Balance de un 2013 complicado para el ascenso del interior, sobre todo para un cronista desbordado por la creciente cantidad de participantes en el Argentino “B” y el Torneo del Interior (?).

El ascenso del interior cierra un año ambiguo, plagado de señales contradictorias durante su desarrollo. Por un lado, cada vez es mayor la cantidad de clubes de todos los confines de la Argentina que participan de las categorías regulares organizadas por el Consejo Federal. Por el otro, el sistema da repetidas muestras de inviabilidad, que llevan a la deserción de equipos, como así también a la desprolija modificación de los reglamentos en plena marcha de los torneos, con las consiguientes injusticias deportivas que esta recurrente modalidad habilita.

En la categoría superior del ascenso del Interior, el Argentino “A”, vía de acceso directo a la B Nacional, la primera mitad del año estuvo signada por el ascenso de Talleres (Córdoba), que consiguió de esta manera librarse de una seguidilla de frustraciones que había cobrado visos de pesadilla. A los tallarines les tomó en total cuatro temporadas resolver el problema de un torneo durísimo, que los puso a prueba permanentemente. La consagración, cabe reconocerlo, se dio a lo grande. La parcialidad albiazul copó el Estadio Mario Alberto Kempes con su propia convocatoria (no hubo público de los tucumanos de San Jorge) y marcó un record impresionante: con 60.000 concurrentes el partido fue el más visto de todo ese fin de semana en América Latina, aún compitiendo con Boca – River, Peñarol – Nacional y varias finales estaduales en Brasil. A nivel planetario sólo fue superado por la afluencia de cuatro cotejos de aquel weekend: un Bayern Munich – Borussia Dortmund, un Chelsea – Manchester United y los sendos compromisos de Barcelona y Real Madrid en la liga española.

Este resonante éxito tuvo cómo única mácula cierta propensión de los árbitros a sancionarle penales a favor a Talleres durante el Undecagonal decisivo. Es cierto que en la gran mayoría de las acciones en cuestión parece haber habido acierto de los jueces, pero en varias ocasiones se trató de jugadas muy finas, que arrojan la duda de si hubieran pitado de manera similar de ser otras las camisetas de los jugadores involucrados.

En tu cara y en tu cancha, rioplatense puto (?)

El torneo reducido ulterior arrojó el ascenso de un conjunto coprovinciano del campeón, Sportivo Belgrano (San Francisco), que con la magia de Juan Pablo Francia a la cabeza ya venía amenazando desde hace un par de años con arrimar a la B Nacional. Otro baluarte del logro fue su ignoto entrenador, un tal Carlos Mazzolla, que previamente estaba dirigiendo al humilde Club Atlético Lambert de Monte Maíz (no juega ni el Torneo del Interior) hasta que llegó al Verde a los apurones tras un flojo arranque de Néstor Craviotto y la negativa de varios nombres más ilustres. Acaso su silencioso éxito, como el de otros varios directores técnicos del ascenso (tanto metropolitanos como del interior) marca un camino de renovación ante el estancamiento y la desidia de figuras que lucran con su reconocido pasado profesional dentro del césped pero que exhiben serias falencias a la hora de conducir tácticamente un proyecto. Lamentablemente, es un camino que seguramente no será seguido, porque para eso las dirigencias tendrían que exhibir cierto mínimo criterio futbolístico a la hora de elegir la contratación de un cuerpo técnico.

Sportivo Belgrano consiguió su ascenso en una agónica serie final ante Ramón Santamarina (Tandil), que a pesar de esta dolorosa frustración, se rehizo con rapidez y resultó el protagonista casi absoluto de la primera mitad del Argentino “A” 2013-14. Dentro del marco de una notable paridad, el Aurinegro es el único participante que asomó notoriamente la cabeza por encima de sus contendientes. En total, le sacó 8 puntos de diferencia a su inmediato perseguidor en la zona Sur, Juventud Unida Universitario (San Luis), y se encuentra 13 unidades por encima de la linea de clasificación al nonagonal por el primer ascenso a la B Nacional, instancia a la que podríamos considerarlos virtualmente clasificados (faltan sólo cinco fechas tras la reanudación en febrero). En cambio, desde los puntanos hacia abajo, se ubican 9 equipos en un trecho de sólo diez puntos, algunos con partidos pendientes, con lo cual la brecha podría estrecharse aún más. Sacando la situación desahogada de los tandilenses, se adivina una pugna encarnizada y emocionante por las plazas en juego (pasarán de fase los cuatro primeros de cada región, además del mejor quinto).

