Se llama Atlético, perdió una casi final por su liga local contra el segundo pero consiguió clasificar al Mundial de Clubes. ¿Ucronía, historia paralela, se empiezan a borrar las orejas de Angel Di María? (?). Nada de eso, un cruce peculiar entre fútbol y geopolítica.

Hace dos semanas, un equipo se jugó la posibilidad de ganar la liga de su país. Pero el compromiso no era nada fácil. Tenía que ir a jugar de visitante a la cancha de su inmediato escolta, que lo perseguía a tres puntos. Como si esto fuera poco, este mismo equipo del que hablamos en primer término tenía la enorme expectativa de clasificar por primera vez al Mundial de Clubes. Esa inexperiencia contrastaba con la de su rival de hace dos semanas, que supo edificar actuaciones muy destacadas en ese certamen intercontinental.

El equipo al que le dedicamos este post, tiene historia en la liga española, en la que ha sabido enfrentarse contra el Real Madrid y el Barcelona. Como varios andarán adivinando, este club se llama Atlético y a continuación menta el nombre de su ciudad de origen. Su camiseta es roja y blanca a rayas verticales.

El Atlético perdió estrepitosamente ese compromiso directo contra el segundo de la tabla, pero sin embargo, tuvo revancha y consiguió la ansiada clasificación al Mundial de Clubes. ¿Se volvió loco el posteador? De ninguna manera, o no por eso al menos (?). Aunque recurriendo a pistas engañosas, todo el tiempo estábamos hablando del Moghreb Atlético Tetúan, flamante campeón de la liga marroquí (y por ende clasificado al Mundial de Clubes de este 2014 como representativo local), que en la época en que su ciudad era colonia española participaba del sistema futbolístico del país ibérico y llegó a participar un año en Primera División, durante la temporada 1951-52. El resto, fueron coincidencias notables que presentó el calendario de este año, en especial la pelea por el título doméstico con el Raja Casablanca, sorpresivo subcampeón de la edición 2013 de la Intercontinental ampliada (?). Para brindar más detalles de esta historia, hay que contarla por lo menos en dos partes, una del pasado lejano y otra del pasado cercano, ese que algunos insisten en llamar presente.

DE ANTAÑO

La ciudad de Tetuán se encuentra en el norte de Marruecos, en la región del Tánger, a pocos kilómetros de Ceuta y muy cerca del estrecho de Gibraltar, punto de encuentro entre Europa y África a la vez que estratégica vía de comunicación entre el Mar Mediterráneo y el Atlántico. Ante el establecimiento británico en Gibraltar, los despojados españoles aplicaron un principio básico que se aplica irrevocablemente a todas las escalas humanas desde la geopolítica de los estados hasta las peleas en el recreo durante el colegio primario: si un grandulón se aprovecha de alguien inferior mediante la violencia nunca hay que responderle frontalmente, sino buscarse alguien más desválido aún para continuar hacia abajo la cadena de tropelías (?). Es así que España buscó el control de la conexión atlantico-meditérranea que había perdido en Gibraltar desembarcando en Marruecos. Un primer intento de conquistar Tetuán se dio en 1860. Aunque la ocupación fue revocada dos años después, los españoles ya controlaban varios territorios aledaños (incluidos Ceuta y Melilla, enclaves coloniales que se mantienen hasta hoy). En 1912, Francia y España se repartieron el actual territorio marroquí bajo la fórmula del Protectorado, un eufemismo que tras la figura de un sultán ferreámente controlado por los ocupantes, escondía la reedición del coloniaje. Dentro de esa repartija, Tetuán quedó naturalmente dentro de la zona española.

Cinco años después del establecimiento del Protectorado, en la ciudad se fundaron los primeros clubes de fútbol, el Tetuán Club de Fútbol y el Hispano-Marroquí, que pocos años después se unieron junto a un tercer integrante (el Radio Fútbol Club) para fundar por fin al Athletic Club Tetuán. Sin embargo, esta entidad no tuvo demasiada regularidad ni en la competencia ni en lo institucional. Es objeto de debate entre los especialistas (?) si se puede considerar a aquel como el mismo club que en 1933 comienza a participar de manera más permanente con el mismo nombre aunque ahora españolizado, de Atlético Club Tetuán, ya con sus tradicionales colores rojo y blanco a rayas verticales en la casaca y pantalones azules, acaso un homenaje al fugaz pasado colchonero de uno de sus fundadores, Fernando Fuertes de Villavicencio, ahora devenido teniente militar. Curiosamente, en sus años de futbolista se desempeñaba como extremo izquierdo, una tendencia que quedó claramente restringida al verde césped (?), ya que después fue miembro de la Falange y funcionario del franquismo, incluso hasta después de la muerte de Franco (?).

