Con un gran segundo tiempo de Riquelme, en el Cilindro de Avellaneda se cerró la jornada de jueves de la octava fecha del Torneo Apertura. Ante una multitud, Racing enfrentaba a Boca que la mano de Román pudo dar vuelta el partido y dejar, seguramente, a Racing sin entrenador.
Con un gran segundo tiempo de Riquelme, en el Cilindro de Avellaneda se cerró la jornada de jueves de la octava fecha del Torneo Apertura. Ante una multitud, Racing enfrentaba a Boca que la mano de Román pudo dar vuelta el partido y dejar, seguramente, a Racing sin entrenador.
A priori el partido no se presentaba como un canto a la estética digno de ser comentado por Theodor Adorno (?). Los presentes y pasados próximos de Racing y Boca no son precisamente lo mejor y lo visto en el primer tiempo entre ambos es un claro ejemplo de ello. Escasez de recursos para atacar, revoleos a diestra y siniestra y demás antijugadas (?) hicieron de a ratos el partido inmirable. En determinado momento ante una especie de contraataque de Racing se vio con claridad lo que era el partido: Racing no supo imprimirle velocidad a la contra, un par de jugadores se enredaron con la pelota y siete jugadores de Boca en retroceso corrían todos hacia el mismo lado. Todos atrás de la pelota como en Palermo en un 150 contra 150 (?). Horrible.
La clase de Tavio (!)
Y el partido transitó por esos caminos. Solo quedaba ver si Abondanzieri se copaba con algún pase como el que le dio a Lucero al principio del partido, o si Riquelme le ponía un centro en la cabeza a alguien, lo hizo con Viatri pero no la supo aprovechar. Boca trataba de descansar en la pausa de Román para generar peligro, el zurdo Gaitán estaba extremadamente recostado en la derecha y el resto corría atrás de la pelota. Uno de los recursos que sí quedaban a la vista eran los centros al círculo central pero Palermo no estaba (?). Hasta que sucedió algo que cambiaría el juego. Los hinchas de Racing entonarían un cántico xenófobo hacia la parcialidad boquense. Maglio lo oyó y suspendió el partido hasta que no pararan con el “boliviano, paraguayo”, etc. Luego de la reanudación del partido, un centro al medio del área de Boca y el último manotazo de ahogado de Caruso, el Flaco Caballero estiró la gamba para desviar la pelota e introducirla en el arco de un Abondanzieri que una vez más había quedado a contrapie. Gol de Racing y delirio en el Juan Perón y vuelta al cántico xenófobo pero esta vez Maglio no lo oyó.
Pero en el segundo tiempo cambió todo al minuto nomás. Battaglia la tira para adelante, Riquelme gana la posición, remata cruzado, la pelota es amortiguada por De Olivera, pega en el palo, recorre la línea, el arquero de Racing se queda esperando que entre (?) y Viatri, como si cortara la pelota con una tijera, se roba el gol de Román con plancha a lo Kempes contra Holanda en el 78 (?).
El gol lo desordenó a Racing e hizo crecer la figura de Riquelme. El mejor jugador de Boca comenzó a manejar la pelota y contagió al resto de sus compañeros. El propio Viatri encaró hacia el área de Racing, buscó la pared con Riquelme, Román tiró un taco genial que desarmó a toda la defensa de Racing y Viatri definió a media altura a un costado. Golazo de Boca y el 2-1 se reflejaba en la cara de impotencia de un Caruso que ya estaba pensando cual es el próximo fierrito caliente que podrá agarrar.
Mejoró muchísimo Battaglia en la contención y Racing decididamente no tenía idea qué hacer. Los cambios que intentó Caruso no le dieron resultado, y eso que puso a Grazzini y a Fariña (?). Pero a Racing, como en todo el torneo, no se le caía una sola idea y solo aspiraba a acercarse al área de Boca y a hacer un poco de quilombo allí. Y Boca estaba más tranquilo, se le presentó sencillito el trámite, hasta lo puso a Mondaini, ahí como que se zarpó ya (?), y solo se dedicaba a cortar los impetuosos avances de la Academia. De esta forma se evaporó el partido. Con la parsimonia xeneize y con la ansiedad de Racing. Boca logra de esta manera su segundo triunfo al hilo y respira un poco más en busca de su sueño copero (?). Racing seguramente se quedará sin técnico pero al menos dejará este tendal de monstruos que Caruso sí supo conseguir para revertir su triste presente.
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