En la conferencia septentrional, la paridad es aún más extrema, a falta de un animador aventajado como Santamarina. Desde el comienzo, el liderato fue pasando por distintas manos, como Gimnasia de Concepción del Uruguay (que luego se desplomó estrepitosamente), San Jorge de Tucumán, el recientemente ascendido Juventud Unida (Gualeguaychú), Libertad de Sunchales, hasta llegar a Guaraní Antonio Franco, que sacó una pequeña luz de tres unidades al momento del receso. Los misioneros habían encarado la temporada con grandes expectativas, contratando al “Chaucha” José María Bianco como director técnico, y reforzando su plantel con muchos nombres acaso poco llamativos para el gran público pero de probado desempeño en la divisional, habituales figuras de sus clubes de procedencia, como Enzo Noir (Central Norte), Darwin Barreto (Central Córdoba de Santiago), Exequiel Narese (San Jorge de Tucumán), Germán Noce (Antoniana), Fabián Castillo y Ezequiel Ceballos (Alvarado). El “Chaucha” humeó un poco asegurando que había priorizado la contratación de “buenas personas”, aunque su aseveración pareció adecuada en el arranque del certamen, durante el cual los buenos resultados se hicieron esperar. Sin embargo, poco a poco, el ensamblaje de un plantel radicalmente remozado se fue verificando positivamente, al tiempo que los sucesivos líderes de turno dejaban copiosos puntos en el camino. En la última fecha antes del parate, coronó su remontada con una resonante victoria en Gualeguaychú ante Juventud Unida (con el que llegaba igualado en la primera colocación). De esa manera, sacó la luz de tres unidades que mencionábamos más arriba. De ahí hacia abajo, la paridad es absoluta, con ocho clubes separados por apenas cinco puntos. Entre ellos está el conjunto con más pergaminos de la divisional, San Martín (Tucumán), que sigue sin encontrar un rumbo decididamente venturoso. De hecho, hoy en día estaría quedando afuera del reducido final por diferencia de gol. Detrás de ese pelotón, sorprende que los pocos equipos que parecen haber quedado afuera de la pelea son tres grandes del norte del país: el recién ascendido Chaco For Ever y dos salteños, Central Norte y Gimnasia y Tiro, que no pudo recuperarse anímicamente de su derrumbe en la temporada 2012-13, en la que había arrancado como firme candidato al ascenso a la B Nacional, con un andar demoledor durante la primera rueda.

La intimidad del comité de reglamentaciones del Consejo Federal (?)

Acaso esa desventura reciente del Albo salteño sirva para subrayar el carácter provisorio de los pronósticos que estamos ensayando, como así también para remarcar las evidentes falencias del sistema de disputa vigente en el Argentino “A”. En efecto, ni la ostensible diferencia que marcó Santamarina en el sur, ni la más modesta que consiguió Guaraní Antonio Franco en el norte, valdrán a la hora de los bifes. Los nueve aspirantes al ascenso largarán desde cero y dirimirán la suerte de la temporada en apenas ocho cotejos. Más allá de las restricciones comprensibles que impone la necesaria separación en dos conferencias para atenuar el costo de los traslados, jamás es una buena idea que la cosecha de la instancia más larga de la temporada caiga en saco roto. Es un desatino que se repite también en la divisional inmediatamente inferior, el Argentino “B”, inclusive con una reglamentación más chapucera.

En el mencionado Argentino “B”, la primera mitad del año marcó la conclusión del experimento que había supuesto la expansión a un formato de cien participantes. El aspecto positivo resulta evidente, alude a la inclusión cada vez mayor de clubes de todo el país a las categorías federales. Sin embargo, el modelo propuesto hizo agua por varios flancos. Por un lado, la magra oferta de ascensos disponibles (tres) transformó la competencia en una carga demasiado gravosa para las posibilidades concretas de éxito. Cierto es que por un desbalance en la cantidad de equipos del Argentino “A”, terminó habiendo una plaza de promoción adicional, pero la implementación de esta modificación fue tan desprolija que cuesta hablar de sus beneficios (salvo, claro está, para Juventud Unida de Gualeguaychú, que aprovechó la repesca, obtuvo el ascenso y hoy es un serio contendiente para llegar a la B Nacional). Recordemos que se organizó un reducido por ese cuarto lugar con el torneo casi en las fases postreras, y de hecho se convocó a equipos ya eliminados, algunos de los cuales ya habían desmantelado sus respectivos planteles.