En esos primeros años de existencia, el Atlético Tetuán participaba de la Copa del Califa, pero claro, por el singular dispositivo colonial vigente esa competencia de nombre islámico formaba parte en realidad del sistema futbolístico español. De esa manera, al consagrarse por primera vez campeón de Marruecos (de la parte española solamente cabe aclarar, en Francia era otro cantar) en 1935, el conjunto del Tánger consiguió clasificarse a la Copa de España, que hasta aquel año se llamaba “Copa del Presidente de la República”. En ese primer desafío a escala nacional, el Tetuán superó a sus casi vecinos canarios de Tenerife, antes de quedar eliminados en la ronda equivalente a 64avos de final por el CD Malacitano, el equipo que hoy conocemos como Málaga.

Al año siguiente comenzaría la guerra civil española, en la cual la plaza marroquí no sería ajena al desarrollo dramático de los acontecimientos. De allí surgiría el levantamiento fascista de Franco, que además sumó como carne de cañón a millares de salvajes guerreros africanos que despojados de cualquier autonomía sirvieron tristemente contra la causa libertaria. Tras la victoria franquista, el fútbol se fue recomponiendo al ritmo de un país aplanado por la tiranía, mientras las inestabilidades causadas por la segunda guerra mundial suscitaban en Marruecos intensos movimientos independentistas que lamentablemente deberían esperar mucho más allá del fin de la conflagración planetaria para ver satisfechas sus expectativas. Al reanudarse el balompié en España, el campeonato marroquí funcionaba como una especie de liga regional de ascenso. Desde allí, el Atlético Tetuán fue hilvanando excelentes resultados hasta llegar en 1946 a Tercera División y en 1949 a Segunda, la antesala a la divisional de honor del fútbol español. No le costó aclimatarse a los recienvenidos, que en su segundo año de competencia obtuvieron el título de forma resonante, relegando a clubes como Salamanca, Hércules y Las Palmas.

La temporada 1951-52 sería entonces la que marcaría el pasaje por primera de Atlético Tetuán que le dio algo de sustancia a este artículo (?). En la copa nacional, rebautizado con el espantoso nombre de “Copa del Generalísimo”, sin (?), el conjunto de proveniencia marroquí llegaría a los cuartos de final, aunque de forma poco heroica, ya que lo hizo sin jugar ningún partido (!). Pero claro, la trampita es que ahí lo emparejaron con el Barcelona, que le ganó 3-1 en África y 4-1 en Europa. Y dicen que las estadísticas de posesión fueron aún más contudentes (?).

Ya en la Liga, el Atlético Tetuán consiguió resultados bastante decorosos en su estadio, también conocido como estadio de Varela, quedaba al lado de la terminal del 148 (?), el ramal transatlántico que engancha hacia África por acceso sudeste (?). En ese escenario, como decíamos, la cosecha fue aceptable, el Tetuán ganó seis encuentros, empató cinco y perdió cuatro. Entre esos resultados, destacaron un contundente 4-1 a los colchoneros -ahora entendemos porque le huyeron con temor a la revancha en diciembre de 2014 (?)- y un 3-3 frente al Real Madrid. En este encuentro, los merengues llegaron a ir en desventaja por dos goles, pero con la evidente ayuda de un árbitro que inclinó la cancha para la visita (hay cosas que no cambian haya república, consejos obreros, dictadura, monarquía constitucional o asambleas de indignados) los madridistas alcanzaron la igualdad. Este año se puede venir la hora de la compensación, es clave que asuma Caruso Lombardi en el Tetuán y le labure la cabeza al árbitro con ese choreo ancestral (?). El Racing de Santander fue otra de las víctimas del poderío ofensivo demostrado por la dupla conformada por Julián y Chicha cuando jugaban de locales: el 5-1 marcó el mejor resultado de los protagonistas de este post en su paso por la Primera División.

