Independiente perdió con Sarmiento en Junín y no logra salir del pozo. Instituto lo alcanzó en la tercera colocación, mientras que Defensa y Justicia despojó a Banfield del primer lugar. ¿Se van Cantero y De Felippe? Ni idea, nosotros hablamos de fútbol (?).

En nuestra reseña de dos fechas atrás habíamos hecho hincapié en el carácter impredecible y provisorio de todas las rachas y tendencias de esta edición de la B Nacional. Que quede claro: no llegamos al extremo relativista de considerar perniciosas a las seguidillas positivas y promisorias a las negativas. Lo que negábamos es el carácter predictivo de cualquiera de éstas. Ganar tres partidos en serie es evidentemente deseable, sobre todo cuándo los contendientes directos suelen sumar modestamente en ese mismo lapso, pero no brinda el menor indicio de que los desenlaces venturosos se prolongarán en el futuro. Casi todos los equipos de este certamen pasan de las rachas positivas a las negativas con singular celeridad, y a veces hasta algún empate (o varios) puede formar parte simultáneamente de dos ciclos de sentido opuesto. Los maestros de esta modalidad pendular parecen estar en Parque Patricios: tomando apenas lo poco que va de 2014, Huracán ya pasó tantas veces de la fase maníaca a la depresiva y viceversa que perdimos la cuenta. Pero es apenas el ejemplo más extremo. Sin ir más lejos, el atribulado Independiente debía medirse en Junín ante un Sarmiento que registraba la cosecha de puntos más importante de la segunda rueda, pero que a la vez ya sumaba tres partidos seguidos sin ganar y venía de ser goleado por un rival poco afecto a la generosidad ofensiva como Ferrocarril Oeste.

De todas maneras, cualquier excursión a Junín es a priori complicada, independientemente de como venga el local. Hasta se diría que de antemano la visita a Sarmiento es siempre un partido “perdible” sin merecer mayor escándalo. El problema es que el Rojo de Avellaneda se había generado una situación deportiva, en la que esa comprensible derrota eventual resultaba insoportable. Desde el vamos, los dirigidos por Fuentes se llevaron por delante a su prestigioso oponente. Ya a los 3 minutos el Ruso Rodríguez se tuvo que revolcar para ahogar un cabezazo de Diellos. Y antes del cuarto de hora, Sánchez, mano a mano frente al arquero, estrelló su remate en el travesaño.

Sarmiento arrinconaba a Independiente con una propuesta híbrida, en la que coexisten caóticamente la busqueda atildada por el piso con el pelotazo subrepticio, por lo general buscando a un Diellos tan fuerte físicamente como movedizo para buscar los claros. Si jugara en Independiente probablemente sería como Menéndez y lo putearían con razón, valga la comparación para demostrar como las presiones divergentes que imponen las diferentes camisetas son cruciales a la hora de determinar los rendimientos. En suma, el equipo de Fuentes no llenaba los ojos en el sentido tradicional, pero demostraba un vigor que asfixiaba a Independiente. Se podría reconocer que Omar de Felippe quiso controlar el pulso del partido armando un circuito en el mediocampo con Fredes, Vidal y Montenegro, pero ese proyecto, si se vio en una jugada, es mucho.

Para colmo, enseguida llegó la lesión de Velázquez, que desordenó la salida del Rojo. Y tras cartón, en el ecuador de la primera etapa, llegaría la merecida apertura del marcador, mediante un remate de afuera del área de Ramiro López que se desvió en Tula y descolocó a Rodríguez. Todo un signo del partido, la jugada comenzó con un lateral defensivo a favor de los de Avellaneda. El envío de Villalba fue rechazado por un volante de Sarmiento y la pelota le cayó al ingresado Cáceres, cuyo despeje defectuoso desencadenó en la jugada del gol.
Con la ventaja conseguida, los de Fuentes se replegaron y el Diablo tuvo por primera vez en la noche cierto predominio en la posesión de la pelota. Lástima que eso no era necesariamente algo deseable teniendo en cuenta lo mal que la trataban. En ese lapso, les contabilizamos errores serios en la salida a Vallés, Cáceres y Villalba. A Tula, pero ya habría tiempo en la segunda mitad para que se quedara dormido y no apagara la vela (?). Esas fallas en una zona tan sensible del campo, no desembocaron en el 2-0 solamente porque los delanteros de Sarmiento no estuvieron finos para aprovecharlas. Diellos no encontró espacio para rematar después de un pifie de Cáceres, López elevó un tiro libre muy prometedor que había sido resultado de un estropicio de Vallés (lo enmendó parcialmente con un foul que no fue adentro del área por centímetros), en los ejemplos más ilustrativos.

