Cómo olvidar aquella tapa de El Gr*fico tras el 6 a 4 de Racing a Boca en La Bombonera. Aquella tarde, Rubén Oscar Capria hizo 3 goles y se metió para siempre en el corazón de los hinchas de Racing. El martes fue su cumpleaños y es por eso que rendimos un humilde homenaje.

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Un domingo cualquiera del año 2005. El Cilindro, Avellaneda. Racing recibía a Olimpo. En la cancha estaba Rubén Oscar Capria, alias ‘El Mago‘. Desde la izquierda parte un pelotazo al área. Capria estaba ahí. La pelota se precipitaba sobre él. A la carrera, por la derecha, entraba un compañero. Capria durmió ese cascote en su zurda y, sosteniéndola sobre su empeine, en un mismo movimiento, la trasladó hacia su costado derecho, dejándosela servida a su compañero, quien remató como venía. La pelota dio en el palo y se fue por la línea de fondo. El Mago hizo su gracia y dejó a todos boquiabiertos con esa jugada (una maniobra que, quien escribe, no se la vio hacer a nadie). Acto seguido, todos puteamos al Pipa Estévez por cagarla por completo errando el gol (?).

Hace poco, en este sitio, salían publicados un bunch of (?) párrafos dirigidos a Diego Milito. En ellos se trataba de tocar el tema de las idolatrías. Todo aquello (que fue repasado someramente) podría encajar nuevamente en este post. Porque Rubén Capria ha sido un jugador exquisito, dueño de una zurda inmaculada, una de las mejores pegadas de nuestro fútbol contemporáneo. Pero Capria no tiene demasiadas medallas y/o trofeos. Capria ni siquiera jugó en la Selección. Tampoco dibujó una dilatada trayectoria en el fútbol europeo. Pero a quienes disfrutamos de verlo jugar poco nos importa esto.

Rubén Oscar nació hace 45 años en General Belgrano, provincia de Buenos Aires, justo el día en el que se celebra algo que no sabemos bien qué es (?), pero que tiene que ver, justamente, con los Reyes Magos. Hincha de San Lorenzo y admirador de Kempes y de Maradona, se mudó a La Plata muy jovencito. Equipos juveniles de Estudiantes fueron a General Belgrano a jugar unos amistosos. Rubencito (?) destacó en uno de los partidos al marcar los cinco goles con los que su conjunto le ganó 5 a 0 a los chicos del Pincha. Dicen que eso habría motivado (?) a los de La Plata a apostar por aquel zurdito, que se terminaría incorporando al club con edad de novena. Debutó en primera en 1989, cuando Eduardo Solari decidió hacerlo ingresar por Mariano Dalla Líbera promediando el segundo tiempo de un partido ante Deportivo Armenio. Se estableció rápidamente en la primera del Pincha.

Recuerdo con llamativa claridad una goleada de Estudiantes ante Racing, en la cual el 10 de los rojiblancos la rompió, llamándome la atención. Me dieron ganas de tener un jugador así en mi equipo y no a Cabrol, quien había marcado el descuento para La Academia ese día (?). El tiempo pasó y, entre tanta miseria racinguista, me fui olvidando de él. Pero la miseria llegó también a La Plata: Estudiantes perdía la categoría y quedaba condenado a jugar en el Nacional B. Capria tenía varias ofertas para seguir jugando en primera, pero decidió quedarse para ascender. Y vaya si lo logró. Junto con muchachos como José Luis Calderón, Juan Sebastián Verón, Juan Manuel Llop, Carlos Bossio, Martín Palermo, entre otros, accedieron al retorno inmediato con una campaña récord, al obtener el 80% de los puntos disputados. El Mago, con 17 tantos, fue el segundo máximo anotador de aquel equipazo, detrás de Caldera.

