Un año que se va y desde aquí, un esbozo de resumen sobre lo más importante que se vivieron en las 3 categorías más bajas del fútbol local.

Año raro, rarísimo, para lo que se suscitó en el conjunto calendario (?) de las categorías de ascenso. Si bien el gran Ricky Espinosa nos enseñó que lo único raro que tenemos es el orto, la tendencia que muestra el formato de torneo largo en los estratos más bajos es la de sostener el tan mentado y bendito proyecto. Los 3 equipos que ascendieron directamente en junio sostuvieron durante un buen rato tanto a sus entrenadores como la política de compra y venta en el club.

Claro que en la B Metro fue en la única que se mantuvo el suspenso hasta la última fecha, facilitado también por el derrumbe de los recién descendidos: Atlanta fue preso del viejo axioma «mientras los resultados estén, se hará lo que pueda con el juego». La seguidilla de buenos resultados del Bohemio a fines de 2012 sirvieron para disimular un bajón que se manifestaba, entre otras cosas, en Rondina mandando a sus jugadores a que le apunten a la calle en los tiros libres cuando su equipo iba ganando y faltaba poco para el final del partido. Así fue como el Huevo duró hasta lo que se pudo cimentar en el techo que había tocado tiempo atrás: perdiendo como local en la vuelta de la semifinal del reducido.  Lo de Chacarita es, quizás, el manual de lo que no hay que hacer nunca en la vida. El equipo contaba con grandes valores que en su individualidad servían para torcer la historia cuando la mano venía cambiada y hasta había encontrado un funcionamiento aceptable. Pero dos derrotas eyectaron al Tano Pasini y trajeron a un DT que debutaba no sólo en la categoría si no en la vida (?) y en un puñadito de partidos se derrumbó todo como por arte de magia: de haber estado seriamente peleando el ascenso directo a terminar fuera hasta del reducido. Todo en 2 meses, garantía asegurada la del DT que terminó yéndose solo. En este escenario, la lógica indicó que San Carlos había mantenido una coherencia en el campo y fuera de él (las famosas patas de la mesa). Proyectó como jugadores franquicia a tipos que venían del Argentino B o de las ligas del interior y con eso ganó el campeonato de forma incontestable. El temita que tuvieron después fue que se les fueron esos grandes jugadores y tuvo que arrancar casi de cero, tomándole un semestre entero el hecho de poder volver a ganar un partido-ya en la B Nacional-, pero lo hecho en la tercera categoría del fútbol vernáculo es infranqueable. En el segundo semestre de la temporada (o sea el primero del año) es cuando los momentos y las pequeñas rachas cotizan en oro. La primera parte pareciera que la dejan como preámbulo de lo que se vendrá. Por eso es la mención tanto a Almagro, que protagonizó prácticamente un milagro con la llegada de Mayor (de estar penúltimo en noviembre a quedar a un penal del ascenso en mayo), que proyectó pibes y revalorizó a otros jugadores de mayor trayectoria, convirtiéndolo en la estrella exportadora (?) del mercado de pases de invierno. Esto sin que le reporte al club una entrada, lamentablemente. El que finalmente sí pudo ascender tuvo todos los ingredientes que el espectador neutral quiere para una historia de amor (?): un plantel que se sostuvo por más de 4 años, con un entrenador que encima es un cuadro de Molina Campos (?). Vicó viviendo en el club y en la cancha un altar del gauchito gil. La película de Brown de Adrogué hasta nos reservó aquel día en el que derrotó a Independiente como visitante en la primera fecha de la B Nacional: uno de los mejores equipos del año en la compulsa final. El segundo, más precisamente.

