En 1991 Ghana se consagró campeón mundial sub17. Su gran figura era Nii Lamptey, quien rápidamente fue nominado por Pelé como su sucesor. Claramente O Rei se equivocó, pero no fue por su exclusiva culpa, ni tampoco del ghanés.

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El 31 de agosto de 1991 Ghana venció a España por 1 a 0 y obtuvo el Mundial sub17 disputado en Italia. Uno de los jugadores del campeón fue elegido como el mejor del certamen en desmedro de otros futbolistas que luego tuviero trayectorias más importantes, como Alessandro del Piero, Samuel Kuffour, Marcelo Gallardo y Juan Sebastián Verón. El nombre de ese Balón de Oro era Nii Odartey Lamptey, quien a pesar de tener sólo 16 años ya no era un completo desconocido en el mundo del fútbol.

Nii Lamptey nació en Tema, Ghana, el 10 de diciembre de 1974. Desde chico mostró aptitudes para el fútbol, y desde chico, también, tuvo una vida de mierda. Nii, cuyo nombre significa Rey, tuvo una infancia atormentada. Tanto su padre, alcohólico, como su madre solían golpearlo y obligarlo a traer plata a su casa del modo que fuese. Las cosas fueron peores cuanto Lamptey cumplió 8 años. Sus padres se separaron y su madre abandonó el hogar.

Su padre volvió a casarse y a su nueva esposa mucho no le iba la onda de las familias integradas. Resultado, más palizas para el pibe, que al crecer pudo evitar llorar, en una especie de demostración de dignidad. El padre ante esa nueva fortaleza de su hijo decidió que ya no tenía sentido golpearlo. Por lo que optó por quemarlo con cigarrillos, a la vez que seguía atormentándolo psicológicamente. El propio Lamptey contó años después que solía escaparse de su casa y dormir en las calles para evitar los malos tratos.

Sólo el fútbol le daba una oportunidad de sonreir a Nii. Ya radicado, junto a su padre, en la ciudad de Kumasi, finalmente se fue de su hogar para vivir en el club en el que había comenzado a jugar, el Kaloum Stars. Esta era una institución musulmana, por lo que Lamptey debió convertirse a la fe de Mahoma. La familia de Lamptey era cristiana, por lo que el padre encontró un nuevo motivo para romperle las pelotas al pibe, y así caía en los partidos para putearlo, o directamente se presentaba en la mezquita a la hora de la oración para interrumpirlo. Tiempo después se reconcilió con su padre, poco antes de que este muriera, y se reconvirtió al cristianismo.

En 1989, con 14 años, Lamptey fue parte de la selección de Ghana que participó del mundial sub17 disputado en Escocia. Si bien las Estrellas Negras quedaron fuera del torneo en primera ronda, varios equipos pusieron el ojo en un pibito que mostraba potencia, habilidad, una personalidad más que interesante y que parecía destinado a grandes cosas. Vasco da Gama, Glasgow Rangers y Anderletch, fueron esos clubes.

Al volver del mundial la federación ghanesa, previendo una eventual fuga de sus juveniles los internó en un campamento incautándoles los pasaportes. Anderlecht envío un representante para intentar contratar a la nueva joya africana. Según Lamptey los dirigentes de la federación intentaron arrestar al emisario por la “osadía” y fue su alegato el que lo salvó de ir a prisión.

Dos semanas más tarde el campamento fue disuelto, y Lamptey decidió irse con el agente a “hacerse la Europa”. Sin pasaporte la salida del país no parecía ser sencilla, pero Nii había guardado los viáticos que le habían dado en Escocia.

“No le conté a nadie, ni siquiera a mis padres. Tomé el poco dinero que tenía y fui a la estación de micros y encontré un chofer que iba a Nigeria. Le dije que no tenía pasaporte pero que quería ir a Lagos. Me contestó que si podía pagar me llevaría y me haría pasar por su hijo”

Tras un viaje que llevó más de 24 horas, y en las que atravesó Benín y Togo, debiéndose esconder detrás del asiento en cada puesto fronterizo, Nii Lamptey arribó finalmente a Lagos. Allí se encontró con el representante de Stephen Keshi, un futbolista nigeriano que jugaba en Anderlecht, y que telefónicamente le había recomendado ese club a Lamptey. De algún modo se truchó un pasaporte, haciendo pasar a Lamptey como hijo de Keshi, posibilitando la llegada del jugador a Bélgica. Lamptey contó años más tarde que debido al pasaporte falso los belgas no creían que se tratase de él y lo sometieron a una prueba para que demuestre sus condiciones y quién era en realidad.

