En mi breve paso por la Chicago argentina recolecté un par de anécdotas interesantes sobre el presente centralista, que se volvió a tornar oscuro tras dos derrotas consecutivas y un run-run (?) cada vez más omnipresente sobre la salida de Madelón.
Me siento un poco como el sr. X de Caruso, pero con la impunidad suficiente como para no huirle a la primera persona (?).
Muchas veces se ha repetido que hacer un gol es lo más lindo que tiene el fútbol. Y si vemos cómo festejan cada gol que hacen Pippo Inzaghi o Pepe Chatruc (?) comprobamos que efectivamente es cierto; grito sanguíneo, pasional, de compromiso con el juego, de alegría y descarga. Sin embargo, en este texto no apunto a hablar de lo bueno de hacer un gol.
Hace unos días, ver un especial sobre Pipino Cuevas - jugador paradigmático de una parte del caso que trataré, que tiene que ver con el egoísmo -, revivió en mí la ira hacia los jugadores que convierten un gol empujando la pelota a dos metros del arco sin arquero, sin haber participado de la jugada más que en ese toque, y salen disparados a festajarlos colgándose del alambrado, golpeándose el pecho y señalándose el apellido en su espalda, como si hubiese sido un gol antológico de su factura, a pura gambeta, caños, amagues y vaselina al arquero.
Amigos sudamericanos (?): falta una fecha en cada grupo de la Copa Libertadores. Mientras todos se ocupan de lo que puede pasar con Boca, veamos qué tiene que hacer cada club para clasificarse a octavos de final. Todas las definiciones de grupos se juegan simultáneamente para evitar situaciones sospechosas.
El orden de definición es el siguiente:
1) Puntos
2) Diferencia de goles
3) Goles a favor
4) Goles de visitante (total, no entre los empatados)
5) Sorteo
Se ha convertido en un tema candente la “pronta desaparición” del enganche, no solo en el fútbol vernáculo sino también en el mundial.
Me llama mucho la atención como el periodismo deportivo se desespera cuando toca el tema, como diciendo que si desaparece el enganche (o enlace), el fútbol dejaría de ser menos entretenido.
Como uno ha visto, la historia dice que el fútbol ha sufrido muchísimas mutaciones, en lo que se refiere a tácticas, modo de juego, estructuras de campeonatos, etc, etc.
“Nery, pasame un encendedor y vas a ver la llama olímpica que hago” (?)
Vuelve el fútbol a nuestras canchas, cuando hoy comience la fecha nº10 del Torneo Clausura de A.F.A, este campeonato al que ya se le fue la mitad de los partidos, y todavía no tiene un candidato serio o que se corte en la punta. Una de los factores que empezará a pesar será el del cansancio, o por lo menos unos cuantos lo utilizarán como excusa, más allá de que la realidad indique que muchos animadores del torneo en un momento deberán decidir si inclinarse por Copa o Torneo, y si viene alguno y te dice que prefiere el campeonato de acá, es porque en la Copa le fue como el culo.
“Confíen en mí, sé exactamente lo que hago”.
Ayer se terminó lo que fue la novena semana de la segunda fase de la Copa Libertadores 2008, con la disputa de tres encuentros: Colo Colo (Chile) versus Maracaibo (Venezuela), Sportivo Luqueño (Paraguay) contra Atlético Nacional (Colombia) y Audax Italiano (Chile) frente a San Pablo (Brasil).
Pero, como de costumbre, empecemos el resumen por lo sucedido el martes, cuando empezó esta debacle xeneize (?):
¿Es cierto que Atlas hizo con Caranta, Cáceres y Maidana La Gran Pezzotta?
Finalmente, el martes se jugó un partido más, y qué partido, mi amigo (?): Boca visitó a Atlas en México y se comió un 3 a 1 en contra de la mano de Bruno Marioni, al que nadie le había puesto una ficha a excepción de alguno que otro que sabe de esto (?).
HOY: ATLANTA - CHACARITA.
Comenzamos esta nueva sección, fruto de otro tradicional segmento, como lo es “clásicos y derbies” (que algún día volverá).
Cuando me sugirieron la idea de hablar sobre los clásicos argentinos con pasadas épocas de gloria, casi al unísono el staff pidió por el de Chacarita y Atlanta, y antes de contar la historia, primero va el agradecimiento para Edgardo Imas, integrante del Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol (CIHF) y del staff de www.sentimientobohemio.com.ar, que si bien es un medio partidario trata con mucha imparcialidad el tema del clásico, y fue quien me proporcionó la mayor parte de la bibliografía utilizada para el presente post.
Un domingo, allá por el mayo de 1984, se enfrentaron Nacional y Danubio en un partido correspondiente a una de las primeras fechas del torneo de la primera división del fútbol uruguayo.
El encuentro se jugó al mediodía, con muchísimo público en las tribunas y con la permanente amenaza de una lluvia que nunca llegó.
En la primera etapa del cotejo no pasó absolutamente nada que valga la pena destacar. Tal vez, lo más interesante del inicio del partido haya sucedido cuando el por entonces maduro actor Wilson Walter González, reconocido hincha de Nacional, invitado por la dirigencia del tricolor, dio el puntapié inicial no sin sonreír como el pibe más feliz del mundo; además, antes de salir del campo, se sacó una foto con su jugador preferido, Sebastián el mago Álvez.
En el segundo tiempo las cosas empeoraron, al punto que si al irritable Alejandro Fabbri le hubiese tocado comentar ese período no hubiera encontrado consuelo en tildarlo de “ordinario”, “pobre” o “lamentable” como suele hacer, sino que además habría dado su cuerpo a la causa sin dudarlo: se hubiese puesto los cortos, abandonado la cabina y mandado hacia la cancha con seguridad y firmeza con la intención de demostrar cómo se juega bien al fútbol. Pero sólo habría conseguido ser interceptado por la policía por invadir el campo.