Sin necesidad de una enorme actuación, Lanús goleó a Tigre por 4 a 0 en un partido tranquilo que se jugó con más de 30 grados de temperatura.
Sin necesidad de una enorme actuación, Lanús goleó a Tigre por 4 a 0 en un partido tranquilo que se jugó con más de 30 grados de temperatura.
Tigre intentó pararse firme en defensa. Para eso jugó con dos líneas de cuatro bien atrás, que impedían que los ataques de Lanús tuvieran claridad con el método de acumular gente. Es una operación fácil: a más gente, menos espacio. Tigre, de cualquier manera, salía y cuando tenía la pelota intentaba atacar con tres o cuatro jugadores. Más o menos podían avanzar, pero se les acababan las ideas al llegar al área. Morel tuvo las dos mejores oportunidades, un cabezazo que despejó Marchesín y un tiro libre que pasó cerca.
Lanús jugaba con tranquilidad. Estaba parado más adelante que Tigre pero tampoco creaba demasiado. Hasta que a los 17′ Tigre se adelantó y quedó mal parado en defensa. El contraataque de Lanús desembocó en un preciso pase de Blanco a Salvio, quien puso el 1-0 para los locales.
Ninguno de los dos equipos había llegado a acusar el gol cuando Islas quiso sacar una pelota de su área y se la dio a Marcos Aguirre cerca de la medialuna. El volante granate dominó el regalo, eludió con facilidad a uno de los centrales y al arquero, y puso el partido 2-0.
Entonces Tigre necesitó adelantarse, pero esta versión del equipo de Cagna no parece estar capacitada para afrontar mucha responsabilidad. A las deficiencias del ataque se le sumaron los desacoples defensivos. En la segunda mitad del primer tiempo quedó claro que la única manera que tiene Tigre de defender es acumular gente. De esa forma se cubren espacios por default. Pero cuando deben defender en serio se ven en problemas.
Lanús es un equipo paciente que es capaz de retroceder para crearse los espacios. El equipo de Zubeldía manejó el trámite sin mostrar un enorme nivel de juego. Durante el primer tiempo fue muy superior y se llevó un triunfo parcial lógico.
Tigre, por su parte, poco antes del descanso se quedó con un jugador menos por la expulsión del central Garat. Dado que los centrales de Tigre jugaron especialmente mal, la salida de uno de ellos podría constituirse en una oportunidad para que el restante se coordine solo. Pero, de cualquier forma, la perspectiva de que Tigre empatara era remota.
Al iniciarse el segundo tiempo, Tigre se fue al ataque para buscar el descuento y cada avance de Lanus parecía el 3-0. El equipo local, cuando podía, tocaba con tranquilidad para hacer pasar el tiempo sin gastar demasiadas energías dado el calor. Calor que a esa altura era el único factor de duda sobre la posibilidad de una goleada granate.
Mientras tanto, la falta de ideas de Tigre seguía en evidencia en jugadas como una zambullida de Lázaro para que le cobraran penal, lo que le valió la amonestación. No parecía que la victoria de Lanús corriera peligro, aún en el caso de que Tigre lograra el 1-2.
El tercer gol de Lanús vino luego de un nuevo error en la defensa de Tigre, que fue aprovechado por Menéndez y enviado al gol por Sebastián Blanco. Con ese gol Tigre pareció bajar los brazos y retrocedió para evitar un resultado humillante. Eso no impidió, no obstante, que Lanús contara con chances claras de gol.
De repente, a los 21, Tigre se encontró con un penal que el árbitro Maglio cobró durante los forcejeos de un córner. Pero Marchesín (de muy buen partido) se lo desvió a Lázaro y dejó la sensación de que no había manera de que Tigre hiciera un gol. Empatar el partido ya era un concepto perteneciente a terrenos utópicos.
Luego del penal, el partido se convirtió en un ida y vuelta, en el que Lanús continuó con más claridad. A esa altura, con el encuentro definido, concretar o no las acciones era irrelevante y por lo tanto empezó la búsqueda de goles propios por parte de los que aún no habían convertido, como Grana. En uno de esos ataques Salcedo pegó una pelota en el palo y Biglieri convirtió el 4-0 en el rebote. Iban 36 minutos.
Durante el tiempo que restaba, Tigre bajó los brazos y los jugadores de Lanús se dedicaron a pasarse la pelota, creando ocasionalmente alguna situación de gol. El trámite siguió así hasta que un momento se llegó a los 45 minutos y el árbitro dio por terminado el partido. Era lo mismo si lo terminaba media hora antes.
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