Es cierto que en casi todos los países del mundo hay algún escalón de la pirámide futbolística en el que se establece la separación en conferencias regionales y una consiguiente diferencia abismal entre la cantidad de equipos de dos categorías contiguas. El colmo podría ser nuestra querida Copa Perú, en la que varias decenas de miles de escuadras compiten por un sólo ascenso, aunque también cabe reconocer que en ese caso el premio tampoco tiene parangón en el resto del mundo, llevado a nuestro país sería como ascender desde una liga regional (es decir, debajo del Torneo del Interior) hasta Primera “A” en un lapso de diez meses. El Argentino “B” sumó algunas deficiencias innecesarias, que replican la tendencia ya mencionada a minimizar el peso de la temporada regular. No resulta demasiado defendible que, habiendo tres ascensos para cien equipos, el quinto de una zona de catorce quedara en carrera una vez completada esa instancia primaria. Aún sin una reforma en la cantidad de ascensos, hubiera resultado más justo deportivamente un reducido final entre los ganadores de cada una de las siete zonas, que la seguidilla interminable de fases de grupos y series eliminatorias con las que se dirimieron las plazas hacia el Argentino “A”.

La faraónica tarea de ese complicadísimo cuadro fue concretada finalmente por un club de enorme tradición, incluso con pasado en Primera “A”, como Chaco For Ever; otro con cierta figuración pero que se había desplomado con dos descensos seguidos, de los cuáles consiguió comenzar a rebotar, como la Comision de Actividades Infantiles (Comodoro Rivadavia); y uno de esos proyectos sostenidos a pura inyección de fondos de origen inconfesable, como Estudiantes (San Luis), club presidido por el pringoso empresario córdobo-mexicano Carlos Ahumada Kurtz. Además, como habíamos dicho, el remache dispuesto a último momento por el Consejo Federal, le dio a Juventud Unida (Gualeguaychú) la posibilidad de ascender in extremis.

Chaco pudo

Independientemente de la escasa disponibilidad de ascensos, el Argentino “B” reveló otras fallas constitutivas. Varios equipos, aún habiendo mantenido la categoria, decidieron renunciar a su participación en la temporada 2013-14. Más allá de toda tendencia deportiva estuvo el caso peculiar del Club Mercedes, que abandonó ya a principios de 2013, en el medio de la pesadumbre generada por la participación de varios de sus futbolistas en el asesinato de un joven de 17 años en el marco de una desigual riña callejera. Pero en el resto de los casos, seis en total, el móvil de las sucesivas abdicaciones fue la dificultad para afrontar económicamente los viajes que supone la competencia. Entre los desertores, sorprendió encontrar el nombre de Huracán de Tres Arroyos, con pasado no tan lejano en Primera División.

La organización del certamen respondió a esta problemática incrementando en la temporada actual la cantidad de zonas, movimiento mediante el cual cada una abarca un territorio geográfico más acotado, y por ende más al alcance del bolsillo ajustado de los clubes semiprofesionales. Sin embargo, esta movida tiene sus daños colaterales. Por un lado, la temporada regular se acortó y generó una programación poco armónica: el receso comenzó una vez completada la jornada número 13, con sólo cinco fechas por delante antes de culminar esa primera fase. De esta manera, muchísimos equipos quedarán eliminados a comienzos de marzo, tras jugar apenas cinco (o cuatro, porque algunos quedan libres) juegos en el año calendario 2014. Además, para garantizar la distribución de equipos en las nuevas y más acogedoras regiones, se volvió a recurrir de manera masiva al tongo de las invitaciones, que este año fueron 43. Esta práctica recurrente, más allá de desvirtuar totalmente el sentido del Torneo del Interior, para acortar los viajes suma equipos aún más humildes, ¡que a veces no pueden afrontar los viajes, aún con el acortamiento que supone el nuevo sistema! Este es una especie de círculo vicioso del cual el Argentino “B” no logra salir y genera severas sospechas sobre su viabilidad. Especialmente en la Patagonia, esta cuestión parece insoluble, ya que las distancias siempre resultan largas, salvo que jueguen equipos de una misma ciudad y eso si no hay viento en contra en el trayecto de un barrio a otro (?).
Lo único bueno que puede decirse de la servilleta corachiana (?) del Consejo Federal es que a veces tiene mejor ojo que la propia justa deportiva para detectar potenciales protagonistas. Algunos de los invitados están haciendo excelentes campañas en el Argentino “B” 2013-14, como Atlético Regina (Río Negro), Social Lastenia de Tucumán (creadores de la maravillosa amenaza “hoy serán boletas, hoy no salen vivos de aquí, santiagueños hijos de puta”) o Ferroviario (Corrientes), todos líderes en sus zonas, a los que habría sumar el excelente desempeño de Atlético Palmira (Mendoza), que marcha tercero pero con un partido menos que podría propulsarlo a la punta. El cuadro cuyano, cuya página histórica más célebre fue su éxito ante Independiente en 1970 por la vieja Copa Argentina, es además uno de los dos invictos de la competencia 2013-14, junto con Talleres (Perico). Pero por cada uno de estos relativos aciertos del dedo mágico de la AFA, hay varios fracasos. Algunos de los invitados no hacen pie, incluidos algunos que todavía no pudieron ganar siquiera un partido, cómo Villa Congreso (Viedma) o Naútico Hacoaj (Tigre), ejemplos que demuestran de manera respectiva que vivimos en un país poco republicano y bastante antisemita (?).