Lamentablemente, una vez traspasadas las fronteras continentales, el desempeño deportivo del Atlético Tetuán fue estrepitoso. No sabemos si fueron las atracciones de vida disoluta que reinaban en la libertina tierra de Franco (?), los mareos de los viajes en barco o si simplemente sus futbolistas eran unos perros: la cuestión es que la actuación de nuestros héroes fuera de casa resultó una condena irrevocable al descenso: catorce derrotas en quince cotejos, vergonzosa marca apenas atenuada por una victoria en tierras gallegas ante el Deportivo La Coruña. También vencieron al Depor en su cancha, con lo cual pueden vanagloriarse sin bolacear que tienen de hijos a los huéspedes de Riazor. Entre las caídas sufridas fuera de casa, algunas alcanzaron guarismos insólitos, con la venganza de sus tocayos de Atlético Madrid como máximo exponente, un 8-0 inapelable. No fue un caso aislado: el Celta les clavó siete, el Valencia cinco e incluso los mediocres rivales en la lucha por la permanencia, Racing de Santander y Las Palmas, les convirtieron de a cuatro. Curiosamente, ante el Barcelona (campeón, máximo anotador de la temporada, con varias goleadas en su haber y Ladislao Kubala como principal figura) el desempeño como visitante fue muchísimo más digno: un ajustado 2-3, el encuentro más parejo de los cuatro que disputaron en aquella temporada el Tetuán y el Barça (recordemos que se cruzaron previamente en la copa).

El conjunto del Tánger quedó último y descendió junto con los canarios de UD Las Palmas, una clara demostración de que en Europa ya por entonces no querían africanos (?). Mientras tanto, el Barcelona, como decíamos, se consagró campeón y el Athletic de Bilbao fue su escolta, algo rarísimo porque se sabe que los culés no ganaron nada durante el franquismo a manera de protesta (?) y los vascos mucho menos, de hecho eran un club chico hasta que llegó Bielsa a dirigirlos (?).

La mala experiencia en Primera no desanimó al Atlético Tetuán, que volvió a ser protagonista en la segunda división en 1952-53: finalizó tercero en su zona y accedió a las promociones, que por aquel entonces no eran cruces mano a mano sino un hexagonal a doble rueda. Nota aparte, hermosa idea para implementar en Argentina y redramatizar los descensos (?). Allí peleó hasta el final y sólo se le frustró su regreso a la liga de honor por el sistema de desempate, que confesamos que no sabemos cual era (?), suponemos que ventaja deportiva: el cuadro tetuaní sacó los mismos puntos que el Celta (¡y hasta mejor diferencia de gol!) pero los vigueses mantuvieron la categoría. Al año siguiente, la campaña fue más cualunque. Sin embargo, en 1954-55, el Atlético Tetuán recuperó sus bríos y peleó arriba, aunque volvió a escapársele el ascenso, esta vez por partida doble: primero por un punto ante el Murcia en la fase regular y tan luego en la promoción subsiguiente (otra vez el hexagonal susodicho). En la temporada subsiguiente, no pudo repetir su campaña aunque estuvo cerca de clasificar otra vez a la promoción. Queda claro en este recuento que más allá de que el Atlético Tetuán jugó un año sólo en Primera, hacia 1956 se había convertido en un animador persistente del ascenso español.

Hasta que ese año llegaría por fin la ansiada independencia de Marruecos, otorgada simultaneámente tanto por Francia como por España y los años ibéricos del Atlético Tetuán terminarían. Sus derechos federativos pasarían al Ceuta, conjunto domiciliado en el enclave africano que los españoles mantuvieron por las dudas (?) y que ha disputado varias temporadas en la Segunda División. Pero el nombre, los hinchas, los colores y hasta el estadio de Varela quedaron para un refundado المغرب التطواني (?) es decir “Atlético Tetuán”, que le agregó un Moghreb intercalado a su nombre para ajustarse a la nueva predominancia arábiga en la zona. Aún con esa adaptación, en una ciudad que siguió manteniendo una gran cantidad de influencia española, incluso en el idioma, el equipo durante mucho tiempo fue visto con malos ojos por los nativos. O sea, básicamente estamos hablando de un equipo colonial y franquista (?) pero que nos cae bien porque: a) esto es fútbol; b) representan tiranías caducas del pasado y se medirán contra el Real Madrid que representa a la hegemonía capitalista vigente sin por eso renunciar a sus compromisos históricos con las tiranías caducas del pasado. Es que nadie quiso pagar la cláusula de rescisión (?).

