A continuación, unos extractos del libro El Fútbol a sol y sombra de Eduardo Galeano, en referencia al Mundial del ‘78.
“Existe un sólo lugar donde el norte y el sur del mundo se enfrentan en igualdad de condiciones: es una cancha de fútbol de Brasil, en la desembocadura del río Amazonas. La línea del Ecuador corta por la mitad el estadio Zerao, en Amapá, de modo que cada equipo juega un tiempo en el sur y otro en el norte.”
De “Patas Arriba”, de Eduardo Galeano, 1998
Hoy, que no es el aniversario de la muerte de Fontanarrosa, es un buen día para acercarles el cuento que abre el libro El fútbol es sagrado, el cual es una recopilación de chistes. Ahí habla de una frase que sacó de una película, y yo de ese cuento saqué una frase que guardo en mi léxico personal, que es la descripción que hace del juego de los alemanes. Si no me equivoco el cuento no está en la recopilación Puro Fútbol. Acá va entonces, y les recuerdo que leer acá el cuento no reemplaza el comprar el libro, que hay que decirle no a la piratería y que el disco es cultura (?).
1. Hay que hacer del área y la red una misma obsesión.
2. No resignarse jamás a que hay una pelota perdida.
3. Siempre los ojos abiertos y todos los sentidos bien puestos para aprovechar cualquier error del rival.
4. Estar atento permanentemente al desplazamiento de los compañeros para llegar en el momento preciso y necesario para definir.
El siguiente es un fragmento del libro Fuimos Todos de Juan B. Yofre, que a su vez está sacado de La Patria Transpirada de Juan Sasturain. El contexto, por si no está claro, es el Mundial de España durante la guerra de las Malvinas. De más está decir que la rendición se produjo el 14 de junio.
El domingo 13 [de junio], a las 15 horas, gran parte de la población prendió la televisión, sintonizó ATC y vio la inauguración del Mundial de Fútbol 1982 que se transmitía desde Barcelona, España. Jugó Argentina contra Bélgica en el estadio Nou Camp y perdió por un gol de Vanderbergh en el segundo tiempo. El equipo albiceleste tenía una delantera mortífera: Bertoni, Díaz, Maradona y Kempes. Como si le hablara al gobierno militar, César Luis Menotti repetía a sus jugadores: “Para entrar primero hay que saber salir”. En las trincheras cercanas -cada día más cercanas- a Puerto Argentino, se escuchaba la transmisión de la Oral Deportiva, bajo la batuta del “Gordo” Muñoz y los comentarios de García Blanco, Zavatarelli y Julio César Calvo.
-¿Y? -Lo interrogan ansiosos los soldados al soldado que acaba de llegar.
-Perdimos uno a cero -dice el recién llegado.
-¿Con los belgas?
-No puede ser. ¡Qué boludos!
Ahora los tres se quedan silenciosos, no quieren saber los detalles. Miran al frente otra vez, a las sombras crecientes, aprietan el fusil.
-Esta mierda… y encima pierde la selección. -murmura uno.
-Lo único que nos faltaba -dice otro cualquiera de los tres, todos.
Corre la madrugada de diciembre de 2015, y la Argentina toda se ve sacudida por una noticia de último momento: el cuore del jugador más grande de todos los tiempos dice basta luego de una fiesta con enanos, merca y secretarias de Sofovich (aunque fuentes oficiales hablan de una operación de amígdalas que se complicó).
La inmensa mayoría del país recibe con congoja la noticia de la defunción del astro, cadena nacional, innumerables homenajes, recitales gratuitos de Man Ray, The Sacados y Jazzy Mel, se disparó el precio de la merluza, programas especiales en la televisión en donde se recuerdan las jugadas fantásticas con las cuáles deleitó a grandes y chicos por dos décadas, sumado a las infaltables entrevistas al Negro Enrique por la asistencia en el segundo gol a los ingleses y al peluquero que le pintó el mechón amarillo en una de sus tantas vueltas al fútbol.
Todos los que jugamos al fútbol, alguna vez, metimos un gol de semejante producción que se forjó como El Gol en nuestras vidas. Hablo de un gol inolvidable; bello, espectacular y único, porque sabemos que jamás podremos repetirlo.
De casos conocidos por todos, hablando de fútbol profesional, menciono al paradigma de El Gol, que sin dudas es el de Diego a los ingleses, en los cuartos de final de México 86. Y también a uno similar en cuanto a formas y disímil en relación al valor, que es el de Messi al Getafe, el año pasado, en las semifinales de la Copa del Rey. Con seguridad, para ambos, esos son su Gol.