En el lapso final de la primera etapa, esos errores mermaron e Independiente sin jugar bien generó dos chances claras para empatar. La primera corrió por cuenta de Pisano, que supo abrirse un espacio impensado entre una maraña de piernas en plena área rival pero desvió el remate ante el achique de Ischuk; la segunda fue la mejor (¿la única?) gran acción colectiva del Rojo en la velada: se combinaron Montenegro, Vidal y Mancuello en una rápida sucesión de toques y desmarques, hasta que el Rolfi limpió la jugada habilitando con precisión a Vallés, que avanzó en posición de wing derecho, con perdón de la herejía (?). El lateral envió un centro bajo hacia la posición de Fredes que conectó el envío pero no pudo darle dirección de gol. En el momento estas dos oportunidades sugerían una esperanza a la cual aferrarse, de manera retrospectiva se evidencia que debió haber aprovechado sí o sí esas ocasiones, porque no volvería a tener otras equivalentes.

En el segundo tiempo Sarmiento recuperó su protagonismo en el arranque: un desborde de Diellos casi se lo mete Tula en contra, mientras que un insidioso cabezazo de pique al suelo de Garnier fue muy bien tapado por el Rusito Rodríguez. Pero más allá de esas ocasiones, por un momento los locales se probaron la pilcha de perseguidor oficial de Independiente (?), dispuestos a boludear y dilapidar su buen primer tiempo. Se retrasaron en el campo, empezaron a demostrar imprecisiones, y apelaban con frecuencia al juego brusco (tanto Garnier como Canuto estuvieron al borde de la expulsión). Montenegro, es cierto que a costa de retrasarse considerablemente en el campo, comenzó a pedir la pelota cómo no lo había hecho en cotejos recientes y le daba cierta fluidez al juego del Rojo.

Y en eso el pelotudo de Tula se hace echar. Ojo, cabe aclarar que Independiente ni siquiera estaba jugando bien, probablemente hubiera perdido igual, pero lo cierto es que cuánto menos el rendimiento de los de Fuentes estaba entrando en una meseta y la aviesa entrada a destiempo del defensor contra Nicolás Sánchez les simplificó notablemente el pleito a los locales. Se podría argüir que el Loco Pablo Lunati, cuándo no, no midió con la misma vara la falta del ex-River y San Lorenzo y las antemencionadas de Garnier y Canuto, pero eso no minimiza la imprudencia y la falta de tacto de Tula, que pegó en una jugada a campo abierto y plena vista del juez (las otras habían sido acciones muy intrincadas, sólo en las repeticiones se veía clara la virulencia de las patadas).

Tras la roja, perdido por perdido, De Felippe mandó de todos modos a la cancha a Insúa, que ya estaba preparado para ingresar. Desbalanceados tácticamente Independiente y con los minutos corriendo, reaparecieron los errores en la salida y los huecos flagrantes en defensa. El pibe Cacheiro, que había ingresado, Quiroga y Diellos se lo perdieron de manera sucesiva. Hasta el habitualmente sobrio Rodríguez se sumó al desmadre y casi sufre un gol de biógrafo (?) al usar mal los pies ante la presión del incansable Diellos. Las expectativas de la visita se iban esfumando, su principal argumento era que a pesar de todo la diferencia era de sólo un gol. Buscando un pelotazo, Menéndez forzó al error a Ischuk pero le cobraron falta ofensiva (dudosa). Faltando diez minutos, Mancuello ganó de cabeza en un córner pero encontró bien parado al arquero local. Fueron las únicos dos magros atisbos de reacción.

Ni siquiera duraría el anhelo hasta el final porque Sarmiento consiguió el segundo a seis del final. Y muy a tono con la noche (¡y al igual que en el primer tanto!) todo empezó con un saque de banda a favor del Rojo. Insúa, evidentemente incómodo por la obligación de bajar a posiciones defensivas para hacerse del balón, dominó de forma chapucera el lateral de Villalba. Entre la marca pegajosa de Aguilar y los nervios por ese control defectuoso, el Pocho se metió más en el pantano dando un pase hacia atrás que fue mansamente hacia la posición de Cacheiro. El juvenil aprovechó el regalo dando dos inusuales muestras de sabiduría poco usuales en los futbolistas inexperientes. Levantó la cabeza para mirar al arquero (se vio muy claro en una repetición) y pateó a colocar, cuándo la ética apresurada de tablón reclama bobamente “rompele el arco”. Y en el medio de todo se le cayó un diente de leche (?). Por el lado, del error previo de Insúa, es innegable su responsabilidad, pero no está demás destacar tanto la entrega como la apuesta táctica de Sarmiento, que llevó a un marcador lateral a presionar en tres cuartos del campo rival faltando pocos minutos y ganando 1-0, en lugar de quedarse esperando cómodamente.

Los momentos restantes fueron dolorosos para Independiente. Da la impresión de que si el cotejo duraba un poco más los de Junín hubieran alcanzado una goleada. De hecho, Canuto y Prost estuvieron cerca de marcar el tercero de forma postrera. Sarmiento consiguió así una victoria resonante y quedó a dos puntos de su vencido y de Instituto de Córdoba, los dos detentores del tercer lugar. En cambio, la crisis desatada por la seguidilla sin éxitos del Rojo (ocho en total) llevaba a que al cierre de esta edición se rumoreara no sólo la salida de Omar de Felippe de la dirección técnica (discutible pero previsible de acuerdo a los usos y costumbres imperantes), sino también la más sorpresiva renuncia del presidente Javier Cantero. Con cualquier repaso más o menos sesudo de esta campaña queda claro que ninguna de las dos eventualidades allanará demasiado las cosas. A todo esto, Independiente sigue en puesto de ascenso, aunque ya con salvedades. Instituto lo alcanzó y Crucero del Norte podría superarlo si gana su cotejo pendiente ante Almirante Brown.