Ya cuando bajamos un poco más los infiernos del ascenso nos encontramos con los equipos arrasadores que barrieron con todo y todos, tanto en la C como en la D. Incontrastable la campaña que realizó Willy de Lucca en UAI Urquiza, al punto de ser el primer equipo campeón del año (fines de abril, principios de mayo) en el fútbol local. El Furgón sostuvo la idea de sostenerse en la categoría, ver para qué están (llegaron a perder el campeonato en la última fecha de la 2012/2013, corriendo de atrás a Dálmine) y en su tercer año arrasar con todos los equipos a los que enfrentó. Es más, durante una buena parte del tramo final de aquella campaña, reflotó la figura de Cano en el arco. Un pibe de 20 años haciéndose cargo de ser el cancerbero de un equipo campeón y salvando puntos vitales cuando el equipo también tuvo el bajón lógico. Las individualidades que sostienen al grupo. Fue también remarcable la campaña de Laferrere y de Español: peleando también hasta el final por llegar al ascenso directo, con jugadores que estaban muy por encima de la media de la divisional (Vieja Moreno o Franco Romero) y quedaron afuera por ese viento que todo lo empuja. La peste rosa (?). Fénix, en la humilde opinión de éste logi (?), fue el mejor equipo del año en términos generales. No sólo por haber hilvanado dos ascensos al hilo (había ganado la 11/12 de la Primera D) sino también por cómo lo logró: la mano de Oscar Santángelo mostró a un equipo que ganaba, gustaba y goleaba. Los acostumbró a vivir así (?), les sacó todas las presiones y el mismo grupo de jugadores que conformaron aquella base son los que hoy están terceros en la B Metro. Es más, cuando una racha nefasta lo tuvo 10 partidos sin ganar y el entrenador decidió marcharse, los que quedaron en el cargo fueron sus ayudantes: Orsi y Gómez. Y mantuvieron la misma línea. Tanto fue así que el Cuervo podrá contarle a sus nietos que en el segundo semestre de 2013, tuvieron al jugador sorpresa de la B Metro: Cachete Ruiz. También fue un año para recordar (?) en cuanto a la irrupción de Guillermo Moreno en Sacachispas (que pasó a tener al Mercado Central en su nombre) y a base de tener más penales que Pesquera  (✞) casi mete un ascenso mientras peleaba por no descender.

El Mate fue tan pero tan dominador de la D que hasta llegó a batir el récord de victorias consecutivas en el fútbol argentino: los últimos 15 partidos de Argentino de Quilmes en dicha categoría terminaron en victorias para el conjunto que dirigía en aquel entonces el Búfalo Szezurak. Imbatible, fue volteando potenciales perseguidores con una autoridad que dejaba culo para arriba a los curiosos (?). Es imposible dejar afuera del análisis al enorme aporte que hizo Ramón Borda: una rara avis en la categoría. Jugó en todas las posiciones de la cancha y en cada una de ellas pareció entender a la perfección cuáles eran los requerimientos. Si hablamos de la aparición con mayor caudal de talento,  es imposible soslayar la saludable irrupción de Damián Arce en Deportivo Riestra. Dueño de una técnica privilegiada, una pegada de zurda que sóla puede marcar la diferencia y la agradable pero poco usual característica de gambetear para adelante, lo llevó a pegar un salto de dos categorías y recalar en Almagro. Claro, que antes había sido solicitado por dos equipos de la B Nacional y hasta Caruso lo invitó a probarse a Argentinos. La realidad marca que hay un abismo en la preparación física entre la D y las demás categorías. De todas formas, a Riestra no le terminó dando el piné por esas cositas de la vida (?) y cayó como local por penales ante Ituzaingó, que de la mano de Troncoso, apostó a ganar despacito y por las piedras (bajando al mismísimo Sanma que sufrió el tener al mate arriba como para no ascender directo) terminando el semestre con una sonrisa.

