaron a sus oídos. Años después, Clough no demostraba arrepentimiento alguno y narraba en su propia autobiografía uno de los chascarrillos con los que se mofaba del futbolista: “Si querés pan, vas a la panadería; si querés cordero, a la carnicería; entonces, ¿por qué te la pasás yendo a ese bar de maricas?”

Fashanu terminó siendo cedido a préstamo al Southampton y luego de forma definitiva al Notts County, último club en el que encontró cierta continuidad en el once titular y en las redes rivales, si bien no pudo evitar dos descensos consecutivos en 1984 y 1985. Asolado por las lesiones y los rumores crecientes sobre su vida privada (hasta las hinchadas rivales lo insultaban por lo que era un secreto a voces), Fashanu buscó refugio en el fútbol de Estados Unidos y Canadá, de escasísimo nivel en aquel momento (ya había quebrado la NASL y aún no existía la MLS). Las altas expectativas de sus comienzos habían quedado muy lejos.

Entre 1989 y 1990 intentó un regreso a su patria, con pasos poco destacados por Manchester City y el West Ham, antes de desbarrancar en el submundo de las ligas semiprofesionales. Entonces, en 1990, Fashanu volvió a las primeras planas de los tabloides británicos, pero ya no por sus hazañas deportivas, sino por hacer finalmente pública su homosexualidad. La confesión venía adosada con un par de rumores, que aunque omitían los nombres propios, fueron la comidilla de la prensa sensacionalista de aquellas latitudes. Fashanu aseguraba haber tenido relaciones con tres jugadores de Primera División y con un congresista del Partido Conservador. Cualquier vestigio de recuperación que su carrera futbolística pudiera tener culminó con aquella salida del clóset. Hasta su hermano John, también profesional del balompié, lo trató públicamente de “basura”. Justin jugó un poquito más en el ascenso british antes de emprender una ruta de baldoseo furibundo que lo paseó por Escocia, Suecia, Nueva Zelanda y otra vez Estados Unidos.

En este último país se inició el último y triste capítulo de su vida. En 1998, Fashanu fue acusado de abusar sexualmente de un muchacho de 17 años en Maryland. Si bien nunca quedó claro lo sucedido aquella noche, sus perspectivas no eran muy buenas: en aquel conservador estado americano los actos homosexuales voluntarios todavía eran ilegales (y varios heterosexuales, como la fellatio y el sexo anal entre hombre y mujer, también). Fashanu se las arregló para escaparse a Inglaterra antes de ser detenido, pero abrumado por las acusaciones y las repercusiones mediáticas, se ahorcó un par de meses después. Acaso este horroroso fin haya servido de lamentable admonición para que tan pocos futbolistas hayan seguidos sus pasos desde entonces.

4. Rodrígo Díaz

No se asusten, no es “El Rengo”, sino “El Chongo” (?). Hablamos del joven carrilero que se diera a conocer como el novio del empresario mediático Ricardo Fort. Es cierto que sus condiciones futbolísticas son enteramente desconocidas y que su llegada al plantel de El Porvenir, antes que verse dificultada por su orientación sexual, resultó posible por las vinculaciones entre el finado chocolatero y Luis Ventura, por entonces director técnico de la institución de Gerli. Aún con estas salvedades, que hacen a la bizarrez de todo lo que circundaba al mundo Fort, Díaz encarnó la particularidad de entrenar con un plantel de una categoría regular de AFA siendo pública y notoriamente homosexual antes de jugar siquiera un minuto. De hecho, no llegó a disputar ningún partido, pero al menos dejó algunas declaraciones que le permitirán sentirse pionero de algo (?).

“Sé que soy el primero en blanquear una elección sexual diferente en un ambiente muy machista. Ojalá muchos se animen a blanquear su condición sexual”.

Así sea. Lamentablemente, Díaz no siguió con su carrera futbolística, aunque nunca sabremos si resultó víctima de los prejuicios imperantes, o si era un perro jugando. Entre dos unders, el futbolero y el televisivo, el joven tandilense eligió el de la farándula. Prefirió ser retratado por Ángel de Brito y no por Alesi. Muy mal por él (?).