Si a comienzos de 2014 arreciaba el peligro de que tres equipos se cortaran solos en la punta y le quitaran interés al certamen (pasó la temporada pasada), este desbarranque de Independiente, sumado al obvio morbo del grande caído en desgracia, promete una lucha apasionante por esa tercera plaza, eso sin descontar que se caiga alguno de los dos líderes. Cosas más raras han pasado. Ninguno de los que pelea con el Rojo da demasiadas muestras de presencia de ánimo y holgura futbolística, si bien sus vencedores de anoche son los que mejor andan en este año calendario.

Pero otra sobrada muestra de lo atractiva y competitiva que es esta B Nacional, la dio ayer que el nuevo puntero del certamen, que venía de apabullar al otro gran animador del torneo, terminó sufriendo ante el último del certamen y virtual descendido. Es cierto que Villa San Carlos venía en fase ascendente, con empate en el Libertadores de América incluido y también es cierto que Defensa y Justicia fue claro dominador durante la mayor parte del cotejo. Pero eso no quita que el Halcón de Varela haya padecido en los instantes finales e incluso haya dependido de un polémico fallo arbitral para rubricar su victoria.

Ninguno de esos nubarrones del cierre se vislumbraron en la primera parte, en la que los de Cocca parecían seguir con el envión del triunfazo ante Banfield y hasta dieron la impresión de que tenían el partido liquidado en poco más de veinte minutos. Como ya es habitua, Camacho y Bustamante fueron los estandartes del mediocampo de los varelenses, mientras que Lucero aportó su cuota goleadora. El pleito se abrió con un penal dudoso, un agarrón de Di Fulvio a Triverio que sin dudas existió, pero rara vez se sanciona, sobre todo porque el delantero visitante había llegado a patear al arco. El pichichi (?) de Defensa cobró la falta con elegancia y puso el 1-0.

San Carlos no se amilanó y tuvo un par de aproximaciones al empate: un tiro libre de Raverta bien controlado por Pellegrino, un cabezazo de Di Fulvio que se fue alto, otro remate de media distancia de Raverta, esta vez con pelota en movimiento… Pero este atisbo de reacción fue cortado de cuajo a los 24 minutos, Lucero volvió a aparecer para redoblar la diferencia. La jugada fue groseramente simple, lo cual demuestra desde ya que Villa San Carlos estaba mal parado. Un zaguero local salió del fondo con un remate demasiado débil, que fue interceptado por Yacob en el círculo central. El volante del Halcón tuvo la celeridad y la astucia para enviar el balón hacia adelante sin pensar demasiado, y Bustamante hizo lo mismo, extendiendo el estiletazo hacia el área rival. Sin aparentar mayor esfuerzo, ninguna finta, ningún movimiento ampuloso, el goleador del campeonato se hizo el espacio necesario para recibir en soledad y someter a Sessa. Sin que fuera una actuación brillante, los de Cocca daban sobradas muestras de contundencia y dejaban los tres puntos prácticamente abrochados.

La verdad sea dicha, más allá de ese guarismo medianamente holgado, los dirigidos por San Esteban le complicaron bastante la tarde a sus encumbrados oponentes con su entrega permanente, sin omitir la pierna fuerte. Con el 2-0 tempranero, esta relativa paridad en la batalla táctica iba camino a ser una mera anécdota, pero el descuento del local apenas iniciado el complemento le daría una nueva consistencia. En una distracción muy gruesa, dejaron entrar totalmente sólo al area a Jonathan Gayoso, cuyo remate apenas adecuado se volvió inatajable tras un rebote en Faccioli y su repiqueteo saltarín por la delicada combinación de césped y pozos (?) que engalanan el Genacio Sálice. Los colistas del certamen volvían a estar nuevamente en partido.