Más allá de los invitados, el cuadro de honor de la primera mitad del Argentino “B” en curso debiera incluir a Deportivo Madryn, único conjunto ya clasificado a la segunda fase, que hizo pata ancha en la exigua zona patagónica (la integran seis equipos) con 28 puntos sobre 33 posibles. Idéntica performance numérica realizó Kimberley (Mar del Plata), club que en la primera mitad del año había ascendido a esta divisional de manera insólita, es decir, ganando partidos adentro de la cancha (?). Esa táctica le sigue dando excelentes resultados.

Kimberley y una alegría para el señor Drummond (?)

Este cronista ha expresado oportunamente en ciertas columnas que hoy se encuentran en poder de Jimmy Hoffa (?), que el Argentino “B” debería suprimirse, o en todo caso desmembrarse: por un lado, debería haber un Argentino “A” más populoso, de alrededor de 40 equipos, divididos en dos zonas que funcionen en la práctica de manera independiente. Por fuera de esa pequeña elite del Argentino “B” que parece estar a la altura de una competencia anual, resultaría más sensato proponer una competencia eliminatoria similar al TDI, independientemente del nombre que adopte.

Justamente, el Torneo del Interior permanece en una especie de limbo reglamentario. Por un lado, el nuevo y gigantesco Argentino “B” permitó incrementar notablemente la posibilidad de ascender. De tres plazas (y tres eventuales promociones) que había en 2012, se pasó a la interesante cantidad de 21 ascensos en 2013. Sin embargo, las invitaciones del Consejo Federal siguen siendo un camino más directo para muchos clubes del interior, y pervierten notablemente el sentido del certamen más federal y populoso del país. Más aún, cuando esas invitaciones desconocen por completo las colocaciones obtenidas en el TDI. El recurso al ascenso de escritorio sería tolerable si existiera una especie de orden de mérito debidamente estipulado a partir del cual se decidiera el otorgamiento de eventuales plazas adicionales, ya fuera por deserciones o reestructuraciónes del Argentino “B”. Antes bien, el Consejo Federal ha lanzado la modesta admonición de que la participación en el Torneo del Interior es condición sine qua non para solicitar una invitación ese mismo año, lo cual es un requisito demasiado magro, y que nuevamente parece burlarse del baremo del desempeño deportivo. Como escribimos oportunamente: “Un gesto patético que da por sentada la propia futilidad del campeonato que intenta resguardar. Es decir, que ya queda explicitado que habrá ascensos por fuera del verde césped (o la oscura tierra)”.