5. Pelé

La heteroflexibilidad de uno de los mejores futbolistas de la historia quedó inmortalizada en la inolvidable fórmula pergeñada por otro de los más grandes: Pelé debutó con un pibe. Más allá de las celebraciones militantes de la ocurrencia de Maradona, muchos atribuyeron aquellas declaraciones a un delirio alcaloide del argentino, azuzado por la notoria rivalidad entre los dos cracks. Sin embargo, el Dié había demostrado que mucho antes de la era Google y PPT (?), era un concienzudo fatigador de archivos. Efectivamente, en 1981 Edson Arantes do Nascimento había respondido a una pregunta indiscreta de Jorginho Guinzburg (?) sobre su primera experiencia sexual contando que había participado de una festichola colectiva, en la que varios integrantes de su equipo de entonces, el Bauru, se habían apareado por turnos con un compañero abiertamente homosexual. La precisión de la anécdota confirma cierta pertinencia del dardo maradoniano, pero descarta la interpretación pedófila de la expresión del 10; “un pibe” no significaba “un niño”, sino coloquialmente, “un muchacho”.

El año pasado, Pelé aceptó referirse después de mucho tiempo a aquel episodio. Pero lo hizo para desmentir su participación. Acusó a la revista que lo había entrevistado en aquel entonces de tergiversar sus dichos: según su nueva versión, todos sus compañeros se habrían acostado con “aquel maricón que había en el equipo”, menos él. Dudosa afirmación: ¿acaso había respondido originalmente sobre su iniciación sexual refiriéndose a un hecho en el que no había participado? Puede resultar extraño que Pelé haya considerado presentable la anécdota hace varias décadas y hoy la juzgue vergonzante, siempre que aceptemos la hipótesis de que estamos en un clima de tolerancia creciente hacia la diversidad. Lo curioso es que en ámbitos teóricamente más rígidos que los actuales (como el Brasil en el que creció el joven Edson), podían permitirse excepciones a la norma dominante, bajo la sencilla coartada de considerar una mujer al varón homosexual, sin mengua de la masculinidad de quiénes lo penetraban.

Es factible que el esquema mental de Pelé no haya variado demasiado. Aquel recuerdo lo avergüenza no porque su heterosexualidad resulte amenazada (él cree que el activo sigue siendo un “macho”), sino porque expone ese origen plebeyo y sudamericano del que intenta escaparse con su imagen empresarial presente. Una cultura en la que detrás de una superficie represiva y dogmática, el deseo se tramitaba de manera irregular en los escondrijos de una concentración. Como Maradona, el Pelé que supo convertirse en figura mundial, emergió de un territorio barroco en el que los olores de la pelota, confeccionada artesanalmente con cualquier cosa que se tuviera a mano, se mezclaban azarosamente con los del sudor, la sangre, el barro y el semen. Aunque el Pelé careta de ahora quiera olvidarlo.

6. Robbie Rogers

Este mediocampista estadounidense repitió el habitual berretín de retirarse del fútbol y confesar su homosexualidad en febrero de 2013. Sin embargo, pocos meses después, se sumó a las filas del Los Angeles Galaxy, con lo cual Rogers pasó a ser el primer futbolista abiertamente gay en actividad en la Primera División de cualquier país desde el paso de Fashanu por Escocia. De hecho, el jugador reveló al incorporarse al conjunto californiano que sus contactos con el activismo GLTB lo hicieron sentirse “un cobarde” al comparar su actitud con la de quiénes cotidianamente exponen de forma pública su sexualidad diversa. Esta nueva perspectiva lo envalentonó para volver al ruedo y bancarse aquello de lo que había querido huir en primer término: los insultos de las hinchadas, los recelos de sus colegas, las preguntas pelotudas de los periodistas (más allá de la elección sexual de cada uno, esta última podría ser una buena razón para no dedicarse al fútbol ni a ninguna otra profesión pública), etcétera.

Antes de su salida del clóset y su primer retiro, Rogers había pasado por el Heerenveen holandés; por el Columbus Crew de su país, dónde fue figura, ganó algunos títulos y fue elegido en el equipo idea de la MLS en 2008; y por un gigante del ascenso inglés como el Leeds United. También fue convocado con cierta regularidad a la selección nacional estadounidense, aunque se quedó afuera en el último corte del plantel que viajó al mundial de Sudáfrica. Sí jugó un par de Gold Cups y estuvo en los Juegos Olímpicos de Beijing. Desde 2011 no volvió a ser tenido en cuenta.