El Moghreb Atlético Tetúan perdió entonces su sitial expectante en el fútbol español y tuvo que sumarse a la naciente liga independizada marroquí, en la que prevalecieron desde un principio los conjuntos que habían pertenecido al lado francés, como el FAR Rabat o el Wydad Casablanca. El equipo del Tánger quedó tan relegado que descendió en su primer año, demostrando que ya por aquel entonces la liga marroquí era igual de exigente que la española (?). Seguirían décadas marcadas por el ascensoreo, pero siempre con mayores estadías en la “B” que en la “A”. En los ’60 y los ’70 consiguió varios ascensos, contrarrestados por sus respectivos descensos (dos fueron inmediatos), pero luego desaparecería de los primeros planos por largo tiempo. Ni siquiera con una reestructuración grondonesca a mediados de los ’80, que extendió de 16 a 24 la cantidad de participantes pudieron regresar. En los noventas pasaron tres temporadas no consecutivas por la “A” pero no se quedaron porque no les gustó el mobiliario (?).

Los plateístas veteranos recordaban épocas de gloria y taladraban los oídos de los jóvenes hinchas incrédulos al grito de “¡yo a este equipo lo ví jugar en la primera… pero no de Marruecos, pibe…de España… acá se cagaron el Madrid y el Barsa, pasa que los referís nos afanaban siempre! ¡Y no me vengas con esos beduinos que juegan ahora! ¡Yo lo vi jugar a Chicha, pendejo!”.

Ese largo hiato deportivo nos permite tomar un respiro y aterrizar en el presente.

DE AHORA

Pasaron los años, pasaron los jugadores, pero lo que no pasa, Tetuán es mi pasión (?). En 2005, el Moghreb Atlético Tetuán regresó después de una ausencia de ocho años a la Primera División marroquí, ahora denominada Botola. Con ese logro, el club contabilizaba ya siete ascensos en su historia marroquí con sus consiguientes ocho descensos (recordemos que arrancó en Primera tras la independencia). Entre todas sus estadías anteriores, apenas había conseguido disputar catorce temporadas, nunca más de tres consecutivas.

Pero ahora las cosas serían diferentes. Reflotando su ligazón históricas, en 2007 se firmó un convenio con el Atlético de Madrid, con escuelita de fútbol y todo, que suponemos que tendrá algunas claúsulas draconianas secretas que favorecen al club colchonero. No se sorprendan si en los próximos días le reclaman su plaza en el Mundial de Clubes a la filial (?). Pero algún buen resultado les dio a los marroquíes el arreglo, ya que remodelaron el estadio de Varela y le pusieron un nombre árabe para disimular (?); dejaron de irse al descenso; se le animaron a la mitad superior de la tabla y hasta clasificaron a alguna copa internacional de segunda línea.

Ya con una inédita seguidilla en el lomo de siete temporadas en Primera, el 28 de mayo de 2012, hace casi dos años exactos, el Moghreb Atlético Tetúan alcanzaría por fin la gloria y se consagraría campeón marroquí por primera vez en su historia. Lástima que en aquel entonces se le dio un año temprano como para llegar a la lid máxima del fútbol de clubes, después de la Copa Perú, desde ya (?). Ya se sabía entonces que las ciudades de Rabat y Marrakech albergarían las ediciones 2013 y 2014 del Mundial de Clubes que otorgarían un lugar a los sendos campeones del certamen local en las temporadas que finalizarían en mayo de esos respectivos años.

Esta regla dispuesta por la FIFA tiene sus detractores, ya que con la excusa de arrastrar al público local con la presencia de un conjunto autóctono, admite la clasificación de un equipo sin méritos equivalentes a los de sus contendientes. No le faltan argumentos a esta postura, en la versión algo diferente que se disputó en 2000 en tierras brasileñas, el Corinthians se consagró campeón mundial sin haber ganado ni el año previo ni nunca antes la Copa Libertadores. Cosa que demuestra que la Libertadores es el torneo más difícil del mundo.

Ahora bien, sin negar la distorsión evidente que supone esta reglamentación, lo cierto es que el participante local suele ser un competidor más respetable que el campeón oceánico (sobre todo desde que Australia se trasladó a la égida de la federación asiática), está obligado a hacer méritos deportivos para llegar (ganar su liga, comparemos con el local en un mundial que clasifica sin jugar ni un partido) y para alcanzar una eventual consagración ecuménica está obligado a derrotar en fila a cuatro campeones continentales (lo cual en el caso de no haber batacazos adicionales implica cargarse al campeón de la Libertadores y al de la Champions League).