Semejante campaña hizo que, nuevamente, equipos importantes se fijen en él. Parecía que llegaba a Boca, pero el regreso al fútbol de Diego Maradona lo terminó rumbeando para Avellaneda. En 1995 se convirtió en uno de los tantos refuerzos de aquel Racing presidido por Otero y dirigido por Marchetta. Junto con Capria habían llegado tipos como Marcelo Delgado, Roberto Pompei, Claudio Ubeda, Sergio Zanetti, Carrario, Michelini, Chacoma, Ragg (!), Echazú (!!), los D’Amico y los Yáñez (!!!), entre otros. Su primer gol con La Academia fue ante Vélez: el Mago vulneró a Chilavert con un tiro libre magistral (su equipo perdió 3 a 2 aquel partido). Con buena parte del torneo disputado, un irregular Racing a la expectativa sufría el cambio de DT: llegaba Miguel Ángel Brindisi. El ex Huracán debutó en La Bombonera ante Boca, que era el puntero del torneo, y que celebraba el naciente mandato de Mauricio Macri. Racing, con 3 goles del Mago, venció 6 a 4 al equipo de Maradona y lo bajó de la lucha por el campeonato. Aquel fue el mejor partido en la carrera de Capria. Después, se hilvanaron goleadas ante Lanús y Newell’s (el 10 hizo goles en ambos encuentros) para llegar a la última fecha con chances: Racing debía ganarle a Colón y el Vélez de Bianchi, puntero, debía perder con… Independiente para forzar un desempate. La Academia le ganaba al Sabalero, pero el Rojo hacía lo que podía (?) y, en poco tiempo, ya perdía 3 a 0. Aquel equipo, que terminó siendo goleado por Colón, se coronó como subcampeón (una rareza para la institución).

Esa campaña terminaría depositando a Racing en la Copa Libertadores de 1997, luego de ganarle un partido desempate a Gimnasia en el Monumental (Vélez había sido bicampeón y los respectivos subcampeones tuvieron que dirimirse el cupo restante para la copa). En aquel equipo seguían Capria, Nacho González, Ubeda, Zanetti, Michelini, Teté Quiroz y Delgado y se habían sumado tipos como Fuertes, Mauro Navas, Gastón Córdoba, Brusco, Carlos Mac Allister, José Tiburcio Serrizuela, entre otros. Brindisi se bajó a mitad de campaña y Alfio Basile tomó el mando del equipo. La Academia eliminó por penales a River y a Peñarol y, en la ida por las semifinales, derrotó por 3 a 2 al Sporting Cristal en Avellaneda. La goleada sufrida en la vuelta, allá en Perú, privó al equipo de algo que hubiera sido realmente histórico.

El Capria bueno (?) estuvo un tiempo más en el club y formó parte de un lindo equipo armado por Ángel Cappa, que tenía a Delgado (seguía firme en la institución junto con el Mago, Ubeda y Zanetti), a Diego Latorre, a un debutante Maxi Estévez, a Matute Morales, a Bezombe y demás posteriores baldoseros (?). Aquel equipo no fue campeón, pero supo provocar un apagón en una cancha ubicada a unas cuadras del Cilindro.

Para 1998, el Mago fue comprado a Racing por unos empresarios que lo triangularon por más dinero al Cruz Azul de México. El DT del equipo no lo había pedido. Es más: ni siquiera jugaban con enganche. Rubén duró muy poco en la Máquina Cementera (12 partidos, 2 goles), donde su mayor logro fue haberse cruzado con el Señor Barriga (!) en una cena. Para 1999, sorprendió al firmar en uno de los recién ascendidos a primera: Chacarita. El Mago anduvo muy bien en San Martín, donde su equipo se convirtió en una de las revelaciones. En el año 2000 pasó a Lanús, donde vivió uno de sus peores momentos: empezó jugando en buen nivel (5 goles en 12 partidos) y, de repente, le rescindieron el contrato sin causa aparente. Capria ha dicho en su momento que cree que fue una decisión de la dirigencia, que quería sacarse de encima los contratos más altos del plantel, mientras que el Bambino Veira, DT del Granate por aquel entonces, no hizo absolutamente nada para retenerlo.

