Se sabe que lo que sucedió anoche en “La Hora de Bilardo” , estaba grabado y editado. Se transmitió únicamente lo que se creyó conveniente para evitar un enfrentamiento sin cuartel entre Grondona, Bilardo, Mancuso y Jorge Dorio. La censura llegó a la radio, pero en LR! tenemos el crudo de las declaraciones.
Continuamos con la segunda entrega de las ligas grossas en verdad sobra las que el establishment no quiere informarnos:
LIGA DE FÚTBOL AUSTRALIANA.
El fútbol que sedujo a Gabriel Omar Batistuta y O Baixinho en sus últimos años, sin dudas, es el fútbol que se viene. En algún momento lo sedujo a Cambiasso pero el representante lo llamó y le explicó que no se trataba de aquel deporte en el cual los players (?) juegan en musculosa y todos sudados, así que terminó desechando una jugosa (?) oferta.
No es objeto del presente post relacionar clásicos de la literatura con el fútbol y aunque me acusen de Salieri de Pastor que se devora con fruición cuanto partido se disputa en el marco de la MLS para darnos el resumen más completo; voy hurgar en el arcón de los recuerdos y desempolvar un viejo clásico: La Cabalgata Deportiva Gillete donde uno no sólo veía los goles de ligas metrosexuales y aputosadas como la española, la italiana o la inglesa donde van traidores (Verón, Camoranesi (?), Guille Franco (?!)) o ladrones que inventan ancestros con los cuales corrían por los montes a lo Heidi; sino que además uno veía equipos con verdaderas agallas como el Eintracht Frankfurt que tenía a ese terrible delantero que era el ghanés Anthony Yeboah; o el Kaiserslautern de Brehme y Ciriaco Sforza.
Lamentablemente la liga alemana se ha visto afectada por ese aputosamiento, dada la llegada de jugadores metrosexuales como Alain Sutter, Andrés D’Alessandro (?) o Frank Ribery, entonces uno debe rescatar aquellas ligas que todavía levantan las banderas que un Jules Rimet o un Alejandro Watson Hutton levantaron en un momento, reivindicando aquel deporte medieval mediante el cual dos pueblos se enzarzaban en una batalla campal en la cual fallecían integrantes de los distintos combinados; legado que llevaron con decoro caballeros de la talla de Rubén Marino Navarro, Vinnie Jones, Enrique Hrabina, Aguirre Suarez y tantos otros ilustres desconocidos que pelearon entregando su vida (?) por un ideal. El deporte como un fútbol de hombres.
Quisiera replantear algunas cosas de fondo. Me parece saludable, más hoy.
Hay un debate primario que es de continuo esquivado, y esto es sorprendente porque evitarlo conlleva a contradicciones flagrantes, a verdaderos mamarrachos irreflexivos: que si se juega bien o si hay que ganar como sea, esa es la cuestión. Así está planteada la cosa, basta escuchar algunas voces de hoy (“ir para adelante es jugar bien”, Gastón Recondo; “Sólo se puede jugar bien en ofensiva”, Horacio Pagani), por lo que me parece harto necesario bucear un poco más en el asunto.
En primer lugar es incomprensible que jugar bien sea un concepto antónimo al de ganar, como se nos comunica frecuentemente, por motivos sencillos. Se supone que el juega bien es el que hace mejor las cosas, el más apto, el más eficaz, el mejor. Ipso facto debería ganar. Sin embargo ahí está la afirmación recurrente, a veces explícita desde los protagonistas (cínicamente inducidos pero no por eso inocentes) e implícita desde todo el ambiente del fútbol: Es más importante ganar que jugar bien (típica pregunta del periodista: “¿en este partido es más importante ganar que jugar bien?“).
O sea, jugar bien y ganar son conceptos disociados, dos islas sin conexión ninguna, nada que ver una cosa con la otra, jugar bien es un plus posterior y no anterior al resultado. Habrá que preguntarse con qué misteriosas maneras se alcanza la victoria entonces, si no es jugando bien. No hay medios para, hay un fin y punto: ganar, como sea, como si fuera posible obtener el fin antes que los medios.
[Carrasco + humo = derrota]
Acaba de finalizar EL partido del campeonato en Uruguay. Se enfrentaban River y Nacional, el primero y el segundo de la tabla a un punto de distancia, el fútbol vistoso de los Carrasco Boys (?) y la historia y el peso de un gigante como el Tricolor.