Es así como el Raja Casablanca, campeón de una Botola 2012-13 en la que el Tetuán quedó quinto, sorprendió al mundo el pasado diciembre. Su triunfo agónico en el debut ante el Auckland City neocelandés no brindó una impresión demasiado halagüeña, pero algunas cejas comenzaron a elevarse cuando superaron al Monterrey en cuartos de final en tiempo suplementario, aun a despecho de un buen arranque de los mexicanos y la eficaz potencia goleadora (?) de Basanta. La actuación en semifinales de los marroquíes fue directamente consagratoria. Aún con el atenuante de que un penal dudoso destrabó el resultado, el 3-1 conseguido ante Atlético Mineiro reflejó adecuadamente el dominio con el que el Raja asfixió al desorientado conjunto brasileño. En la final ante el poderoso Bayern Munich, los locales ya quedaron lejos de una nueva hazaña, aunque nunca renunciaron a inquietar a los bávaros con sus limitadas armas. Se despidieron con un 0-2 bastante más decoroso que el que se llevaron frente a los alemanes varios oponentes con más pergaminos en la Champions y en la Bundesliga.

¿Cómo es que este equipo que pareció tan por encima de la media marroquí e incluso africana no pudo repetir su faena en 2014? ¿Cómo se inmiscuyó el Atlético Tetuán en los planes casablanquinos (?) de reeditar su proeza? Acaso sean las ansias de vengarse de aquel afano de 1951-52, dirá algún cabulero, aunque siendo algo más realistas, es en la propia condición exitosa del Raja que podemos explicar su defección en buena parte de la temporada. Pero para el tropezón final, ahí sí que no encontramos mejores argumentos que los de la superstición.

En efecto, cuando se inició la Botola 2013-14, en agosto del año pasado, el Raja Casablanca estaba en cualquiera, léase preparándose para el desafío internacional que se le venía, aunque pocos, probablemente ni ellos imaginaran que se extendería por tantos partidos y tan encumbrados rivales. De esa manera, los bedawas (gentilicio de Casablanca) dejaron escapar muchos puntos en el arranque de la temporada, mientras el Atlético Tetuán sumaba a lo loco, sobre todo en un arranque sensacional con cinco victorias. Si bien después del arranque lerdo el Raja recuperó sus bríos y se acercó al liderato, en las semanas anteriores al mundial demostró que tenía la cabeza en otra cosa: perdió dos partidos que le impidieron darle caza al conjunto del Tánger, que atravesaba una crisis de resultados. El club con pasado en la liga española padeció siete partidos sin sumar de a tres, aunque tuvo la capacidad para empatar mucho y perder poco, una cualidad nada desdeñable en un certamen cuyo desarrollo se asemejaba al de la presente “B” Nacional, pero sin Banfield ni Halcón de Varela (?). Varios equipos se le arrimaban al Atlético Tetuán, incluso el Hassania Agadir lo alcanzó en la fecha 11, pero apenas se constituían en una amenaza comenzaban a perder y nuestros héroes (?) se alejaban muy lentamente, como Gran Papi (?), a fuerza de empates (!).

Cuándo empezó el mundial de Clubes, el club tetuaní prevalecía de esta mencionada forma precaria, pero el Raja Casablanca no parecía su principal preocupación: estaba a cinco puntos (aunque con un partido menos), pero en el medio había siete equipos. Y mientras el Raja postergaba sus compromisos ligueros y se volvía la comidilla de los seguidores del fútbol de todo el planeta con sus batacazos, el Mohgreb Tetuán, silenciosamente, volvió a ganar.

El 29 de diciembre de 2013 marcó el regreso del subcampeón mundial a sus compromisos domésticos, munidos de su nueva aureola. Pero evidentemente primó más la relajación entendible después de semejante logro. Quiso la casualidad que les tocara medirse contra el líder de la Botola, el Atlético Tetuán, que los superó por 1-0 y les bajó los humos de un hondazo. Por su mencionada participación en el mundial, el Raja Casablanca debía tres partidos, pero aún así, la distancia obtenida por el conjunto cuasi-europeo (?) era considerable: catorce puntos una vez completada la primera rueda, condición que se profundizó cuándo el Raja siguió demostrando su dispersión post-consagratoria y reunió resultados adversos al ir completando su fixture. En rigor de verdad, el subcampeón del mundo estaba de mitad de tabla para abajo en la liga marroquí (!), en el noveno lugar entre dieciséis participantes.