Finalmente en 1990, con 15 años, debutó en la liga de Bélgica jugando para el club más grande del país. Lamptey había conseguido zafar de una familia que no lo quería, pero sin saberlo estaba metiéndose en otro calvario, el de los representantes.

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Las cosas no obstante en ese momento parecían acomodarse para Nii. Habitual titular en Anderlecht, llegó al mundial juvenil sub17 de 1991, a disputarse en Italia, como la gran figura de un interesante equipo ghanés. El torneo en el que se instauró la prohibición par los arqueros de agarrar con la mano la pelota tras un pase atrás, y también la fallida línea de offside a la altura del área grande, sería el de la consagración de Lamptey a nivel mundial.

4 goles marcó el pibito -en realidad todos lo eran- y fue elegido el mejor jugador de la competencia, a la vez que pudo levantar el que fue el primer título ghanés en una competición futbolística mundialista. La fama del ghanés iba en ascenso y no sólo Pelé lo nombró su sucesor, sino que hasta el New York Times le dedicó, casi un año más tarde y en la previa de Barcelona 92, un artículo a la nueva estrellita, en épocas en que el fútbol ni siquiera contaba con una liga en los Estados Unidos.

En ese mismo 1991 Nii Lamptey debutó en la selección mayor de Ghana en un encuentro ante Togo por las eliminatorias de la Copa Africana de Naciones de 1992. Los ghaneses, cuyas estrellas eran Abedí Pelé y Tony Yeboah, ganaron 2 a 0 pero Lamptey dejó el campo de juego aterrorizado. En medio del partido comenzó a sentirse mal y vomitó sangre en el campo de juego. El jugador creía que se trataba de juju (un tipo de magia negra muy extendido en la zona) y que eran sus antiguos compañeros quienes le habían hecho el “trabajito” por haberse “escapado de su país”.

De todos modos Lamptey continuó jugando en la selección ghanesa y desempeñándose más que bien en el fútbol belga. En 1992 Ghana hizo historia al obtener la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Barcelona, como Lamptey como una de sus figuras. Un año más tarde las Estrellas Negras, otra vez con Lamptey como titular, fueron subcampeonas del Mundial sub20 al ser derrotados por Brasil en la final. Nii había jugado para su selección en las tres categorías menores (sub17, sub20 y sub23) y en todas había alcanzado el podio.

A mediados de 1993 Lamptey dio el que sería el paso más importante de su carrera. Dejó Bélgica para llegar al PSV Eindhoven, donde debía reemplazar nada menos que a Romario. Si bien obviamente no lo logró sus números no fueron para nada malos en el año que estuvo en Holanda, 10 goles en 22 partidos para ayudar al tercer puesto conseguido por el equipo de la Philips.

La progresión del ghanés, que aún no había cumplido los 20 años parecía ir in crescendo, pero todo se descalabró rápidamente. Lamptey había llegado a Europa huyendo de la pobreza y la violencia. A duras penas hablaba inglés y no sabía leer ni escribir. Obviamente firmó cualquier cosa y así lo cagaron. En 1994 sorpresivamente pasó al Aston Villa inglés, donde sólo jugó 10 partidos ligueros y marcó en 3 oportunidades, todas ante Wigan, y todas por la League Cup. Al año siguiente Roy Atkinson, su primer entrenador en Inglaterra, lo pidió para el Coventry City, donde le fue aún peor. Sólo 6 partidos por la Premier, y 2 goles ante el Hull otra vez en la Copa de Liga.

Ya con el cartel de baldosero pasó al Venezia de la Serie B Italiana. 5 partidos jugó Lamptey en el calcio y abandonó Europa. Para esa altura, 1997, ya hacía más de un año que no jugaba en la selección de su país. En 1996 fue expulsado en la semifinal de la Copa Africana de Naciones ante Sudáfrica. Las Estrellas Negras perdieron ese partido y Lamptey fue catalogado como el culpable de la eliminación. Sólo una vez más jugó para su seleccionado, un par de meses después en la derrota 8 a 2 ante Brasil en un amistoso jugado en San José de Río Preto. Con sólo 21 años la carrera internacional de Nii Lamptey estaba terminada.

Parece exagerada la condena a Lamptey. Sin duda mucha envidia lo rodeaba, pero él además explicó en su momento que cuestiones tribales influyeron en su castigo. Lamptey pertenecía a los Ga, y su mujer, Gloria, a los Fante. Ninguna de las tribus le perdonó su traición al mezclarse. De hecho algunos de los hermanos del futbolista dejaron de hablarle después del casamiento.