7. Pedro Leocadio Junior “Pedrita”

A pesar de estar hundido en el inframundo del fútbol amazónico, la historia de “Pedrita” merece ser incluida en este recuento. A diferencia de otros homosexuales que recorren un largo camino a la hora de ventilar sus predilecciones, este joven de Manaos ya había hecho pública su orientación en su adolescencia, honestidad que afectó su carrera: un entrenador de juveniles lo desafectó porque no quería “viados” en el plantel. Hoy en día, con 30 años de edad, Pedrita despunta el vicio en el fútbol amateur, defendiendo los colores del Moto Escola FC, conjunto conformado por los trabajadores de una escuela de manejo. Pedrita es uno de ellos.

Lo que vuelve singular su historia, es que, lejos del neo-homosexual que intenta volverse “presentable” a los ojos de la sociedad (una especie de heterosexual burgués al que por esas cosas de la vida le gustan los hombres), Pedrita responde a los improperios reforzando los estereotipos de manera paródica: le tira besos y le hace poses provocativas a las hinchadas que lo insultan, camina en puntas de pie por la cancha, les tira onda a los defensores que lo marcan, tira vueltas carnero en pleno partido, cuándo le toca un marcador recio simula estar asustado y asume gestualidades femeninas; en resumen, un jugador al que no le asusta estar más cerca de la tradición queer (“los homosexuales, locas, locas, zzzzziiii”) que de la gay. De paso, dicen que su sistema brinda excelentes resultados para incomodar y desconcentrar a las defensas rivales. En el marco modesto de aquella competición regional, Pedrita es un goleador de fuste. Obviamente, afirman los observadores, esto no se debe solamente a su recargada performance teatral sino a las evidentes condiciones futbolísticas de nuestro héroe.

8. Héctor Rodolfo Veira

Uno que no salió voluntariamente del clóset y al que incluso sería osado incluirlo en alguna clasificación que quisiera describir certeramente su identidad sexual. Pero sí sabemos que la Justicia lo encontró culpable de intentar violar a un chico de 11 años que se había acercado a pedirle un autógrafo. En rigor de verdad, Veira había sido en primera instancia declarado culpable de corrupción de menores y tentativa de violación, pero tras una apelación de la familia del niño se lo condenó por un delito más grave, el de violación lisa y llana, que obligó al DT a ir a la cárcel. Sin embargo, una segunda revisión judicial redujo la pena al recaratular el hecho nuevamente como un intento no concretado. Entonces, poco menos de un año después de ingresar al penal de Devoto, el “Bambino” recuperó su libertad por haber cumplido una parte proporcional de la nueva (y más leve) condena. Si nos atenemos a la entidad de la cosa juzgada podríamos decir entonces que la justicia sacó del closet a Veira y reveló así su desvío de la norma heterosexual. Esto sin recurrir al profuso anecdotario de rumores, al que si le hiciéramos caso, nos llevaría a concluir que Sebastián Candelmo fue la pareja de menor edad, pero no la de menor estatura que tuvo el entrenador (?).

A pesar de la habitual sanción social que tienen los abusadores de menores, Veira consiguió no solamente regresar a la dirección técnica al salir de prisión, sino también reciclarse como un personaje mediático simpático y dicharachero. Algunas voces minoritarias señalan de tanto en tanto la inconsistencia de esa aceptación popular del Bambino, que de alguna manera demuestra esa especie de salvoconducto del que gozan los ídolos. La aparición mediática de su víctima, devenida en una travesti años después, les dio letra a los apólogos del entrenador, que recurrieron a la vil maniobra de culpar al acusado.