Cabe aclarar que a pesar de que Villa San Carlos fue haciéndose de campo y pelota, Defensa siguió siendo el más peligroso durante la mayor parte del complemento. El ingresado Brian Fernández fue una amenaza constante para la zaga local, pero estuvo muy poco fino a la hora de definir, incluido un yerro increíble abajo del arco. Lucero tampoco pudo reeditar su eficacia del primer tiempo en otras dos jugadas. Esas ocasiones y otros remates de media distancia, bien conjurados por Sessa pudieron haber finiquitado la cuestión, mientras que a los de Berisso parecía faltarles el salto de calidad para traducir su posesión en ocasiones de peligro. Sin embargo, los de Cocca estaban notoriamente fastidiados tanto por el trámite como por la ventaja exigua y casi terminan cediendo dos puntos. Los centros voluntariosos de Villa San Carlos, tan risibles en el comienzo, devenían armas punzantes en plena recta final. A los 41, la polémica, Mazzola la empujó a la red, pero el línea sancionó off-side. La jugada fue tan fina que dos cámaras diferentes de la televisación arrojaron veredictos contrapuestos. Nuestro batallón de monos superinteligentes (?) se arriesga: no fue posición adelantada. Pero esta ocasión, lejos de ser la oportunidad postrera del local, confundió aún más al Halcón de Varela que terminó pidiendo la hora, mientras los locales encontraban los caminos ofensivos que tanto se les habían negado toda la tarde. Los casi seis minutos que adicionó Giannini resultaron una eternidad para el nuevo puntero del torneo. A Pellegrino se le escapó la pelota tras un envío aéreo y casi termina cometiéndole penal a Córdoba; Mendoza la paró mal con el pecho cuando podía quedar mano a mano y en posición inmejorable para igualar; otros centros surcaron el área visitante sin encontrar quien los conectara. Se cerraba así un partido rarísimo, de los que plantean esas paradojas futboleras que nos encantan: Villa San Carlos no dejaba de parecer un equipo de B Metro, mientras que Defensa claramente no desentonaría en Primera “A”. Y sin embargo, un empate no hubiera resultado injusto.

Pero tras este desempeño menos rutilante que el de otras jornadas, les quedará no sólo la satisfacción del liderato y la diferencia en pleno incremento con el cuarto de la tabla, sino también la convicción de que ganar jugando mal es una de las asignaturas obligatorias de toda campaña exitosa. Algunos se zarpan y campeonan jugando siempre espantoso (?), pero no es el caso de Defensa y Justicia. Cuando más de uno lo pronosticaba como el más endeble del trío de arriba, los de Varela demostraron exactamente lo contrario: en lo que va de la segunda rueda le descontaron cuatro puntos a Banfield, le sacaron nueve a Independiente, y sólo sumaron menos que Sarmiento y los jujeños.

Se sabe que Banfield es uno de los equipos que prácticamente no varía su propuesta futbolística, sin importar el rival. Sin embargo, el ascendente Instituto tuvo bastante sagacidad para entrecortarle el ritmo trepidante a los embates del Taladro. Con la pelota, descansando en el criterio de Vismara para repartir y sobre todo, quitarle intensidad al juego. Sin la pelota, recurriendo con frecuencia al foul táctico, amparados en un árbitro permisivo y la poca incisividad de Tagliafico y Cazares a la hora de ejecutar los balones parados subsiguientes. Acaso también agobiado por la seguidilla de partidos emocionantes (la cantidad de lesiones que sobrevinieron en el complemento abona esta teoría), Banfield no pudo transformar su dominio territorial en llegadas como suele hacerlo. De hecho, las primeras aproximaciones de peligro las tuvo la visita, un remate desviado de media distancia de Vismara primero, más un desliz de Bologna que perdió una pelota aérea al chocar con Tagliafico y se la dejó servida a Juan Martín, aunque el espigado guardavalla se rehizo a tiempo para cerrarle el ángulo al delantero y evitar la apertura del marcador. Los de Almeyda, sacudidos sobre todo por esa última aproximación de su oponente, parecieron reaccionar de inmediato, con un corrida y posterio desborde de Cazares que nadie llegó a conectar y con un cabezazo de Salcedo apenas alto tras un envío de esquina. El partido adquiría por fin la emotividad que prometía en la previa, pero tan pronto como vino, esa seguidilla de chances de gol se esfumó y el cotejo retomó su ritmo cansino, para beneplácito de los dirigidos por Miliki Jiménez.

No resultó casual que las mejores aproximaciones de Banfield en los minutos subsiguientes llegaran a través de los atinados latigazos que lanza Bologna al sacar del arco; sólo así podía el local encontrar mal pisado a la zaga de La Gloria. En la primera jugada, Chávez la aguantó con su habitual potencia y la cedió a Salcedo, que lanzó un centro que Chiarini despejó un instante antes de que Bertolo llegara a conectar; en la segunda, el propio Bertolo demoró demasiado la resolución de la jugada y la eficiente defensa de los cordobeses recuperó posiciones antes que la cosa pasara a mayores. Recién en los últimos diez minutos, los del Sur bonaerense pudieron arrimarse con ataques francos, pero Chiarini estuvo atento para conjurar un remate de Cazares, mientras que Bertolo desvió su tiro en otra situación promisoria. De todos modos, el descanso le vino bien a Instituto, que ya comenzaba a dar muestras de cansancio.