Como si esto fuera poco, la edición 2013 del TDI fue empañada por las modificaciones sobre la marcha del reglamento, que suscitaron notables inequidades entre las exigencias afrontadas por los distintos contendientes: algunos ascendieron superando apenas dos series eliminatorias tras la fase de grupos, mientras que otros estuvieron obligados a atravesar cinco. Estos desbalances tenían una supuesta justificación benigna, que apuntaba a estabilizar a futuro las siete regiones vigentes en el Argentino “B” 2012-13: la movida se jactaba de garantizar que hubiera tres ascensos para cada zona. Pues bien, esas siete zonas no se mantuvieron: no sólo se extendió el número a quince, sino que esta nueva configuración ni siquiera responde a un parcelamiento de las fronteras preexistentes. Los equipos mendocinos y sanjuaninos, que habían sido separados durante 2012-13 por los recurrentes y violentos incidentes que solían acontecer entre sus parcialidades, volvieron a ser colocados en las mismas zonas para 2013-14. Ninguna planificación excede el modesto lapso de un semestre, con suerte. El propio afan de figurar de los clubes no ayuda. Se aspira a participar de una competencia nacional, pero en lo posible evitando viajar más allá de la otra cuadra. Varias zonas del TDI están integradas por equipos que provienen todos de la misma liga regional. No sería raro que lo mismo termine por suceder en el Argentino “B”. Algunos aluden a la notoria sed de fondos de la AFA, pero muchas veces las autoridades centrales pueden ser un chivo expiatorio cómodo. La Voz del Interior llegó a publicar una supuesta investigación periodística que demostraba cómo el incremento de equipos en las competencias serviría para engrosar las arcas del organismo federal. Lástima que se olvidaron de chequear que el Consejo Federal cobra por partido, y que con en el nuevo sistema de zonas más pequeñas y temporada regular más breves, el aumento de participantes no redunda en un incremento proporcional del número de juegos, que serán apenas cuatro más que en 2012-13. O sea que el diario cordobés destapó un complejísimo sistema de corrupción (?) orientado a amasar la friolera de 8760 pesos en todo un año.

Vintage sindical

A pesar de estas turbias modalidades organizacionales, el Torneo del Interior no cesa de aumentar su magnitud (aún con varios equipos que ya no necesitan jugarlo porque llegaron al Argentino “B”). En 2014, se alcanzará la cifra récord de 371 participantes. En el medio de tantos inconvenientes y aspectos criticables, no deja de ser una buena noticia. Más allá de los desbarajustes dirigenciales, la edición pasada arrojó como siempre viñetas entrañables. Entre ellas, el esperado ascenso del club del gremio de Camioneros, que a pesar de un presupuesto suntuoso para la categoría había fracasado repetidas veces, hasta que por fin se pudo sacar la espina, con la conducción técnica de Hugo “Pachorra” Smaldone. Esta apoteosis futbolística sindical (?) tuvo otros representantes, como Empleados de Comercio (Mendoza), entidad que se ganó nuestro corazón para la eternidad tras realizar una campaña de recaudación de fondos consistente en una rifa con un Fiat 600 modelo 79 como premio máximo. Pero el propio paladín de la organización de los trabajadores, un tal Carlos Marx nos enseñó que todo proletariado está circundado por su correspondiente lumpenaje. De esa calaña provienen los amigos de Argentino Peñarol, del modesto Barrio Argüello de la capital cordobesa. Durante el desarrollo del TDI, los jugadores llegaron a vender empanadas confeccionadas por sus propias parentelas para reunir fondos; esta bucólica estampa popular resultó algo dañada con el desempeño errático de su parcialidad en el cotejo decisivo, sazonada por recurrentes invasiones de campo, que llegaron a perjudicar a su equipo, al que le descontaron dos goles (de una distancia de cinco) en plena confusión. Por suerte los muchachos se redimieron de su error convenciendo al árbitro (?) de dictaminar la suspensión definitiva con varios minutos por delante. Los festejos ulteriores incluyeron el consabido despojo de indumentaria a los jugadores, el intercambio amistoso de botellazos con la parcialidad rival, el aporte crítico de los uniformados con su sinfonía vanguardista para balas de goma (?). En fin, nuestra conclusión, expresada oportunamente, es que los sectores excluidos deberían inspirarse más en el buen salvaje de Jean-Jacques Rousseau y menos en el mal salvaje de Adrián Rousseau (?). Volviendo a los jugadores campeones, un repaso por la situación laboral del plantel es acaso una radiografía casi sociológica de los vaivenes y matices de la clase heredera de Agustin Tosco, que creemos que era un limitado defensor, ídolo de Boca Juniors (?): el arquero metalúrgico, una valiente línea de tres con un policía que paradójicamente juega de líbero (?) y un plomero junto a un delivery boy de stoppers; la franja media integrada por un pizzero, dos desocupados y el más desdichado de todos, un periodista (?); completaban la formación en ofensiva un herrero, un changarín y un albañil. Después dicen que en este país se están perdiendo los oficios (?).

Son estas historias las que validan nuestro fútbol de tierra adentro, más allá de los desvaríos de la conducción dirigencial. Sería deseable que se erija una estructura que esté a la altura de semejantes expectativas, de las que crecen tesoneramente en todos los confines de nuestro país.

La secuencia del año, el técnico de Independiente Villa Obrera (San Juan) Eduardo Magallanes. Imágenes que, como indica su apellido (?), dieron la vuelta al mundo.