Sin embargo, para nosotros la reflexión sobre la sexualidad de Veira no puede agotarse en la previsible condena de sus actos. Va de suyo que el abuso de menores es un delito muy pesado, que deja dolorosas marcas indelebles en la víctima. Pero nos parece necesario dudar sobre los valores de una sociedad hipócrita que erige a cierto crimen específico en la encarnación de todas las aberraciones (más allá de que el Bambino haya zafado de esa estigmatización por su hábil manejo mediático). Hasta el punto de que el ciudadano medio, tan seguro de su bonhomía, pueda celebrar abiertamente la penalización extracurricular que los pedófilos sufren en los pabellones carcelarios. Curiosamente, los verdugos de turno son aquéllos a los que en otra conversación el mismo ciudadano medio consideraría lacras humanas pasibles de ser eliminadas. La pregunta es: ¿si les metemos bala a los pibes chorros, quién se va a violar a los pederastas en la cárcel? (?)

Al fin y al cabo, sin disculpar el enorme daño que inflige, el pedófilo es una víctima de su deseo perverso, incompatible con un partenaire en igualdad de condiciones. Eso es más interesante y más trágico de lo que puede decirse de otras especialidades criminales, que destruyen vidas por lucro o aburrimiento. Más allá de las consideraciones morales, el Bambino Veira es nuestro Oscar Wilde (?). Ambos fueron condenados por tener relaciones sexuales con un menor de su mismo sexo, ambos nos deleitaron con decenas de sentencias ocurrentes y memorables, llenas de humor y capacidad descriptiva. Y como si fuera poco, el Bambino jugaba muy bien al fútbol y fue un excelente entrenador. En tu cara, Oscar Wilde (?).

9. Olivier Rouyer

Aún sin contar casos de bicuriosidad como el de Pelé, tampoco es estrictamente cierto que Hitzlsperger sea el primer mundialista abiertamente homosexual. Tal blasón le corresponde al delantero francés Olivier Rouyer, que formó parte de la escuadra gala que jugó la Copa en nuestro país durante la última dictadura militar. Rouyer era suplente, pero ingresó durante el juego contra Italia y tuvo el honor de calzarse la de Kimberley (?) al ser titular ante Hungría, partido que su selección jugó ya eliminada.

Claro está, si Hitzlsperger y tantos otros aguardaron a retirarse antes de hacer pública su sexualidad, Rouyer fue mucho más allá en la tramitación de su secreto: recién salió del clóset en 2008, varios años después de completar también su carrera como director técnico. Más aún, Rouyer denunció entonces que en 1994 había sido expulsado de su puesto de entrenador en el AS Nancy por su condición sexual y no por su desempeño profesional. No lo salvó ni que fuera el mismo club en el que se había destacado como jugador, en el que había sido protagonista del logro más importante de la historia de la institución, el título de la Copa de Francia en 1978. Sin embargo, una nueva dirigencia en el club lo desagravió como se merecía y le organizó un encuentro homenaje en 2011, cuando su homosexualidad ya era pública, con la participación de glorias como Zidane, Platini, Barthez y Deschamps.

10. Pamela Bocanegra, “La Iguana”

La presencia de esta jugadora es en realidad un homenaje al equipo que integraba, “Las Regias”. Surgido casi como una broma, en una noche de juerga caleña, cuando un grupo de travestis de esa ciudad colombiana siguieron de largo y se fueron a jugar un picadito a plena luz del amanecer. Se divirtieron tanto que quedó la idea de armar un equipo de fútbol, pero con el tiempo la idea fue ganando seriedad y transformándose en un modo de militancia. A través del fútbol, este equipo de travestis y transexuales aprovecharía para denunciar los atropellos sufridos a manos de la policía o meros transeúntes, y a la vez recaudar para solventar los gastos médicos de los miembros de la comunidad LGBT de Cali, especialmente de los enfermos de SIDA. La mayor parte de sus partidos fueron ante equipos de mujeres, ya que los varones no aceptaban enfrentarse con ellos.

Estos cotejos eran un verdadero espectáculo, aunque no por causas futbolísticas. La mayoría de sus integrantes no abandonaban su peculiar tesitura estética ante la vida para pisar el campo: las extensiones, los lápices labiales, el maquillaje, no eran omitidos a la hora de salir al ruedo. Como en el caso de “Pedrita”, la forma de combatir el prejuicio era exagerándolo farsescamente, teatralizando la gestualidad de esa femineidad anhelada, exasperando las provocaciones, como al festejar un gol pelando las siliconas. De hecho, muchas de las jugadoras de Las Regias eran pésimas jugadoras y no sufrían en lo más mínimo por ello. El fútbol no era para ellas un desafío competitivo, sino un escenario para deconstruir las marcas de ese mundo macho que las estigmatizaba.