Parecía que se venía un baile histórico del sorprendente equipo darsenero que en 35 minutos del primer tiempo ganaba 3 a 0, tocando, gustando y goleando como lo ha hecho en casi todo el torneo. Nacional que no podía agarrar la pelota y que parecía muerto, dando por perdido el partido antes de finalizada la primer mitad. Pero en el último minuto de ese período apareció el Chengue y descontó para el “Bolso”.
Todavía faltan 4 años para comiencen los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y los organizadores ya están empezando a tener los primeros dolores de cabeza, leves, por ahora.
Esta jaqueca no se debe ni al dóping, ni a posibles amenazas terroristas, ni de protestas de grupos políticos, sino que es a causa del fútbol, que históricamente nunca terminó de llevarse del todo bien con el olimpismo, porque hay trabas para conformar la selección local que participará en el torneo olímpico.
La situación es la siguiente. Según los reglamentos del Comité Olímpico Internacional (COI) en los Juegos Olímpicos solo pueden participar naciones soberanas, lo que impide que los países británicos participen por separado. Es decir, Gales, Escocia, Inglaterra e Irlanda del Norte al no ser reconocidos como estados independientes no pueden competir por su cuenta y sus atletas deben estar bajo la bandera de Gran Bretaña. Es aquí donde se produce el corto circuito porque en el fútbol juegan cada uno por su lado.
Desde que Londres quedó confirmada como sede en 2005, la Asociación Olímpica Británica (AOB) comenzó a trabajar para armar un equipo unificado, que estará bajo su orbita, pero se topó con una pared. Tanto la Federación galesa como la escocesa rechazaron de plano la idea de ceder a sus jugadores aduciendo que esto les podría llegar a hacer perder su independencia futbolística. Solo aceptaron la propuesta Inglaterra e Irlanda del Norte, que tiempo después tuvo un cambio de mando (algo normal en la mayoría de las federaciones, pero que por acá no se acostumbra) y la nueva administración se alió con los galeses y escoceses.
Muchas veces se ha repetido que hacer un gol es lo más lindo que tiene el fútbol. Y si vemos cómo festejan cada gol que hacen Pippo Inzaghi o Pepe Chatruc (?) comprobamos que efectivamente es cierto; grito sanguíneo, pasional, de compromiso con el juego, de alegría y descarga. Sin embargo, en este texto no apunto a hablar de lo bueno de hacer un gol.
Hace unos días, ver un especial sobre Pipino Cuevas - jugador paradigmático de una parte del caso que trataré, que tiene que ver con el egoísmo -, revivió en mí la ira hacia los jugadores que convierten un gol empujando la pelota a dos metros del arco sin arquero, sin haber participado de la jugada más que en ese toque, y salen disparados a festajarlos colgándose del alambrado, golpeándose el pecho y señalándose el apellido en su espalda, como si hubiese sido un gol antológico de su factura, a pura gambeta, caños, amagues y vaselina al arquero.
Comenzaba el siglo XX y los inmigrantes llegaban al país con el propósito de obtener un pedazo de tierra para trabajar. Algo que parecía imposible para cientos de miles de europeos. Almagro tenía las cualidades necesarias para recibir a la gente que descendía de los barcos: quintas, tambos, iglesia… El crecimiento de la zona era notorio.
También había una iglesia, como en todo barrio. Y pibes. Muchos pibes que jugaban el nuevo deporte traído por los ingleses.
Al 4000 de la calle México se jugaban los partidos de vereda a vereda. Los vecinos se quejaban por el bullicio a la hora de la siesta y por los vidrios de las ventanas que crujían por los pelotazos con destino incierto.
Hacer un post sobre el Polo sin mencionar a JRR va a ser difícil (?), pero lo intentaremos, tampoco vamos a hablar de caballos, porque para eso está el post de la Fecha (?) y el del Ascenso (?). Simplemente intentaremos contar lo bueno, a efectos de reivindicar al futbolista y saber que actitudes como esta, también son parte de hinchas y del fútbol en general, simplemente que los pocos que le hacen mal a este juego, hacen mucho mas ruido que los que le hacen bien y como en todos los ámbitos de la vida son los que conducen, pero nosotros somos mas, ¡y venceremos! (?)
En este caso particular hablaremos de Jorge “Polo” Quinteros quien a través de una obra benéfica, cumple con una elogiable inquietud que ayuda mucho a los pibes de su barrio.