El Mago quedaba casi seis meses sin jugar. Se fue a hacer una pretemporada a un centro de alto rendimiento en Roma y volvió para fichar por Unión de Santa Fe. En el Tatengue estuvo dos años, donde siguió demostrando su calidad. Pero el equipo no acompañaba y terminó descendiendo al Nacional B. Capria emigró a Ecuador, para jugar en el Barcelona de Guayaquil. Su estadía allí fue muy mala: pese a haber jugado con regularidad (5 goles en 21 encuentros), múltiples conflictos con el presidente del club lo catapultaron a Chile. En 2004, el Mago se convertía en nuevo jugador de la Universidad Católica. No se sintió cómodo en aquel club y pegó la vuelta a la Argentina rápidamente. Fue Newell’s quien lo acobijó. La Lepra, de la mano del Américo Rubén Gallego, acabó por consagrarse campeón del fútbol argentino, siendo el primer título local para el Mago, que, para ese entonces, tenía 34 pirulos.

El año 2005 lo encontró nuevamente en Racing. Guillermo Rivarola era el DT de aquel equipo liderado dentro del campo de juego por Diego Simeone. Rubén llegaba a un equipo que venía de pelear el torneo anterior y, con él, habían arribado jugadores como Gustavo Campagnuolo (volvía al club), Raúl Estévez, Osvaldo Miranda, el Lobo Ledesma, el Chino Luna, el paraguayo Jorge Núñez, etc. Con sólo repasar algunos de esos nombres podemos llegar a una obvia conclusión: La Academia se cayó a pedazos en aquel campeonato. Rivarola se fue, siendo reemplazado por Fernando Quiroz. No se repuntó demasiado, pero Capria fue uno de los pocos que se salvaron (de hecho, fue el goleador de aquel equipo). La crisis extendida precipitó el retiro de Simeone, quien terminó haciéndose cargo del equipo. Luego de un inicio de carrera muy complicado para el Cholo, Rubén Oscar Capria, argumentando que no podía aportarle más al equipo, rescindió contrato y se fue de Racing Club, la institución con la que sigue estando más identificado.

En 2006 arregló con Peñarol de Uruguay y, luego 31 encuentros disputados con el Carbonero (los últimos como capitán del equipo, que había sufrido la partida definitiva de Paolo Montero), el Mago anunció su retiro del fútbol, a los 37 años. Así cerraba una carrera con muchos altibajos, pero casi impecable: se adueñó de la 10 en casi todos los equipos que jugó, no sufrió con las lesiones, supo portar la cinta de capitán, jamás vendió humo barato. Es decir: un profesional hecho y derecho.

A continuación, una serie de curiosidades sobre su persona:
*Con 25 años, formó parte del panel de El Equipo De Primera. Rubén accedió a integrar el mismo creyendo que se iba a hablar exclusivamente de fútbol. Cuando vio el puterío que era eso (que era lo que veíamos todos en cada transimisón) decidió renunciar al programa.
*Una vez, salió un tipo al aire en el programa de Bernardo Neustadt diciendo que era el Rubén Capria y se puso a hablar de política y de la situación del país (!). El Mago se enteró por un llamado de Trotta, quien le avisó del fraude (?). Tuvo que salir al aire a desmentir todo.
*En el 1998, coincidió con Diego Maradona en un hotel de Mar del Plata. Como no quiso joderlo, le tiró por debajo de la puerta de la habitación una nota en la que expresaba su admiración por él y en la que le deseaba que estuviera bien. Al tiempo se lo encontró en una cena y fue a saludarlo. El Diego lo abrazó y le dijo: «Gracias por lo que hiciste en Mar del Plata. De esas cosas siempre me acuerdo. Y seguí así, porque te dejé la 10 de la Selección en la percha«.

En fin. Queríamos recordar la trayectoria de uno de los mejores jugadores que hayan pasado por nuestro fútbol en los últimos tiempos, uno de los máximos ídolos de quien redactó este humildísimo texto que pretende emular un homenaje, un jugador de esos que ya no abundan y que difícilmente volvamos a ver por nuestras canchas. Te queremos, Mago. Gracias por todo.


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