Efectivamente, en la segunda mitad, Banfield perdió los bríos que había encontrado al final del primer tiempo, más allá de que seguía siendo el claro dominador. Si bien los planes de partido de cada contendiente diferían especularmente, en el fondo ambos apostaban al error del rival. Mientras que la habitual apuesta temeraria de los de Almeyda tiende a desprotegerlos atrás, también es habitual en el fútbol que las propuestas sostenidas casi exclusivamente en la intensidad de marcaje tienden a flaquear después de la hora de juego. De hecho, Instituto aguantaba el cero pero su cerrojo defensivo ya no obraba todos los milagros: en ocasiones, sus zagueros debían evitar el peligro in extremis, a título individual; en otros casos, lo salvaban las imprecisiones del local, especialmente las de Cazares, tan vivaz y ocurrente para encontrar los huecos y recibir desmarcado, como desprolijo a la hora de dar el último pase. El León Triste (?) mandó a Prichoda a la cancha, y si bien el ex-Racing no pesó tanto como en cotejos anteriores, casi le da la victoria a los suyos con un remate furibundo que dio en el palo. Por el otro lado, Instituto casi pasa a ganarlo sin darse cuenta, con un centro de Damiani que salió al arco y exigió a Bologna.

Mientras buscaba la victoria sin la inspiración ni el ímpetu habitual, al Taladro empezaron a caérsele los soldaditos: Tagliafico y Bertolo debieron dejar la cancha por sendas lesiones. Acaso el trajín de la campaña, cuyo carácter agobiante es profundizado por el despliegue físico incesante que exige el estilo que propone Almeyda, haya empezado a causar estragos. De todas maneras, el hasta entonces puntero del certamen seguía insistiendo. Terzaghi casi desnivela, pero su remate esquinado fue desviado por Chiarini. Esta ocasión de gol parecía anunciar un cierre con los locales tirándole a Instituto por la cabeza con todo lo que les quedara.

Sin embargo, en esos virajes brutales que ofrece este hermoso juego, el plan cambió cuándo Bologna cayó gravemente lesionado al intentar descolgar un centro (cobraron foul, para nada claro). Banfield había agotado sus cambios (como dijimos, dos habían sido obligados por lesión) y Salcedo se tuvo que poner el buzo de arquero. Para peor, en la jugada previa se había averiado Chávez (otra jugada dudosa, pareció que le habían cometido falta, hubiera sido un tiro libre muy peligroso), que de todas maneras se quedó en cancha. Para hacer número, porque arrastraba la pierna. Once contra nueve y cuarto era el momento para que Instituto fuera buscar la victoria que lo transformara en candidato. Pero su tibieza estaba a la orden del día. En los casi diez minutos que se jugaron de allí en adelante (incluyendo el descuento) no consiguieron poner en aprietos al guardavallas improvisado, que apenas dudó en una salida (mejor dicho en tardar en volver) pero en el resto de las ocasiones respondió con probidad, sin que la exigencia delatara su inexperiencia. Si bien la derrota posterior de Independiente y los pergaminos del rival permiten considerar valioso este punto sumado por La Gloria da la sensación de que les faltó audacia. No sólo con esa oportunidad inesperada que se les abrió al final, sino en todo el juego. Banfield es un equipo que venía mostrando severas falencias defensivas y en este partido casi no se notó. Del lado positivo para los cordobeses, además de haber alcanzado el tercer lugar, esta el hecho de que anularon los circuitos ofensivos de un rival experto en generar peligro. Para los de Almeyda, sobre el final quedó una sensación de hazaña por los contratiempos sobrellevados en los últimos minutos, pero más en perspectiva parece haber algunas razones para preocuparse, más allá de la holgura en las posiciones. Banfield lleva cuatro sin ganar, cedió la punta después de trece fechas y su plantel empieza a dar muestras de endeblez física. Para peor, es posible que Bologna, dañado en el tendón rotuliano de su rodilla derecha, no pueda volver a atajar en lo que queda del certamen. Con esta baja, el Taladro pierde no sólo seguridad en el arco, sino la peculiar arma ofensiva que constituían los contraataques iniciados por los rápidos y certeros saques del malogrado guardavallas.

Huracán, de andar errático en el torneo, es sin embargo un equipo muy agradable de ver cuándo se le alinean los planetas. A pesar de las ausencias de Toranzo y Caruso, o tal vez gracias a ellas (?), el domingo ante Patronato fue una de esas tardes en las que los de Kudelka muestran su mejor cara. Desde el principio del cotejo, el Globo dominó el trámite del juego, amparado en el despliegue y el talento de sus dos delanteros por afuera, Espinoza abriendo la cancha bien abierto por la derecha y el Pity Martínez del otro lado y algo más cerrado, como suponemos que debían jugar los insides de antaño. Da gusto ver a dos juveniles reivindicando el querible linaje de los wines argentinos. A pesar de este buen juego de los de Parque Patricios, los entrerrianos les cerraron a los locales los caminos al gol por un rato, no por nada son la defensa menos vencida del certamen. Entonces Huracán intentó infructuosamente con remates de media distancia. Por suerte para ellos, antes de que su exigente parcialidad comenzara a impacientarse, un pase en cortada encontró por primera vez a la zaga visitante mal parada, confiada en un off-side inexistente, y “Wanchope” quedó mano a mano con Bértoli. Al arquero no le quedó otra que derribar al ex Instituto dentro de las 18. Cuesta se hizo cargo del penal subsiguiente, y aunque el guardavalla lo rechazó con una estirada extraordinaria, el defensor pescó el rebote con oportunismo y le dio la ventaja a los suyos.

