Todo tiempo pasado fue mejor, dice el dicho. Al menos en lo que respecta a las grescas, las décadas del ‘60 y ‘70 tuvieron un sitio preponderante.
En esta ocasión nuevamente el estadio de Boca fue el escenario de una verdadera batalla campal, ocurrida al cierre del partido del 17 de marzo de 1971 entre el local y el Sporting Cristal Peruano.
Un quilombo de los grosos, pero antes que nada pongámonos en contexto: primera ronda de la Copa Libertadores (cuando no tenia chivo en el nombre (?) y los jugadores hacían cosas tan grosas como las que vamos a relatar), Sporting Cristal ya eliminado y Boquita necesitando el triunfo a como dé lugar.
Los xeneizes llegaron a ir ganando 2 – 0 con goles de Rojas y Coch, pero los peruanos se pusieron 2 – 2. De ahora en más les dejo una crónica (fuente #01, es un capo total el autor):
Faltando cuatro minutos y con el partido igualado, Roberto Rogel, se tiró dentro del área con la intención de que el árbitro uruguayo Alejandro Otero sancionara el penal salvador. No lo hizo. Y se armó una batalla campal entre ambos equipos que dejó el siguiente saldo: tres jugadores internados, dieciocho expulsados y demorados por unas horas en la Seccional 24 y la madre de un jugador peruano muerta a consecuencia de un infarto (?).
Los incidentes los comenzó Rubén José Suñé tratando de agredir a Gallardo. El peruano, asustado, respondió con una patada voladora que le abrió la cara al “Chapa”. De ahí en más se generalizó la lucha en la que no participaron, según el informe del árbitro, Julio Meléndez -que era peruano y jugaba para Boca- y los dos arqueros: Rubén Oscar Sánchez y Rubiños. Al Hospital Argerich fueron a parar dos futbolistas visitantes, Eloy Campos, con fractura de tabique nasal por un pisotón que Coch le dio en la cara, y Fernando Mellán, con conmoción cerebral en primer grado producida por los golpes que le aplicó Rogel; mientras que en la clínica Santa Isabel debieron darle siete puntos de sutura a Suñé para cerrar el corte de su cara. La madre del peruano Orlando de la Torre murió, en su casa de Lima, al sufrir un infarto cuando vio por televisión como jugadores de Boca perseguían a su hijo.
El Tribunal de Penas de la Confederación Sudamericana, curiosamente, le aplicó a los dos máximos responsables del hecho (Suñé y Rogel) sólo 6 y 4 fechas de suspensión. El Tribunal de Disciplina de la AFA, por su cuenta, los sancionó con 1 año y 6 meses de suspensión a Suñé y 1 año y 4 meses a Rogel. Penas que no cumplieron porque una de las habituales amnistías perdonó sus faltas en conmemoración del Día de los Trabajadores.
Roberto Elias, jugador del Sporting recuerda con cariño (?) el match:
En el partido marqué a Koch, y en puñete (?) también, en las crónicas no hablan que la gente saltaba de la tribuna a la cancha, o cruzaban la poza de agua, a Eloy le rompieron el tabique y Mellan terminó con conmoción cerebral, el árbitro expulsó a 18 jugadores, menos a los goleros Rubiños y Sánchez, Miflin y Meléndez. Todos fuimos a parar a la comisaría, después de muchos trámites salimos, es cuando nos enteramos del fallecimiento de la madre de Orlando De la Torre (fue al ver por TV como los argentinos pegaban).
Otro hermano peruano, Felipe Osterling, quien era dirigente de la delegación del Sporting, también tiene un par de anecdotas bastante bizarras de aquella noche:
Los peruanos empatan cinco minutos antes que el partido finalizara y estando 2 – 2 se inicia una gresca, se generaliza la trompeadera (?) y Suñé, defensa del boca, banderín del corner en mano, persigue a Alberto Gallardo por la mitad de la cancha. De pronto Gallardo se para, da media vuelta y con una chalaca (?) al mejor estilo alcanza la cara de su perseguidor con los toperoles (?) del botín y Suñe cae sangrando. Restablecido el orden por la fuerza pública el árbitro sacó tarjeta roja y expulsó a la totalidad de los jugadores y dio por terminado el partido sin que nadie pudiera explicar cómo había empezado la gresca. Osterling, presidente del club deportivo en gira internacional, había tenido bautizo con sangre y no sabía, ya en el camarín, si felicitar a los jugadores por el empate, reprenderlos por la situación de violencia, consolarlos o sabe Dios qué. Seis jugadores peruanos estaban seriamente lesionados y se debatía si llevarlos o no a una clínica cuando alguien tocó enérgica e insistentemente la puerta. Era un teniente de la Policía acompañado de un pequeño pelotón de efectivos, preguntó por el responsable del equipo y lo notificó “el once va preso”. Osterling pensó que estaban hablando del asunto Suñe – Gallardo quien jugaba con el número once e intento su defensa personal. El teniente lo cortó y dijo lacónicamente: “los once van presos, todo el equipo está detenido y me acompañan a la seccional” […]
Nuestros jugadores recordaron el viejo dicho “mal de muchos remedio de tontos” cuando vieron llegar al autobús que traía al equipo argentino con los dirigentes del Boca Juniors. Temieron que un traslado de la cancha a la comisaría pudiera reiniciar la gresca; pero, “en el dolor hermanos”, la solidaridad entre los detenidos transformó el encuentro en una cordialísima relación, todos se acomodaron en el corredor, charlando sentados en bancas o en el suelo negándose a ingresar a las celdas disponibles. La única celda ocupada lo estaba por una prostituta que con voz lastimera explicaba que no tenía dinero para pagar los quinientos pesos que le había impuesto el juez de Faltas. Dice Osterling que ante ese drama los feroces combatientes de unas horas antes, conmovidos casi hasta las lágrimas por la prostituta hicieron colecta y liberaron a la mujer (!) & (?). […]
Por cierto ni embajador ni cónsul fueron habidos y allí durmieron después de saborear unas suculentas pizzas traídas por un anónimo hincha del Cristal que de puro fanático viajaba por su cuenta cada vez que el club salía de gira. Peruanos y argentinos dieron cuenta de las pizzas y de los botellones de leche, acompañados, en ese menester por los policías que compartieron comida con los detenidos. Fieles a nuestra alborotada tradición, en Lima varios grupos de frenéticos se habían reunido frente a la Embajada Argentina para apedrearla y el saldo fue lunas rotas y noticia internacional. El Presidente Osterling fue informado por alguien que el Presidente Velasco Alvarado estaba irritado en razón del incidente. Grata fue la sorpresa cuando al día siguiente un conserje de la Embajada del Perú en Buenos Aires fue portador de un telegrama lacónico y castrense de Velasco: “Señor doctor Felipe Osterling. Felicítole por la hombría, entereza y coraje con que ha jugado anoche el equipo cuya delegación usted preside. Afectuoso saludo.”
El saldo final fueron las suspensiones mencionadas y que a Boca le dieron por perdido el resto de los partidos, quedando obviamente afuera en primera ronda.
Resumiendo: 18 expulsados, una muerte en forma indirecta, como 20 tipos en una comisaria comiendo pizza con leche (?) (que asco, por cierto), tres hospitalizados, una prostituta… faltaba un caballo muerto, un helecho, el Bambino Veira en alguno de los dos planteles y cantábamos bingo.
Nota: (?)’s agregados por quien escribe, y va mi reconocimiento para Ernesto y Xcos por pasarme data para que investigue esta verdadera obra maestra de los quilombos fobal-related (?)
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