Pero como si esto fuera poco, a partir de febrero de 2014, el Raja tenía que lidiar con una nueva y tentadora distracción. Más allá del atajo al mundial por vía de la sede en Rabat y Marrakech, el título local del año anterior habilitaba a los bedawas a participar de la Champions africana. Con el agregado de que si llegaban a ganarla, le escupían el asado al campeón local, ya que la FIFA impide la participación de dos conjuntos de un mismo país en el Mundial de Clubes, en cuyo caso hubiera clasificado en su lugar el eventual subcampeón africano (junto con el Raja Casablanca como campeón). Cualquiera hubiera pensado que una escuadra que se había cargado al Atlético Mineiro y le había planteado equivalencias genuinas al Bayern Munich hubiera sido un candidato de fuste para una competición más modesta, pero no resultó así. Evidentemente, puede ser más fácil plantarselé a un gigante en casita, que tener que bajar a pelearse con todolonegro de Victoria África subsahariana (?). El Raja Casablanca pasó con holgura al representativo de Sierra Leona, pero se mancó tan pronto como en 16avos de final ante el ignoto Horoya de Guinea, que lo superó en los penales.

Esto fue a principios de marzo: el Atlético Tetuán había resistido los embates de varios perseguidores y seguía puntero, con 36 puntos. El Raja Casablanca, con dos partidos menos (su participación en la Champions africana volvió a desfasarle el calendario) tenía apenas 21, es decir que en el mejor de los casos podía quedar a nueve puntos. Y entre ellos y el líder había nada menos que nueve equipos, de los cuáles sólo alcanzaría a superar a tres ganando esos dos cotejos. Pero sin ningún compromiso lateral a la vista, el Raja recuperó su prestancia de subcampeón mundial y emprendió su gran caravana cerdovolante de “todavía sirve”. De sus siguientes doce partidos, ganó diez, empató uno y perdió uno, una impresionante racha de 31 puntos sobre 36 posibles. Los del Tánger bancaron la parada un par de semanas, hasta en un momento llegaron a sacar doce puntos aprovechando ese único resbalón del Casablanca en el medio de su engranada ofensiva, pero de a poco se le fue volviendo imposible mantener el paso. Con frecuencia empezaron a llegar los empates, más ocasionalmente una derrota (gran virtud del Tetuán este año fue empatar mucho y perder poco). Sus rivales directos de la primera rueda seguían más o menos esa misma tónica y le permitían respirar, pero el verdugo del Atlético Mineiro venía embaladísimo pasando a todos los obstáculos que se interponían entre ellos y el Tetuán.

El objetivo del Raja, sin duda, era llegar con chances al cruce directo de la fecha 29° (anteúltima) en Casablanca. Tres semanas antes, el Tetuán sumó su enésima igualdad y el Raja quedó a cinco puntos, al tiempo que saltó definitivamente al segundo lugar, dejando relegado a un Kawkab que había escoltado al Atlético durante todo el campeonato y que hubiera sido plenamente local en el mundial (son de Marrakech). La semana siguiente, el puntero volvió a empatar, mientras su perseguidor seguía ganando y alcanzaba por fin la distancia anhelada de apenas tres unidades.

Así estaba el panorama a falta de dos fechas, con un partido crucial entre los dos aspirantes que tendría lugar la misma semana que la definición de la liga española entre el Atlético de Madrid y el Fútbol Club Barcelona, lo que dio lugar a la engañifa retórica (?) del encabezado. Una digresión reglamentaria: en caso de igualdad de puntos, el certamen se dirimía por diferencia de gol, que favorecía al Raja Casablanca. Es por eso que una victoria del Raja les daría virtualmente el liderato, un empate dejaría al Tetuán al borde del título faltando una fecha y una victoria visitante directamente los consagraba como campeones.

