Una nueva edición del clásico torneo de verano se está llevando adelante en este 2014 que recién comienza y como hombres cuestionadores de lo que nos rodea no podemos menos que preguntarnos: ¿para qué carajos sirven estos partidos?

futbol de verano

Venir acá lo más campante para escandalizarse porque el fútbol es un negocio ya no tiene ningún asidero; hace años que lo aceptamos y que supimos adherirnos a nuestro rol preestablecido y, mal que nos pese, pareciera que mucho no queremos que el contexto general se modifique, así que con el llanto a otra parte. Cabe esta aclaración porque ante la pregunta sobre la utilidad de los torneos de verano la respuesta más pueril y a flor de labios no es otra que la de generación de dinero. Sí ya sabemos que es para eso, para que los organizadores la junten con pala en los destinos turísticos aprovechando al visitante del interior que muy pocas ocasiones posee en el año para ver a los jugadores de primera en plena acción de partido.

Ahora bien, no venimos aquí con ánimos desestabilizadores (al menos por el momento) ni con la intención de rasgarnos las vestiduras llorando por el amateurismo que ya no es ni por el olvido de la gloria como motor primero. Más bien nuestra búsqueda es la de un análisis al respecto de lo que viene sucediendo en estas mini competiciones que se ven atravesadas por una cantidad interesante de variables. En un principio cada equipo participante ve estos partidos «amistosos» como una excelente ocasión para la puesta a punto del equipo tanto física como futbolísticamente. Además se aprovecha para probar caras nuevas, hacer debutar pibes de las inferiores o practicar con jugadores en nuevas posiciones.

Hasta aquí la voz «oficial», lo que en los papeles significa este evento deportivo. Sin embargo lo cierto es que también se pone en juego un nivel de competitividad que ha llegado a alcanzar puntos de quiebre. Trasladándonos al superclásico, en el año 2000 Ramón Díaz renunció luego de una derrota ante Boca y en 2010 fue el Coco Basile quien hubo de cortar su último ciclo en el xeneize luego de una derrota ante River. Además podemos sumar el antecedente del 26 de enero de 2002 cuando Boca ganó 4-0 el superclásico en un partido que, debido a lo abultado del resultado y del juego, la parcialidad millonaria decidió suspender generando todo tipo de desmanes.

Como se puede observar, la «preparación» queda muchas veces de lado en pos de la competitividad con el riesgo que implica este nivel en una etapa de puesta a punto en lo físico, lo que acarrea serios riesgos de lesión. Por otra parte también sucede que los equipos se presentan a estos partidos con los suplentes de los suplentes, generando un vaciamiento de las tribunas y las quejas sostenidas de los turistas que claman a viva voz por los titulares. Entonces ¿qué es preferible, un nivel ultacompetitivo con riesgos de rompimiento o un nivel paupérrimo que sólo tienda a sacarse de encima los 90′? Estamos en la disyuntiva, no sabemos qué hacer, ayuda (?).

Como contrapartida a toda esta vorágine veraniega encontramos a San Lorenzo quien por segundo año consecutivo decidió bajarse de estos torneos para llevar adelante una preparación con un calendario armado por sí mismo en donde disputa partidos de menor intensidad para probar jugadores y sistemas. Ahora de la mano de Bauza en donde casi hay que comenzar de nuevo, San Martín de San Juan, Deportivo Santamarina y un River suplentísimo son los rivales que enfrentará para llegar a punto al Final 2014. La pregunta, claro está, es si enfrentar estos equipos de mierda (?) es un parámetro para algo y es una medida real para armar un equipo competitivo.

Los torneos de verano entonces parecieran ser hechos para recaudar y para que la prensa deportiva tenga algo de qué hablar en enero y para que TyC pueda seguir televisando equipos de primera ya que la «preparación» suele quedar más en lo discursivo porque en la realidad la emoción del momento y el ánimo de ganarle al clásico rival puede dejar de lado la prudencia, y si no veamos el nivel de agresividad del clásico platense de este último domingo…

Por lo tanto ¿es realmente necesario realizar este tipo de torneos? Pensemos que, en pos de la federalización que pregonan los organizadores de estos partidos, ya está la Copa Argentina que además de llevar a los equipos de primera a pasear por el país, suma unos cuantos partidos más al apretado calendario (ni hablar de este año en donde todo se reduce para dar lugar al mundial). Suprimir estas competencias nos resulta aberrante para los adictos del fútbol ya que tendremos que pensar en más de un mes sin ver a alguien pegándole a la pelota en nuestras tierras, pero no parece tan alienado pensando en los resultados que se obtienen y en lo contraproducente que terminan siendo con respecto al objetivo de «preparación». Claro que detrás de todo está el rédito económico que puja y presiona a los equipos y los jugadores para que sigan haciendo girar la rueda de la fortuna, pero bueno, prometimos no llorar al principio y aunque tengamos los lagrimales a punto de estallar, vamos a cumplir esa promesa…

ajco


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