Punto que no conforma

Banfield, uno de los animadores del presente Torneo Apertura, recibía en el Florencio Sola a Atlético Tucumán, a la búsqueda de los tres puntos que lo transformaran en líder provisorio. El empate 1 a 1 lo deja en ese lugar, pero sin superar la línea de Estudiantes, por lo que termina siendo un castigo a su falta de efectividad. Parte de eso puede vinculárselo a la ausencia del socio de Silva, Sebastián Fernández, convocado por Tabárez a la selección charrúa. Por el lado tucumano, recibió la lección luego del cachetazo frente a Newell´s, reprimiendo los deseos de atacar y privilegiando el orden defensivo.

chinesseluna

Contra todos los pronósticos, el primer partido de este miércoles no fue un partido de miércoles (?). Faltando 5 minutos, Tigre remontó una diferencia de 2 goles frente a un Huracán al que le resonará el “que bolú, que bolú” en la vuelta a casa.

 

Tigre 2 – Huracán 2

El principal escollo que tenía que vencer el equipo de Cagna era, básicamente, contra su propio ánimo. Tras una seguidilla de 6 derrotas, no se esperaba mucho de un equipo al que parecía que si le hacían el gol no se podía levantar. En el Globo las cosas parecían estar aclarándose luego de sufrir con los resultados, tras haber conseguido su primera victoria en el torneo en la pasada fecha frente a Racing. Pero hubo dos partidos.

En el primer tiempo, Huracán apostó nuevamente a resurgir de sus cenizas y le salió muy bien. Todo fue del conjunto de Cappa, que aprovechó espacios, realizó desmarques y mostró una gran solidaridad a la hora de atacar. La novedad estaba en el esquema: 4 defensores, un volante de contención (Esmerado) y 5 jugadores libres adelante que se iban rotando los puestos de ataque, ninguno con posición fija, muy parecido a lo que practicaba Luciano Spalletti en la Roma (cuando no jugaba Vucinic), hasta la llegada de Ranieri. Esta nueva variante pareció desorientar a los defensores del Matador, que no podían agarrar a los movedizos atacantes que, encabezados por Rodrigo Díaz, llevaban peligro al arco de Islas. El propio Rengo fue quien habilitó aTrecarichi para que cabeceara al gol –luego de una seguidilla de 12 pases- y abriera la cuenta. Más tarde, el hermano del Román irascible (?), recuperó una pelota en mitad de cancha y tras una buena maniobra individual, se despachó con un derechazo de media distancia que abrió la brecha de distancia a 2 goles. Hasta ahí, parecía partido terminado. Pero –nunca hay que subestimar el poder de un pero-, pese a la notoria superioridad en cuanto a funcionamiento, Monzón era uno de los puntos altos, debido a que Tigre llegaba muy seguido. Primero con pelotazos y después, tras el ingreso de Morel por Fondacaro, mostraba algunos atisbos de buen juego asociado.

El complemento sirvió para darse cuenta de que algunas veces, el músculo puede más que el cerebro. Y los 11 titulares de Huracán (mas algunos relevos) casi no hicieron pretemporada.¿Qué pasó? Se cansaron Trecarichi y Díaz, Toranzo se dedicó a jugar de Martín Gramática y tras el ingreso de Trecco y Luciano Nieto, se evidenció el por qué de la táctica de Ángel. Cagna, ni lerdo ni perezoso, aprovechó la merma física del rival y explotó un recurso que en el pasado le había traído buenos resultados: el centro y la pelota parada. Hay que decirlo lo más académicamente posible: Huracán defiende como el orto (?) y Esmerado le hará honor a su apellido para distribuir medianamente bien la pelota, pero para ser Bolatti le falta un buen laboratorio dispuesto a alterar algunas cuestiones genéticas (?). ¿Qué pasó entonces? Pasó que el Globo, en lugar de defenderse con la pelota –como demostró que lo sabe (o al menos sabía) hacer- se defendió tirándose para atrás. Y no es un equipo que pueda apostar al contragolpe: no debe ni sabe salir rápido de atrás. Simplemente porque la velocidad del traslado contrasta con el toquecito cansino que tiene como objetivo nublar la resistencia. Morel aprovechó la campana de Gauss (?) que se generó entre la última línea y el mediocampo y en una jugada de papi fútbol habilitó a Arruabarrena, quien con un toque asistió a Luna, que a su vez con un toque mandó la pelota a la red. Antes, la polémica se había hecho presente cuando en una confusa jugada Monzón salvó el gol en la línea para unos, adentro del arco para otros. Pecado de Cappa: mandar el mensaje de cuidar el resultado sacando a un volante-delantero y metiendo a un defensor. Matías Giménez hizo uso de su gran pegada para usufructuar el nulo coeficiente que tiene el Globo en pelota parada y Arruabarrena, en dudosa posición, mandó al gol un cabezazo que puso las cosas iguales. No quedó tiempo para nada más y finalmente el Matador festejó como un triunfo el sumar un punto después de un mes y medio. Para el Globo resignación y una lección: cuando la máxima está tan publicitada, se debe ser consecuente hasta en el pantano de la miseria más ingrata.


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