Cabe aquí una confesión del posteador: hace meses que este texto se iba perfilando desde el terreno de la potencialidad hasta el de la concreción. Aquella tarde de consagración de los de Simeone en el Camp Nou hubiera sido ideal para reflotar la historia de la filial colchonera en Marruecos que había jugado la liga española en los ’50 y ahora podía volver a medirse con sus rivales de otrora en el Mundial de Clubes. Pero temimos a la mufa. ¿Cómo lograr que ese promisorio artículo no se transformara en el Cristian Colusso de los posts? Optamos por esperar el desarrollo de los acontecimientos. Y los acontecimientos más bien que al Atlético Tetuán lo arrollaron. En realidad, tuvieron el partido bastante controlado hasta que llegaron los cinco goles del Raja Casablanca (?). El 5-0 parecía una metáfora brutal de la diferencia entre un equipo que estaba a la altura de los grandes del planeta y otro que había tenido el atrevimiento de soñar. Los cinco goles habían estirado además en diez conquistas la distancia del saldo de tantos entre uno y otro (+ 26 contra + 10), con lo cual al Tetuán ya no le quedaba el recurso de recortar la diferencia con una goleada postrera. Uno ve los videos de ese partido entre los dos contendientes y no da la impresión de que faltara una fecha: tanto en el público, como en el cuerpo técnico y los jugadores locales se adivinan las fanfarrias de la consagración. El talante inversamente opuesto se vislumbraba en la cabeza gacha de los derrotados.

Nuestra prevención previa parecía justificada, nos habíamos salvado de ser catalogados una vez más de mufas, pero a la vez la historia pasada y presente del Atlético Tetuán se diluía, la podíamos presentar bajo el paraguas de “lo que podría haber pasado” pero eso habría tenido menos impacto que un documental sobre la participación de Defensores en el reducido de la B Metro y su ascenso al torneo de treinta equipos (?).

A pocos se les podía ocurrir que el Raja Casablanca podía mancarse. Con esa goleada había extendido su racha a 34 puntos de 39 posibles, con cuatro victorias seguidas y nueve partidos sin perder. Había vapuleado sin miramientos a su principal rival directo, el que había punteado el certamen durante todo el año. Cómo si esto fuera poco, debía enfrentar en la última jornada a un oponente débil y encima relajado porque se acababa de salvar del descenso: el Olympique Safi. Al mismo tiempo, era probable que el Atlético Tetuán siguiera muy golpeado después de la abultada caída y no pudiera recuperarse a tiempo, más allá de que se enfrentaba a un Rennaisance de Berkane que andaba por mitad de tabla.

Esta fecha definitiva tuvo lugar el pasado fin de semana, un día después de la final de la Champions League entre los dos viejos rivales madrileños del Tetuán en la liga española. Quiso el destino que los paralelismos con el otro Atlético que planteamos al principio se le retobaran a Euclides (?) y optaran por cruzarse en la recta final. Si la semana anterior había arrojado un festejo colchonero y un lamento de sus pares tetuaníes; en este caso los desenlaces se invirtieron. Contra todo pronóstico, el Raja Casablanca detuvo su imparable marcha ganadora ante el humilde Olympique Safi. El arquero del Raja salió a papar moscas y los de Safi pasaron al frente.

Mientras se daba este batacazo, el Atlético Tetúan conseguía cierta tranquilidad al sacar dos goles de distancia en su cotejo. Imaginamos la tensión creciente en el viejo estadio Varela (hoy estadio Saniat-Rmel), presumiendo que en cualquier momento iban a llegar las noticias de los goles de los de Casablanca, que no podía ser, que imposible. Pero los minutos pasaban impávidos, sin que el subcampeón mundial, sin que el verdugo opulento de la semana anterior recobrara la memoria. Al contrario, el único susto se vivió en el Tánger, cuándo llegó el descuento del Berkane. Pero ya no quedaba tiempo, el 2-1 no se modificó, como así tampoco el sorprendente 1-0 del otro estadio, y los ultras del Atlético Tetuán, que se siguen autodenominando “Los Matadores” pudieron celebrar el título y paladear un posible reencuentro futuro con sus adversarios merengues de otrora.

Antes, claro está, deberán superar el 10 de diciembre al campeón oceánico, que por cuarta temporada seguida será el Auckland City (superó agónicamente al Amicale de Vanuatú con un gol del argentino Emiliano Tade). El cuadro posterior lo determinará el sorteo, se sabe que ya están clasificados Cruz Azul, Real Madrid y San Lorenzo (?), falta definir el resto. Ante semejantes contendientes, al Atlético Tetuán no le sobra nada. Pero sí la sabe lunga de jugar en varios continentes (?).