A lo largo de sus 100 años de historia, el torneo olí­mpico de fútbol fue esquivo para Argentina. Ya sea porque no se le dio importancia o simplemente porque la suerte no acompañó, la mayorí­a de las actuaciones argentinas no han sido demasiado destacadas.

Verano de 1992. El peso convertible acaba de reemplazar al austral. Hay epidemia de cólera. “Grande Pá” disfruta su primer receso, mientras “La Banda del Golden Rocket” causa sensación entre el público joven y genera una relación duradera entre conocida modelo y futuro director de programación de importante emisora.

Otra imborrable jornada antropológica de domingo, mezcla de pasión por el fobal y La Aventura del Hombre. Resulta que salgo medio dormido a comprar facturas alrededor de las 10 de la mañana y veo la esquina de Caseros y Entre Ríos embanderada de rojo y blanco.

La selección argentina había sido segunda en el Mundial de 1930 y en los Juegos Olímpicos inmediatamente anteriores. Pero luego de esa época dejó de competir a nivel mundial y (con la excepción del equipo amateur que jugó un partido en 1934) faltó a todos los Mundiales hasta 1958, cuando recibió una paliza importante.

Una gran gresca no tiene que tener dos grandes equipos para tener un gran atractivo. Sino que lo digan los amigos (?) mexicanos del Toros Neza que allá por 1997 recib¡an en un partido amistoso (?) a la poderosa selección de Jamaica.

Al fin y al cabo, ¿no era ésto un juego? La voracidad tal vez lo haga olvidar, pero en la medida en que esto no ocurra, el auténtico amante del deporte y la competencia llegará sano a la orilla.