Patronato amagó una reacción casi inmediata, pero sin demasiados frutos. De hecho, fue Huracán el que estuvo más cerca de marcar nuevamente antes de irse al descanso, pero Bértoli conjuró sendos remates esquinados de Defederico y Martínez. La tesitura de ese cierre de la primera parte acaso fue un adelanto de lo que se venía: en el complemento los paranaenses arrancaron adueñándose de la pelota y la inminencia de una huracaneada que estropeara todo lo bueno hecho en la primera parte acechaba Parque Patricios. Sin embargo, atentando contra su ethos existencial (?), Huracán liquidó el partido en dos contras, ambas coronadas por Ábila, que comienza a justificar ampliamente su inclusión como titular. En la primera de ambas conquistas, empero, el delantero sólo tuvo que empujarla, la mayor parte del mérito le corresponde al pibe Espinoza, que le robó la pelota un defensor antes de desbordar y enviar un centro medido. En el tercero, se repitió la fórmula (centro de Espinoza, gol de Ábia) con el agregado de una preciosa habilitación previa de Defederico y una definición exquisita de “Wanchope”, que la picó por encima de Bértoli casi con displicencia.

La media hora restante prácticamente le sobró al partido, los de Lippi siguieron demostrando suficiente vergüenza deportiva como para buscar un descuento que nunca llegó. Cerca del final, Ricky Gómez vio la roja en la visita tras reaccionar como un cabrón por un intento de caño de taco ensayado por Villarruel. No contento con la agresión, el ex-Central montó una escena a posteriori tratando no se sabe muy bien qué, si seguir descargando bronca, llevarse un rival a los vestuarios o pedirle piedad a Maglio (?)

Huracán coronó entonces una actuación destacada, cada vez que las tiene parecería tener pasta de candidato pero la tabla de posiciones marca otra cosa. De todos modos, su tendencia a empatar poco garpa bastante con la regla de los tres puntos por triunfo, al punto que mantiene alguna débil esperanza a pesar de ser el segundo equipo con mayor cantidad de derrotas (sólo superado por Villa San Carlos e igualado con Almirante Brown). Patronato repitió la historia de tantos aspirantes a aspirantes en este certamen: cuándo empezaba a asomar la expectativa de arrimar arriba, sufrió una resonante derrota.

Si hablamos de aspirantes que se desploman, nadie parece ilustrar mejor esa modalidad que Atlético Tucumán. El Decano parecía llamado a cosas grandes cuándo batió a Independiente en Avellaneda y se puso a tiro, pero ese éxito, acaecido cinco jornadas atrás, parece hoy historia antigua: desde aquel entonces, los de Erroz no volvieron a ganar, y peor aún, la caída del domingo ante Boca Unidos fue la tercera en fila. Hay que reconocer que la suerte parece haberse ensañado con el conjunto del Jardín de la República. Porque Atlético, a diferencia de tropiezos anteriores, en la primera parte asumió el protagonismo que su posición en la tabla le exigía y dominó abrumadoramente a los correntinos. Pero la visita contaba con un par de insospechados aliados para campear esos embates. Por un lado, el travesaño, que devolvió dos remates que parecían tener destino de gol, por el otro el arquero Garavano, que reemplazó a Martínez Gullota (colgado por Trullet, no fue ni al banco) y conjuró todos los intentos del local, exceptuando claro está aquellos en los que lo salvó su larguero. En una acción en particular, llegó a tapar por partida triple en pocos segundos.

Ante semejante escenario, al Decano le cabían dos posibilidades. O reafirmar ese dominio tesoneramente hasta plasmarlo en el resultado, o desanimarse ante la seguidilla de frustraciones (tanto en este partido como en su campaña reciente) y echar todo por la borda. Un par de aproximaciones interesantes de los correntinos hacia el final del primer tiempo anunciaron que el derrotero del partido sería el segundo. Si bien Atlético mantuvo el dominio territorial, sus arrestos ofensivos eran cada menos incisivos. Hasta que promediando la etapa, Emmanuel Perea ganó en un córner y con un certero cabezazo de pique al suelo venció la estéril resistencia de Lucchetti. Cosa curiosa, tanto el goleador como quién lanzó el saque de esquina (Lucas Oviedo) son de nacionalidad (?) tucumana. Pero a la desdichada tarde-noche de Atlético Tucumán le restaba una instancia más para completar su talante pesadillesco. Un penal tardío (faltaban dos minutos) otorgado por Pompei parecía permitir que los locales se llevaran al menos un magro empate. Pero el inspirado Garavano rechazó el disparo de Piriz Alvez y se rehizo en tiempo record para achicar el rebote retomado de volea por Barrado. Más allá del bajón de la segunda mitad, el destino parecía haber conspirado contra los tucumanos. Como un personaje de tragedia griega que reconoce ese ensañamiento fatídico como un signo irreversible, Erroz renunció después del partido.