De algún modo en 1997 apareció en Unión de Santa Fe. El Tatengue ya había contado en su momento con un joven Mario Elie pre-NBA en su equipo de básket, y contaba ahora con un jugador que 6 años antes había sido fogoneado como el nuevo Pelé. No le fue bien de Unión, donde jugó sólo 6 partidos. Pero esa vez no fue por problemas futbolísticos, ni por cuestiones de vestuario. Sino por algo peor.

Durante su estadía en la Argentina nació su tercer hijo, al que llamó Diego en homenaje a Maradona. El parto se adelantó un mes y si bien todos los estudios daban perfectos, el bebé tenía una rara enfermedad que no lo dejaba respìrar.

Lamptey colgó todo y junto a su esposa, Gloria, se mudó a Buenos Aires, donde su hijo estuvo internado varios meses, primero en sala común y luego en terapia intensiva. A los 4 meses, y pese a los esfuerzos de los médicos, Diego murió. Lamptey quiso enterrarlo en Ghana, pero no le permitieron trasladar el cuerpo.

Lamptey se sumió en una gran depresión y abandonó inmediatamente la Argentina. Intentó volver a Anderletch pero no pudo. Fue en ese momento que descubrió que su pase no pertenecía ya al club belga, como creía, sino que lo había comprado un empresario italiano, viejo amigo (?) de los argentinos, Antonio Caliendo. Ahí entendió Lamptey el por qué de las transferencias llamativas. Caliendo buscaba traspasarlo reiteradas veces sólo para ganar dinero y no buscando su desarrollo como futbolista.

Volvió a Europa para jugar en el Ankaragücü de Turquía, y posteriormente en el União Leiria, de Portugal. Ya con nuevo representante consiguió firmar con el SpVgg Greuther Fürth de la 2.Bundesliga, la B alemana. Pareció repuntar en parte, ya que jugó 36 partidos en las dos temporadas que estuvo. Sin embargo estaba más que claro que ya no sería el nuevo Rey del fútbol. Por si fuera poco en Alemania sufrió el racismo de sus compañeros que ni siquiera querían compartir vestuario con él, y mucho menos una habitación en los hoteles.

Y además la tragedia volvió a golpearlo. Su hija Lisa murió de la misma extraña enfermedad que había sufrido Diego. Destruido Lamptey encaró con su familia a China. Allí vivió los mejores años de su vida, según declarara posteriormente. El nivel del fútbol chino era bajo, pero Nii Lamptey recuperó allí la alegría de jugar, haciéndolo en el Shandong Luneng Tai Shan. En 2003 pasó al fútbol saudí, específicamente al Al Nassr, y en 2005 se transformó en el primera futbolista ghanés de relevancia que volvió a jugar en la liga de su país, en el Asante Kotoko. En 2007 pasó al Jomo Cosmos de Sudáfrica, donde jugó 6 meses y se retiró.

Tras colgar los botines se radicó nuevamente en Ghana, donde compró unas pocas cabezas de ganado y se dedicó de lleno a su nueva meta: darle a los chicos de su país la educación que él no tuvo.

Fundó una escuela a la que asisten más de 400 alumnos, incluyendo a dos de sus hijas. En la pared de su oficina hay un cartel con un lema que se trajo desde China: “Si la vida no te da todo lo quieres, regocijate de estar vivo“.

Hasta ahí la historia trágica pero ya medianamente conocida de Nii Lamptey. Sin embargo a principios de este año el destino demostró una vez más que cuando se ensaña con alguien no tiene límites. Un análisis de ADN, vaya uno a saber pedido por qué motivo demostró que los tres hijos que había tenido con su esposa por más de 20 años en realidad no eran suyos, sino de otro u otros padres. En junio de este año Nii anunció que su nueva prometida estaba embarazada y que esperaba tener su primer hijo biológico.

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Esta es la historia de Nii Lamptey, el nuevo Pelé o Maradona que no fue. Un hombre que debió soportar el abuso y la violencia cuando chico, que fue una víctima más de la explotación a la que suelen ser sometidos los jugadores de países pobres siendo adolescentes, que sufrió el racismo, que debió soportar la pérdida de dos hijos, y que posteriormente, mucho después se enteró que todos los hijos de su matrimonio no eran suyos, pero que a pesar de todo sigue teniendo algo para dar.


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