Este enfoque acaso generara algunas discrepancias internas, con otras jugadoras para quienes su orientación sexual no les había impedido disfrutar del fútbol durante la adolescencia. En el escaso material de video disponible de Las Regias se puede ver a estas futbolistas avezadas desplegando enjundiosamente sus notables condiciones sin encontrar demasiado eco en sus compañeras. Es el caso de “La Iguana”, verdadera mole de rostro afroindio y dientes desparejos, que contrastan con sus mohínes de hembra y sus interminables rulos rubios, teñidos desde luego. “La Iguana” llegó a desempeñarse con probidad en varios equipos juveniles, experiencia que todavía se vislumbra en cada gambeta, en cada pase criterioso, en cada finta bien resuelta que demuestra jugando para Las Regias. Aunque durante su adolescencia todavía no se travestía, fue su apetencia por los varones lo que signó su alejamiento del fútbol competitivo. Un entrenador lo descubrió durante un manoteo subrepticio en los vestuarios (que, cabe aclarar, no había sido rechazado sino bien recibido por su compañero de equipo). Se le evitó el escándalo público, pero fue expulsado del club, tras lo cual nunca volvió a intentar dedicarse al balompié profesional.

Tristemente, la prostitución, el narcotráfico de poca monta y la peluquería son las limitadas opciones laborales que les quedan a los travestis colombianos, algo muy similar a lo que sucede en la Argentina. Esta complicada situación terminó marcando el fin de Las Regias. Los partidos solían organizarse los domingos; entre las que trabajaban hasta tarde el sábado a la noche, y las que tenían un día atareado y lucrativo, crucial para su frágil subsistencia, el propio domingo, en los salones de belleza, la convocatoria fue mermando. Primero se reconvirtieron en un equipo de fútbol 5, pero incluso esta adaptación terminó siendo inviable. Quedará el recuerdo de su valentía y su desparpajo; además de la nueva cancelación de los sueños futboleros de esa talentosa loca rulienta que se hace llamar “La Iguana”. La historia de Las Regias quedó registrada además en este excelente documental de la Universidad del Valle.

11. Anton Hysen

Son tan pocos los futbolistas que se han animado a salir del clóset que para completar esta nómina nos tenemos que remontar hasta el ascenso sueco. Anton Hysen, defensor del modesto Utsiktens BK, tiene cierto reconocimiento en su país por ser hijo de Glen Hysen, futbolista de renombre en las décadas de 1980 y 1990, durante las cuales fue convocado regularmente a la selección sueca (jugó el mundial de Italia) y defendió clubes reconocidos por toda Europa, como el PSV Eindhoven, la Fiorentina y el Liverpool (de hecho, su hijo nació en la ciudad del Merseyside, aunque ostenta nacionalidad sueca). Por suerte para Anton, su famoso padre conoce y respeta la elección sexual de su hijo; de hecho, es el DT del equipo en el que se desempeña.

A pesar de que Suecia suele ser presentada como un paraíso de progresismo y tolerancia, la homofobia no ha desaparecido. Tras la confesión de Anton, su padre recibió mails ofensivos de hinchas que amenazaban con dejar de ir a ver al equipo “hasta que no separe a su hijo puto del plantel”. Todavía resuena en la memoria del país escandinavo la muerte por apuñalamiento de Peter Karlsson, un jugador abiertamente gay de hockey sobre hielo, a manos de un joven neonazi en 1995. Lejos de aquellas preocupaciones, Anton Hysen pasa su vida haciendo lo que los homosexuales de bien hacen hoy en día (?): participó del “Bailando por un sueño” de Suecia, con singular éxito, ya que fue el ganador de la edición de 2012. Como los salarios del ascenso sueco no son especialmente jugosos, antes de pegarla con el berretín del baile televisivo, el defensor siguió el camino de su arco iris (?) trabajando como albañil. De hecho, la organización de Qatar 2022 se mostró dispuesta a despejar las acusaciones de homofobia invitando a Anton a participar en la construcción de los estadios para el mundial que se jugará en aquel país (?).