En el marco de los consabidos altibajos característicos de esta temporada, a Crucero del Norte le pareció que ya había sido suficiente procastinación (?) y ganó por primera vez en lo que va de 2014. Los misioneros, animadores de la primera rueda, volvieron al triunfo después de nueve partidos ante Sportivo Belgrano en Garupá. Felizmente para ellos, los demás candidatos al tercer ascenso los esperaron para seguir y los dirigidos por Schurrer siguen prendidos en la pelea (recordemos que adeudan el cotejo ante Almirante Brown, suspendido por lluvia). El cruce del domingo ante los cordobeses ya habia empezado de forma promisoria para el Colectivero, ya que el “Tarrito” Pérez los puso en ventaja a los diez minutos, pero el empate casi inmediato de Martín García parecía devolver de sopetón al local a su gris presente.

En el complemento, Crucero del Norte supo recobrar sus bríos del arranque y fue arrinconando progresivamente a La Verde. El gol de la esperada victoria llegarían en plena mitad de la etapa, gestado por un toque magistral del ingresado Franco Cabrera. El “Polaquito” habilitó a su compañero Ernesto Álvarez con un pase de cucharita desde el círculo central. La asistencia fue tan medida que el paraguayo quedó mano a mano con Rigamonti y no perdonó. Sportivo Belgrano no tuvo demasiada capacidad de respuesta, tanto menos cuándo se quedó con 10 por la expulsión de Franco Miranda. Sin sufrir demasiado a pesar del guarismo ajustado, el Colectivero alcanzó una victoria que necesitaba tanto como la parada para ir a mear (?).

En un duelo directo entre dos que intentan escapar al scouting (?) del Argentino “A” 2013-14, Aldosivi vapuleó a Douglas Haig y se anima a soñar con una salvación que hace algunas fechas parecía impensable. Los de Darío Franco acumulan la nada desdeñable racha de once puntos sobre los últimos quince posibles. En el encuentro disputado en el estadio José María Minella, a los locales les llevó casi un tiempo sacar ventajas en el marcador, pero una vez que lo consiguieron su rival no estuvo en condiciones de ponerles freno. Tras cuarenta y cinco minutos en los que Olivero, el arquero de Douglas, se fue convirtiendo en figura con revolcones y salvadas varias, el Tiburón comenzó a resolver el pleito con dos goles en tiempo de descuento. Rius, de cabeza, y Vildozo, tras conectar una pelota parada, abrieron el camino de la victoria. En el complemento ya no hubo equivalencia: sostenidos en algunos puntos individuales altísimos, como Rius y Seccafién, Aldosivi remató la cuestión en poco más de un cuarto de hora. El propio “Quique” marcó el tercero con un zurdazo imponente desde afuera del área, y Malcorra concretó mediante un penal el contundente 4-0 definitivo, signado además por la peculiaridad de que los cuatro jugadores ofensivos titulares de los marplatenses se anotaron en el marcador. Tras la goleada, los de Darío Franco siguen detrás de los pergaminenses en la tabla de promedios pero ahora muy cerca de sus vencidos.

Un Talleres necesitadísimo de triunfos recibía a Ferrocarril Oeste pocas horas después del alejamiento de la dirección técnica del “Yagui” Forestello (que no ganó un sólo partido en su corto mandato). Mario Obulgen y Sergio Coleoni (hermano de Gustavo) se hicieron cargo de manera interina para este cotejo, mientras los encargados del Fondo de Inversión que conduce los destinos de Talleres barajaban nombres importantes como Asad, Giunta o incluso Caruso Lombardi, especulando con una derrota ante Boca en el cruce de Primera División. El nivel de fruta de esta búsqueda de entrenador era espeluznante, unos días más y proponen a Ernst Happel dirigiendo a través de una tabla Ouija (?). De momento, la dupla provisoria consiguió romper la racha negativa ante un Ferrocarril Oeste que sigue padeciendo la ausencia de Peluca (?). La tarde empezó bien para la T, ya que Klusener abrió el marcador a los ocho minutos. Sin embargo, “Satanás” Páez igualo casi inmediatamente para los Verdolagas. Hasta ahí, la jornada no parecía diferir demasiado de lo que venía padeciendo semana a semana el conjunto cordobés, que había desperdiciado ventajas en tres cotejos sólo en 2014. Pero el mismo defensor rival de infernal apellido allanaría el camino haciéndose expulsar antes de finalizar la primera etapa. En el complemento, Talleres supo aprovechar el hombre de más. Favio Álvarez restableció diferencias alrededor del cuarto de hora, mientras que cerca del final Sánchez Sotelo puso el 3-1 definitivo con la visita completamente jugada en ataque. Los tallarines siguen muy complicados en la tabla de promedios, pero como dividen por esta única temporada, dependerán de sus propios resultados, especialmente de la cantidad de victorias que puedan alcanzar.