Pero cuando hablaba de que todos los que jugamos al fútbol metimos alguna vez El Gol me refería a que no es necesario ser como Diego para lograrlo. Fijémonos, por caso, siguiendo con el profesionalismo, en el famoso gol que Chilavert le metió a Burgos desde más de sesenta metros, día en el que Víctor Hugo relató “llueven signos de admiración”. También me viene a la memoria un gol que Batistuta le metió a Colombia, si mal no recuerdo en un amistoso, arrancando desde la mitad de la cancha a toda velocidad, gambeteando a un par de jugadores e incluso al arquero antes de convertir.
Traigo a la mesa como contraejemplo a José Luis Félix y a Gabriel Omar porque, si bien fueron grandes jugadores en sus puestos, ambos estuvieron lejos de parecerse a Diego. Está claro que tenían que ser así, porque lo de ellos era otra cosa; evitar y meter goles, respectivamente.
Tal como prometiera, el amigo Zeronickname me hizo llegar el libro cuya portada ven la imagen que ilustra este post. Obviamente, como indica el título se trata de un trabajo exclusivamente centrado en la Primera D.
Fundamentalmente el trabajo de Carlos Yametti (uno de los fundadores del CIHF) es un texto de estadísticas. Todas las tablas y todos los partidos de los campeonatos de la división menor del fútbol directamente afiliado a AFA, desde su creación en 1950 (como Tercera de Ascenso) hasta la temporada 2006/07. Además diversas tablas acumuladas y generales.
Pero como no sólo de estadísticas y números vive el hombre (?), también trae un breve anecdotario, notas de opinión y el resumen de la existencia de cada una de las instituciones que han pasado por la categoría.
Así me enteré que Luján -el club, no la ciudad-, fue fundado en 1936 como Club River Plate, pero al afiliarse a AFA en 1961 lo obligaron a mutar de nombre (por lo pronto “los de la basílica” (?) ya se han ganado un lugar en mi corazón (?) por esa causa).
También me anoticié que el club más grande de Sarandí, lejos (?), Piraña , cuna del gran Chirola Yazalde debía su nombre a Jaime “Piraña” Sarlanga, gran figura de Boca en los años ´30.
Un muy buen trabajo, hecho a pulmón y que debe haber dedicado un tiempo más que considerable y una paciencia envidiable para realizarlo. Y como ortiva que soy (?) y ya que el propio autor lo pide en el libro, le agrego como jugador que anduvo por la D y llegó a primera, donde también se destacó, al uruguayo Luis Sosa (ídolo en Belgrano) que jugó en Sp. Dock Sud a mediados de los ´80.
Si quieren comprarlo contáctense con el autor a este mail, y mencionando a La Redó! tendrán un descuento.
Sinceramente tenía otra idea sobre el post que iba a hacer cuando LR! retornase del limbo obligado.
De hecho, dejé uno en borrador con referencia a todos los temas sobre los que no habíamos podido postear por el apagón forzado de una semana de duración, tal vez más tarde lo suba, no lo sé aún.
No por previsibles ciertas noticias se vuelven menos ingratas. Hace rato que se sabía que el Negro Fontanarrosa estaba jodido, pero igualmente uno siempre intenta patear hacia adelante la muerte de la gente que quiere o admira, probablemente por mero egoísmo, pero es así, al menos en mi caso.
El Negro nunca supo de la existencia mía, ni de la gran mayoría (por no decir todos) de los lectores y participantes de este blog, ni seguramente tampoco que había una página llamada La Redó!, pero igualmente me hizo mierda la noticia recibida con desconcierto vía MSN, porque era realmente una de las pocas personas a las que admiraba y mucho.
Esos personajes que me crucé una sola vez en la vida y a los que solo atiné a decirle alguna boludez formaloide tipo “un placer, un gusto“, o algo así, por haberme quedado sin nada para pronunciar que considerase medianamente inteligente.
En fin, la noticia fría dice que murió Roberto Fontanarrosa, el creador de Boogie, El Aceitoso; Inodoro Pereyra; Wilmar Everton Cardaña, Best Seller y mil personajes más, ya sea dentro o fuera de El Cairo. Pero estas noticias jamás son frías.
Podría poner un montón de cuentos del Negro en este post (la frase del tìtulo es de uno de ellos, no recuerdo de cual), pero creo que el que más se lo merece es “19 de diciembre de 1971“.
Los últimos días adquirí un libro -”Usted no me lo va a creer”- de un escritor rosarino tan querido por muchos visitantes de este blog. Hablo, por supuesto, de Roberto Fontanarrosa. Y entre los cuentos del libro, hay uno de fútbol -algo clásico del autor- titulado: “Viejo con árbol”.
Antes de contar de que trata el cuento, quería comentar que luego de leerlo me vino a la mente un comentario del colega Perplatado, en la que se refiere a la distinción entre fútbol y arte. Una opinión totalmente respetable y que además tiene fundamento y es verdadera: porque en el sentido estricto el fútbol es un deporte.