Si de descensos hay que hablar, no se puede dejar afuera a la apasionante definición de la C, que culminó con el descenso de El Porvenir con Ventura en el banco, haciendo una buena campaña y todo. Fue tan bueno el final de torneo de Sacachispas, Luján y El Porve que el que terminó descendiendo casi sin quererlo fue San Miguel. El Trueno, además, protagonizó en ese partido de la ignominia la gresca del año. En dicho contubernio se revoleó de todo, al punto de que para el ojo comercial bien podría haber sido «Expo Objeto Contundente». Y qué decir de San Telmo, bajando de la B Metro a una Primera C que lo recibió a puro puntazo (?) y tuvieron que pasar un par de partidos como para detener un poco la caída. Mismo caso que el de Central Córdoba en la C: un club hasta las bolas desde donde se lo mire, con los dirigentes interviniéndole el sueldo a los jugadores porque pintaba (?) y con un arquero jugando de 9 en las últimas fechas. Divinor. Este último semestre arroja el peligro de grandes, grandísimos equipos que están pugnando por no seguir bajando peldaños en la escala de la ignominia: Deportivo Morón y Defensores de Belgrano en la B Metro que se ven aliviados con la espantosa campaña de Flandria, Excursionistas y Lamadrid ahí metidos para no bajar a la D y El Porvenir que no quiere irle en zaga y comienza a coquetear con una eventual desafiliación.

Porque claro, esta primera parte de los torneos que terminaron hace un par de días arroja a la paridad como la madre que los sostiene a todos. Muy llamativo que en la C haya 8 equipos separados por 3 puntos, que en la B Metro haya 6 puntos entre el último puesto del reducido y el anteúltimo lugar o que en la D pase lo mismo pero con 3 puntos. Ojo, en ésta última Riestra y San Martín sacaron una considerable ventaja en la pelea por el ascenso directo. Pero se da en prácticamente todos los partidos, existe esa sensación generalizada de cualquiera perdiendo con cualquiera. No escapa a la lógica: estamos hablando de equipos que cambiaron un plantel completo, manteniendo poquísimos jugadores base, o que continúan con la mentalidad cortoplacista en cuanto a las propuestas de entrenadores. El caso emblemático es el de Atlanta y Defe, punteros que tuvieron que cambiar DTs. Se viven tiempos convulsionados, de todas formas se pueden ver muy buenos partidos en las categorías. Siguen apareciendo jugadores y, por suerte, hay más y más clubes que se dan cuenta de que la papa está en las inferiores (?), entonces la inversión de la plata está por ese lado.

Habrá que ver cuál es el alcance del incipiente mercado de pases, son pocos los cupos y la renovación fuerte se suele dar en junio. Pero se puede adivinar que el regreso de Frangipane a Español puede marcar una diferencia favorable al Gallego, como así también la incorporación de Carreño en Fénix, probablemente uno de los pases baldoseros del año. En la  B Metro, Barracas Central apostó fuerte a la permanencia y se quedó con 2 delanteros que cualquiera querría: Diego Figueroa y Abel Soriano, ambos de Estudiantes. En la D, la transferencia más resonante es la del Pipi Mosman, goleador de Muñiz, a San Miguel. Con ésta transferencia, además, el Rayo se refuerza y debilita a sus rivales, win/win. Habrá que esperar qué nos depara el 2014 en materia de Ascenso, por ahora la situación está dada de una manera en la que todo puede pasar.

Lo último: fue la gran tristeza del año y cómo quedó en el olvido tan rápido: el fallecimiento de Héctor Sanabria en pleno juego. El delantero de Laferrere se descompensó en el partido frente a Lamadrid y, minutos más tarde, murió en una salita cerca de la cancha del Villero. Con la muerte de Sanabria se puso en boca de todos la precariedad de condiciones con la que los jugadores se encuentran en las categorías amateurs, mientras los dirigentes ya se van fijando quiénes pueden viajar al Mundial de Río. Toda esta situación desencadenó en un dictámen de la AFA que profesionaliza la Primera C a partir de 2014. Para algunos sólo será blanquear los contratos que están pagando en negro, dándole esto un marco de legalidad a la situación de estos clubes. Para otros, un problema difícil de resolver, dado que presentar 18 contratos con un sueldo mínimo de $4500 de un día para el otro parece un sueño para clubes que sólo viven de la caja chica. De todas formas, el recuerdo para Sanabria siempre estará y también es perentorio recordar a Sergio Marchi declamando a los cuatro vientos que velaba por los derechos de los trabajadores (jugadores) cuando le hizo perder un partido a Colón al no presentar a sus jugadores. Este año falleció un jugador en cancha por el escaso rigor en los chequeos médicos de los jugadores de las categorías más bajas del Fútbol Argentino. Un abrazo, Sergio.