Hablando de la pelea por mantener la categoría, se armó alto bardo en el partido de 18 puntos (?) que enfrentaba a Almirante Brown y Gimnasia de Jujuy en Isidro Casanova. La Fragata arrastraba tres derrotas consecutivas, si bien todas de visitante (le tocó repetir condición en una ocasión y se suspendió por lluvia su partido ante Crucero del Norte). Pero esa misma situación lo preservó del malestar de su gente que se manifestó brutalmente ayer a la tarde. El comienzo parecía presagiar otra cosa. Los de Rivoira arrancaron con la enjundia que reclamaba la ocasión y ganaban casi todas las divididas. Esa entrega tuvo rápido premio cuando Gastón Giménez abrió el marcador con un certero sablazo de media distancia. El tanto envalentonó a Almirante que tuvo no menos de tres situaciones para aumentar la ventaja antes del descanso. Los ánimos se iban calmando, ya que así le sacaban diez puntos a su rival de ayer y dos a Aldosivi (con un partido pendiente además).

Sin embargo, Sciaqua, entrenador de la visita, no se dejó abatir por el pésimo primer tiempo de sus dirigidos, porque comprendió que todo dominio es fugaz y contingente en esta modernidad líquida. Y obró en consecuencia: lo mandó a Bauman a la cancha (?). La movida daría resultados casi inmediatos. Callejo se llevó una pelota medio a los tumbos, pero la falta de elegancia no fue en desmedro de la eficacia, ya que el delantero se hizo el espacio para habilitar al recién ingresado sociólogo polaco (?) que la empujó al gol. Suficiente para que comenzaran los murmullos en la parcialidad local, que estalló definitivamente cuando un rato después Bauman la bajó con el pecho en el área y de volea puso en ventaja al Lobo jujeño. Comenzaron a sonar diferentes versiones de la más maravillosa música: Bonnie Tyler, Meu amigo Charlie Brown y “Tres cosas hay en la vida”, pero levemente modificadas para mentar vaginas de progenitoras, éxodos masivos y sudoraciones profusas (?). Pero mientras tanto, cansados de los caminos oblicuos del arte, otra parte de la hinchada decidió pasar a la acción. Los alambrados empezaron a ceder y el asunto se desmadró del todo cuando un hincha de los varios que habían pasado del lado de adentro increpó a Dobler, que eludió la agresión directa por un pelo, mientras su atacante lo seguía invitando a combatir. Increíblemente, después de largos minutos de interrupción, la policía le dio garantías al árbitro para reanudar el juego, a pesar de que buena parte del tejido perimetral estaba completamente desgajada. Se jugaron trece minutos de adicional, varios imaginamos un eventual empate del local viciado de irregularidades, pero ni para eso estaba la Fragata. Peor aún, los jujeños marcaron el tercero en el decimosegundo minuto recuperado. Los incidentes se reiniciaron, con lanzamiento de cascotes y represión policial incluida, mientras el Chulo Rivoira renunciaba en los vestuarios. Los jujeños si bien siguen muy comprometidos con el descenso (de hecho, siguen abajo de sus vencidos de ayer) llevan una de las mejores campañas de 2014 (sólo Sarmiento de Junín sumó más) y hasta están a tiro del ascenso (!), a cuatro de Instituto e Independiente.

Así se vivieron los desmanes desde el corazón de la tribuna local:

El otro Independiente, el mendocino, no pudo superar en su tierra a Brown (Adrogué). De esa manera, desaprovechó una nueva chance de arrimar arriba y a la vez termina sin poder despreocuparse del descenso. En un partido aburrido, la Lepra tuvo más la pelota, pero los de Vicó generaron las mejores chances. De cualquier manera, el 0-0 calificó adecuadamente a un cotejo olvidable. Otro que desaprovechó la oportunidad de encaramarse en la pelea por el tercer lugar fue el representante de la otra provincia cuyana, el San Martín sanjuanino. Unión, de pobre presente (recordemos que estuvo en puestos de ascenso promediando la primera rueda), se reencontró al fin con la victoria y lo superó por 3-1. Brahian Alemán abrió la cuenta con un muy buen tiro libre, pero Pelaitay igualó casi enseguida para San Martín con un remate desde bastante lejos. El Tatengue siempre fue un poco más, pero recién pudo volver a ponerse al frente en la segunda etapa. Curiosamente, el tanto de Nicolás Bertocchi también fue desde afuera del área, igual que las dos conquistas anteriores que había tenido el partido. A pesar de que pateó cayéndose, el remate del volante no perdió fuerza ni precisión por ese desliz y resultó inatajable para Pocrnjic. Ya cerca del final, Salinas rubricaría el triunfo de Unión desde distancias más civilizadas (?) con un certero cabezazo. ¿Se prende el Tate con este 3-1? Quedó a cinco de los terceros, digamos que sí. Se diría que menos Villa San Carlos, todos se sienten con derecho y chances plenas de ascender. Gloria y loor entonces a esta emocionante y dinámica B Nacional.